Relato enviado originalmente por Douglas el 23 de Abril del 2001 a www.SexoServicio.com
Salió de trabajar y se fue al Sanborn’s de la Del Valle. Estuvo algún
tiempo hojeando las revistas que le interesan y luego compró un puro y se
sentó en el bar a fumarlo y tomarse una coca-cola. Al poco rato vio entrar
a una güera envuelta en una gabardina negra, se pidió mesa y antes de
sentarse se quitó el saco y bajo traía un vestido cortísimo que dejaba ver
unas piernas hermosas y bien torneadas ; la mini dejaba muy poco a la
imaginación y casi podía adivinar las nalgas divinas de la güera. Todo era
luz a su alrededor, se sentó y pidió un café. No podía dejar de verle las
piernas a la chica. Después de pensarlo un buen rato decidió hablarle; se
dijo : lo peor que puede pasar es que diga que no.
Se armó de valor, se paró
y se dirigió a la mesa de la chica. Te puedo invitar algo ? Me puedo sentar
? La chica le sonrió y asintió. Se sentó frente a ella y platicaron un raro
de todo y de nada. Creo que ambos descansaron al descubrir que ninguno era
del clásico ¿estudias o trabajas ? No podía quitar la vista de las piernas
hermosas que tenía enfrente, cuando la chica cruzaba las piernas podía casi
ver una pucha hermosa dibujarse bajo las pantaletas que juzgaba diminutas. ;
las gónadas se aceleraban, se le enchinaba el cuerpo. Nunca había visto un
animal tan sensual. Ella se paró y dijo : voy al baño, enseguida regreso.
Cuando regresó se sentó frente a él nuevamente y, al cruzar las piernas, él
sintió que se moría ; la güera se había quitado las pantaletas. Vio hasta el
paraíso, rasurada, muy sexy, casi frente a su cara podía ver esa pucha
jugosa e invitante. Tenía una erección tremenda y sentía que si no hacía
algo al respecto se iba a morir. Se acordó de una película que había visto
hacía algún tiempo donde la artista le hacía lo mismo a un grupo de
policías. Siguió admirando el paisaje y fantaseando con tener esas piernas
alrededor de su cuello. Finalmente decidieron salir de allí. Ella asintió en
ser acompañada a casa, pero en algún recodo de toda la conversación, salió a
relucir que una de sus fantasías ( de ella) era que le hicieran el amor en
un taxi. Paró el primero que pasó por allí y subieron ; el taxi estaba lleno
de espejos, así que el taxista podía también ver el cielo. El comenzó a
besarla, a pasar sus manos por las piernas y sus tetas, ella tomó su mano y
se la puso enmedio de las piernas ; comenzó a frotar los labios vaginales y
el clítoris, de vez en cuando metía los dedos lo más profundo posible y los
movía por dentro. La güera gemía de placer ; el taxista se veía medio loco
de no poder hacer nada. El le preguntó al oído : ¿no te molesta que nos vea
? ella dijo no, me excita, no sientes lo mojada que estoy ? Si sus dedos se
movían con facilidad, mientras ella bajaba el cierre del pantalón y sacaba
el miembro para comenzar a bombearlo suave pero rápidamente. Lo apretaba con
la mano y lo subía y lo bajaba, pobre taxista, pero se dijeron : ojalá le de
buen servicio a su esposa cuando llegue a casa. Ella se agacho y puso el
pene en su boca, le dio algunas mordiditas en la punta y luego comenzó a
meterlo y sacarlo, cada vez más profundo mientras su lengua corría alrededor
de su glande. Casi podía sentir su garganta aprisionándolo. ¡Qué placer !
Después se enderezó y le dijo : entra. Se puso de lado y él la penetró,
comenzó a entrar y salir, a moverla arriba y abajo ; ella seguía gimiendo de
placer. Aumentaron el ritmo y ella dijo : ven conmigo. Si, dijo él. Ella
comenzó a tener su orgasmo con movimientos violentos y estirándose. El le
tapó la boca pensando en el pobre taxista. Ella pegaba la cara a la
ventanilla, le anunció que casi venía, se movieron más rápido y al fin
comenzó a eyacular.
Un gemido horrible lo devolvió a la realidad y lo despertó de ese placentero
sueño. Los 120 kilos de grasa de su gorda esposa estaban sobre él viniendo,
con la cara llena de cremas y tubos de rizar el pelo. Casi se muere del
susto. Ella le dijo : te vi durmiendo tan rico y tenías “eso” tan parado que
decidí darte la sorpresa. andale a bañarte porque vas a llegar tarde como
siempre al trabajo. Se levantó como pudo, se duchó, medio desayunó y se fue
al trabajo un poco aturdido pensando si acaso alguna vez sus sueños se
harían realidad.