Relato enviado originalmente por Octavio O. el 28 de Septiembre del 2000 a www.SexoServicio.com
Lo recuerdo perfectamente, iba en segundo de secundaria, era mi último día
de clases, el ambiente en la escuela se sentía relajado por los dos meses de
vacaciones que nos esperaban y todo hasta entonces había transcurrido de
manera normal hasta que llegó la hora de tomar la ultima de mis clases.
Mi maestra de Geografía era la Srita Ramírez, tenia mas o menos unos 30
años, era una trigueña muy guapa y con un cuerpo increíble, que lucia al
máximo con esas faldas tan apretadas y pequeñas que se ponía y que hacían
que todos los alumnos nos pasáramos poniendo mas atención a su trasero y a
sus piernas que a la clase, incluso puedo decir que hasta aquel día, mis
mejores masturbadas en el baño de mi casa habían sido fantaseando con ella.
En esa ocasión recuerdo que nos había pedido que leyéramos el capitulo 5
del libro de texto de su materia, cosa que por supuesto no hice.Cuando llegó al salón nadie lo podía creer, oh Dios se veía mejor que nunca,
cada paso que daba sus piernas parecía que querían salirse de la falda y su
trasero se delineaba perfectamente a través de la tela, dejando ver que por
supuesto no traía nada debajo.
Claramente sentí como mi pene empezó a ponerse muy duro y mi respiración y
mi pulso se aceleraron al máximo.
Cuando se sentó, hasta tuve que contener la respiración la darme cuanta por
debajo del escritorio que mi suposición de la ropa interior era cierta. Oh
Dios era divino ver como sus piernas entre abiertas dejaban ver un par de
ricos labios mayores llenos de bello color oscuro.
Creo que el problema empezó después por que inmediatamente prosiguió al
forzado interrogatorio de quien había leído el capitulo de tarea.
Increíblemente todos levantaron la mano ese día menos yo, que estaba aun sin
aliento por lo que acababa de ver debajo del escritorio.
En ese momento se levantó de su silla y se acerco lentamente al borde de la
tarima mientras decía
-Vaya vaya, así que el joven ívila volvió a presentarse a clase sin preparar
la clase. Mucho me temo que esta vez no lo pasare por alto y se quedara
castigado, y lo que es mas, se me ocurre que el resto de la clase permanezca
usted de pie de espaldas al resto de sus compañeros en aquel rincón del
salón.
En ese momento olvide por completo a la sensual y excitante mujer que tenia
y veía en ella y apareció frente a mí la maestra gruñona que intentaba
castigarme después de clase, sin embargo era tal mi vergíŒenza por ser el
único en la clase que no había levantado la mano por no leer nada un día
antes, que no me quedo mas remedio que bajar la mirada y asentir a su
reprimenda. Así que sin decir nada fui a la esquina y miré a la pared todo
el resto de la hora de clase.
Cuando escuché el sonido del timbre supe que todo había terminado, así que
después de que cuando mis compañeros comenzaban a salir del salón, me
disponía a regresar a mi lugar a recoger mi mochila y en ese momento oí la
voz de la profesora que me decía. – a donde cree que va señor, aun no le he
autorizado a moverse de ahí, de modo que ahí se quedará hasta que yo lo
ordene, ¿ está claro ?.
Nuevamente asentí con la cabeza sin decir palabra alguna y me quede en la
misma posición.
Una vez que todos salieron, escuché como se cerraba la puerta y lo que se me
hizo extraño fue que escuche un segundo ruido. Era el seguro de la manija,
la maestra cerraba por dentro conmigo dentro del salón y sin poderme mover
de mi lugar.
Paso seguido escuché su voz que se acercaba hacia mí diciendo: – bueno,
estamos solos, ahora tendrá tiempo de explicarme por que nunca prepara la
clase jovencito.
Cuando dijo eso pude sentir claramente que estaba justo detrás de mí, en ese
momento la sentí tan cerca que pude percibir su aliento justo en mi oído
derecho.
Mi cuerpo temblaba de nervios por la incertidumbre que me invadía por el
comportamiento tan extraño de la maestra
Mientras decía eso, sentí como sus manos tocaban mi espalda cálidamente y
frotaban mis hombros con cierta suavidad, una vez mas sentí su aliento en mi
oído seguido del sonido de su voz, que cada vez se hacia más tenue y
seductor: – tu castigo va ser muy duro hijo y si te mueves un solo
milímetro de tu lugar te puede ir peor, así que ya lo sabes no voltees y no
te muevas.
En ese momento sus brazos rodearon mi cuerpo aferrándose a mi pecho mientras
mi espalda comenzaba a sentir la cálida proximidad de su persona. Sentí
claramente un par de pechos duros detrás de mí restregándose
provocativamente al tiempo que el resto de su cuerpo tenia contacto con el
mío.
Mi respiración se aceleró al máximo y mi corazón parecía querer salirse por
la fuerza y rapidez de mis latidos, mi piel se erizaba y toda mi humanidad
temblaba, no sabía que hacer, estaba muerto de nervios.
Ella sin duda tenia el control. Mordisqueaba mi oreja al tiempo que
murmuraba excitantemente con cálido aliento: – este es tu castigo, no te
muevas pequeño, te va gustar.
Inmediatamente después sentí como sus manos bajaban de mi pecho a mi abdomen
y luego mas abajo hasta encontrarse con mi pantalón. Mi erección era mas que
notoria, ya estaba todo mojado e intente quitar sus manos de la zona, pero
un fuerte apretón me persuadió de no hacerlo.
Ella acariciaba mi pene a través de mi ropa de una manera vigorosa con una
mano mientras que con la otra recorría mi abdomen y mi pecho.
La excitación me llegó tan lejos que ya no me importaba estar nervioso, yo
quería sentirla también, así que lleve mis manos hacia atrás y toque su
cuerpo, que se movía suavemente pegado a mi espalda, acción que rechazo de
inmediato haciéndose para atrás pero sin soltarme y diciendo: – no, aun no
estas listo, pon tus manos en la pared, recuerda, es tu castigo.
Rápidamente hice caso a sus ordenes y levante mis manos poniendo las palmas
en contacto con la fría pared mientras ella me tocaba y me acariciaba todo
el cuerpo y me lamía la parte trasera del cuello y la oreja.
En cuanto aparté las manos de mi cuerpo, ella buscó el cierre de mi pantalón
y una vez que lo encontró, con todo cuidado lo bajo todo, una vez mas con
una mano acaricio mi tórax, pero la otra fue directamente a mi pene duro y
mojado de tanta excitación.
Cuando sintió mi erección y mi trusa toda mojada escuche una pequeña risa y
su voz que decía: – mira nada mas, estas empapado, y muy duro, eso me
gusta.
Una vez que sentí su mano directamente sobre mi ropa interior, no pude
aguatar las ganas de moverme al ritmo de sus caricias, de modo que también
pude sentir sus pechos calientes en mi espalda con mas fuerza recargados en
mi espalda.
Mi excitación era tal, que me costaba mucho trabajo mantenerme en esa
posición mientras ella me acariciaba, ansiaba poder tocarla también.
Imaginaba sus tetas en mis manos y recordaba sus labios mayores que había
visto unos minutos antes y eso me ponía más y más caliente.
En ese momento sentí que sus manos abandonaron mis genitales y fueron
directamente a desabrochar mi cinturón y el botón que sujetaba mi pantalón,
paso seguido puso sus manos sobre mi cadera y comenzó a tirar hasta
conseguir bajarlo a mis rodillas. Lo mismo pasó con mi trusa que de por sí
ya estaba sumamente empapada, de modo que mi pene quedo completamente al
descubierto y su mano lo sujetó de inmediato mientras con la otra comenzó a
acariciar mis bolas. Era divina su manera de hacerlo, me puso tan caliente
que no pude guardar mas la posición y sin voltear comencé a tocar sus
caderas y la parte externa de su trasero, esta vez en lugar de resistencia
solo escuche un pequeño suspiro y sentí como se pegó mas hacia mí como
facilitándome tocarla mientras ella ya se encontraba masturbándome
deliciosamente y me decía, con voz entrecortada: -eso es pequeño, tócame,
tócame rico.
En ese momento supe que era tiempo de darme vuelta y cuando lo hice me
encontré finalmente con ella, lucia muy excitada, estaba toda despeinada y
su cara sudaba, sus ojos estaban cerrados y tenia un rictus de ansiedad y
placer muy especial, tal y como me la había imaginado cuando a solas me
masturbaba en el baño de mi casa pensando en ella.
Estado ya de frente sujetó una vez más mi pene y con la mano lo frotaba
sobre su falda mientras yo empezaba a sentirla. Tal como lo había imaginado
tantas veces, su trasero era delicioso, firme y bien formado, lo apreté con
ambas manos y mientras tiraba de ella para que mi duro y caliente pene
estuviera mas en contacto con ella y mientras lo hacia, pude darme cuenta
como su respiración se aceleró y salían de su boca pequeños gemidos de
placer.
Sin duda yo quería más, así que comencé lentamente a subir su falda, que se
deslizaba con cierto trabajo sobre sus voluminosos y firmes muslos. Cuando
escuche un gemido ligeramente mas fuerte, me di cuenta ya estaba
acariciando la piel de su cálido y firme trasero y mi endurecido pene estaba
ahora en contacto directo nada mas y nada menos que con su vello púbico. No
lo podía creer, era una sensación divina, caliente y húmeda, me excité al
máximo y traté a como fuera posible de penetrarla ahí mismo, cosa que no
resultó por lo incomodo de la posición.
Ella tomó mis manos y las dirigió lentamente a sus pechos al tiempo que
decía: – Tómalos, son tuyos. Cuando puse mis manos sobre ellos la ansiedad
casi me obligaba a apretarlos y pellizcarlos, sin embargo con su mano ella
me guió hacia una caricia suave pero consistente alrededor de lo que pude
sentir como sus pezones, que casi se salían de la blusa por la excitación
del momento. En cuanto quitó sus manos de sobre las mías, busque los botones
de su blusa y los fui desabrochando uno a uno hasta que bastó un suave
movimiento hacia atrás para que cayera al suelo. Mientras tanto ella se
aferraba con ambas manos a mi trasero.
Oh Dios, era divino. Sus tetas lucían increíbles y se sentían muy suaves. No
pude aguantar las ganas y desabroché su sostén con tal rapidez que pareciera
que lo había arrancado, agache la cabeza y comencé a lamer como loco sus
tetas por todos lados y a mordisquear sus pezones suavemente al tiempo que
ella comenzaba a gemir mas fuerte y a acariciar mi cabeza y sujetarme
firmemente del cabello. Su sabor era increíble y la sensación era tan
intensa que en ocasiones la mordía con mas fuerza. Mientras lo hacia, llevé
una de mis manos a su pubis y pude sentir sus labios mayores y menores
escurriendo esos deliciosos jugos que impregnaban el salón con su aroma, su
clítoris estaba duro como roca y caliente. Rápidamente mis dedos encontraron
su vagina húmeda y palpitante y comenzaron a entrar y a salir con fuerza y
sin ningún trabajo al tiempo que se escuchaba su voz gimiendo discretamente
pero con firmeza y su cuerpo se movía rítmicamente.
Mientras mi boca se volvía loca con sus pechos y mis dedos la penetraban
con fuerza, ella se separó ligeramente de mí y me dijo: – ven vamos, dándome
vuelta y llevándome de espaldas hasta su escritorio. Cuando llegamos sentí
la orilla fría de aluminio en el trasero y me levante de puntas para subirme
y una vez sentado ella sujetó mi pene a agachándose un poco se lo llevó a la
boca y comenzó a lamerlo. Cielos, no lo podía creer, era la sensación más
deliciosa que había experimentado en mi vida, su lengua húmeda y caliente
pasaba por todo mi órgano y luego lo metía todo en su boca y jugueteaba con
él sacándolo y masturbándolo un poco de cuando en cuando. No lo podía
evitar, por mas que intentaba quedarme callado el placer me hacia gemir como
un loco. -Calla me dijo, – no querrás que todo mundo se entere, mientras
que volvía a meter mi pene hasta lo mas profundo de su boca.
Después de unos momentos claramente sublimes se separó de mí
diciendo: – Ahora recórrete y recuéstate hacia atrás, cosa que hice de
inmediato y a la que ella respondió subiéndose de rodillas sobre mí. Una vez
arriba, sin pensarlo dos veces, tomó mi pene endurecido y húmedo y con su
mano lo llevó hasta sus labios mayores y después se movió hacia abajo
introduciéndolo hasta el fondo de su caliente y mojada vagina, en ese
momento pude ver su rostro que irradiaba placer y escuche un quejido suave
que seguramente denotaba que estaba disfrutándolo. Ella comenzó a moverse
hacia arriba y hacia abajo primero lentamente y poco a poco más rápido hasta
encontrar un ritmo delicioso combinando ese movimiento y uno circular sobre
mi. Mis manos inmediatamente fueron hacia sus pechos y los comenzaron a
tocar y a apretar fuertemente en todos sentidos dejándome sentir sus erectos
pezones suaves y suculentos, agachándose de cuando en cuando para permitirme
chuparlos, lamerlos y mordisquearlos a mi antojo.
Cada vez se movía más y más y a cada arremetida yo podía sentir claramente
su vagina húmeda, caliente y apretada con mi pene dentro de ella. Después de
un rato de movimiento yo sentía venirme, así que rápidamente la sujeté con
mis manos y le di vuelta hasta colocarla debajo de mí mientras respiraba
profundo para evitar eyacular en ese momento. Era mi momento y yo lo sabía,
así que deprisa me coloqué en posición y la penetré nuevamente con fuerza y
continuamos moviéndonos y tocándonos como si fuéramos antiguos amantes.
Cuando vi su rostro cada vez más rojo y apretado mi excitación llegó a su
límite, así que me moví mas y más rápido cada vez hasta que no pude mas y
justo antes de venirme dentro de ella sentí como me apretaba con su vagina
de manera pausada con contracciones violentas que se acompañaban de
movimientos rápidos y expresiones de verdadera ansiedad mientras se mordía
los labios fuertemente para no emitir sonidos fuertes que alguien pudiera
oír. En ese momento deje correr mi semen dentro de su vagina que de por sí
ya estaba empapada con sus exquisitos fluidos. Fue delicioso, cada chorro
podía sentir como se llenaba mas y más del blanco esperma que salía de mí.
Al terminar tuve la sensación de que todo había terminado y sentí una
vergíŒenza enorme, intenté bajarme rápidamente del escritorio y ella me
sujetó del cuello y acercándose a mí me besó suavemente con una sonrisa
medio perversa y dijo: – Vaya castigo, ¿no crees ?, Pero recuerda, será
nuestro secreto.
Sin decir palabra nos levantamos del escritorio, nos pusimos la ropa y ella
salió del salón de clases dejando impregnado el ambiente con su aroma
delicioso.
Fue la última vez que la vi, después de las vacaciones no volvió y ahora
nuestra maestra sustituta es una viejecilla de 67 años.