La Virgen de Oaxaca.

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Algunas veces nos pasan cosas increíbles en la vida. Lo digo por lo que me pasó, en un viaje que hice y que ahora les voy a contar, algunos dirán que soy un hablador y que son fantasías mías, pero les juro que me pasó. Y no me pasó por guapo, ni por tener un cuerpazo atlético, ni por buena onda, ni por tener mucho verbo, ni por presumir de un miembro descomunal. Simplemente, creo que estuve en el lugar adecuado en el momento propicio. Y, aproveche la ocasión, al igual que lo hizo mi compañera de aventura.

Cuando era joven, tendría unos 26 años, hacía muchos viajes, al Estado de Michoacán, por mi trabajo, cada semana recorría más de 1,500 kilómetros, generalmente en autobús. Conocía todas las líneas, pero sobre todo usaba TRES ESTRELLAS DE ORO, que eran autobuses de lujo; Otros autobuses eran por ejemplo: AUTOBUSES DE OCCIDENTE, y los FLECHA AMARILLA que eran de segunda, o sea, se venían parando en todos los pueblos que pasaban y subían pasaje en la carretera. Pero cuando no había otro camión de primera, pues no me quedaba de otra, más que tomar estos “guajolojets”.

La historia que les voy a relatar ocurrió, otra vez en el TRES ESTRELLAS DE ORO. Un día que terminé mi trabajo de revisar expedientes legales en la Ciudad de Zamora, Michoacán. Y no estando de ánimo de meterme al Cine, a ver unas dos películas y salir a las 10 de la noche, para tomar el autobús de las 11 pm., a México. Decidí salir de inmediato a México, para llegar poco antes de la media noche y descansar en mi cama y en mi casa.

Tomé un taxi, para la Estación Camionera. Y al llegar el empleado me dice que no tiene asientos vacíos contiguos y me vende el número 10, en el pasillo del lado izquierdo del camión.
Abordé y me sorprendí de inmediato, ya que junto a mi asiento, ya se encontraba sentada una jovencita, yo le calculé unos 16 o 17 años a lo sumo. Morenita, chatita, de rasgos un poco toscos. De constitución media, ya que no se podía apreciar bien su cuerpo, traía un grueso suéter blanco con dibujos azules, verdes y rojos y pantalón gris. Cuando me senté, ella me dirigió un sonrisa franca que me agradó mucho.
Arreglé mi maleta abajo del asiento y mi portafolios lo coloqué arriba en el porta bultos. Después me subí un poco los pantalones de vestir de tela ligera que me quedaban muy ajustados, pellizcando la tela de los mismos y jalándola para arriba. Mientras mi futura compañera me veía fijamente sin quitarme los ojos, con una hermosa sonrisa de dientes blancos y perfectos.
– Buenos Tardes. Le dije.
– Buenos Tardes. me contestó, viéndome directamente a los ojos con esa hermosa sonrisa.
Debo decir, que no soy guapo, pero en ese tiempo, yo creo que no estaba tan mal, soy blanco, de ojos castaños claros, barba cerrada, nariz regular, y de cuerpo, precisamente en ese tiempo estaba entrenando bastante, y todas las mañanas iba a correr al Parque Federal de Santa Isabel Tola, por lo que mis piernas estaba fuertes, y mis muslos casi reventaban el ajustado pantalón que llevaba ese día, mis nalgas estaban bien firmes. Y no es por nada, pero algunas de mis amigas me piropeaban y hasta llegaron a nalguearme en son de chanza y burla. En mi abdomen empezaba a lucir un lavadero, con un discreto six pack. En fin que me sentía al 100% físicamente. Lo que me daba una gran seguridad con las muchachas.
Total, que empezamos el viaje. Saque de debajo del asiento, una ligera y pequeña manta y un libro. Y me puse a leer. Pero la chica, me pregunta.
– Oye, de donde eres?
Por dentro agradecí a dios que me empezara a hablar, ya que iba muy aburrido, y la lectura tampoco me distrajo.
– Yo soy de México, D. F., soy “Defectuoso” y ¿tu?
– Soy de Oaxaca. Pero vine a Zamora, a visitar a una Tía, que vive aquí y ya voy de regreso a mi casa.
Me dijo, con un aire de melancolía. Me pareció que no le gustaba regresar a Oaxaca.
– Eres de Oaxaca, Oaxaca, o sea, de la Capital del Estado. Le pregunté.
– Si, de la Capital.
– Oye, que bien. Oaxaca, es una ciudad que me gusta mucho, su comida es excelente. ¿Tu cocinas?
– Si, la comida es muy buena. Pero yo no cocino. La que cocina es mi mamá.
Y así seguimos platicando, por un buen rato. Hasta que empezamos a tocar temas más personales.
– Como te llamas me pregunta. – Ignacio.
– ¿Y tu?
– Me llamo Alejandra.
– ¿ Tienes novia?. Me preguntó.
– No, por el momento no, viajo mucho. Y ahora estoy trabajando. Pero una vez que acabe esta etapa, voy a buscarme una novia.
– ¿Y tu?
– No, no tengo. Pero me gustaría tener.
– No me digas, si estas muy guapa. Me imagino que tendrás muchos pretendientes.
– Pues, a mi no se me han declarado..
– Ya lo harán, te lo aseguro. Discúlpame. Ahorita vengo, voy al baño.
Al regresar del baño, procedí a hacer la misma operación de subirme el ajustado pantalón. Pero la niña, me siguió viendo, pero esta vez, su vista la dirigió a mi entrepierna, siempre sonriendo. Me senté y me pasé por encima la pequeña cobija.
Pensé, yo creo que le gusto a esta niñita.
– Que, crees. Me dice. Soy virgen.
Gulp…, pensé, y ahora…., que directa.
– Que bien. Una muchacha de tu edad, es normal.
– Pero ya no quiero serlo.
– Bueno ya llegará alguien al que tu quieras y que se quieran, y entonces pasará lo que dios quiera.
– Me gustaría volver a Oaxaca, hecha una mujer.
Me puse rojo, cosa que me pasa cuando me enojo o me impresiono mucho. Cosa que siempre me ha molestado, me ruborizo como una quinceañera. Y para dentro de mi pensé, y yo que quiere que haga?
– Ahora que estuviste en Zamora, no conociste algún joven igual que tu.
– No, mi Tía, no me dejaba salir, solamente estuve con mis primas, ibamos al cine o al café y regresábamos a la casa.
– No comas ansias, ya llegará tu media naranja.
– ¿Cuantos años tienes?
– Tengo 18 años.
– No seas mentirosa, te ves como de 16 años.
– No, te juro que tengo 18.
Después de esa conversación, trate de ponerme a leer. Tratando de eludir a la chiquilla, tan directa. Pero no podía concentrarme.
De repente ella se voltea, se acerca a mi y me da un beso en la mejilla.
– ¿Me puedes enseñar a besar?

La muchacha me ponía cada vez más nervioso.

– Okey. A ver. Vas a abrir tu boca, y yo voy a acercarme y te voy a tomar tu labio superior. con mis labios y te voy a meter mi lengua entre tus dientes y tu también trataras de meterme tu lengua y vas a succionar, tratando de acariciarme. ¿ Está bien?
– Si horale.
Y nos dimos unos besos de antología, que todavía me acuerdo, me pasó su mano por mi nuca.
– Otra forma es que tu abres tu boca y tratas de tomar mis labios
y succionas, tratando de frotar y hacerme sentir tu lengua y tus labios. En realidad no hay reglas, tu puedes besar como quieras, tratando de que tu compañero sienta las caricias que haces con tus labios.
Y nos volvimos a besar ahora de la forma que se lo propuse.
También te puedo y me puedes besar en las orejas, tomando tus lobulos con los labios, ves, se siente rico no?
Y así estuvimos por un largo rato.
– Bueno, ahora si, ya se besar a un hombre, gracias.
– Besas rico.
Me quedé pensando, devería cambiarme de asiento, esta muchacha, va a meterme en problemas. Me propuse seguir leyendo. Al rato, empezó a atardecer. Y creo que los dos nos dormimos un rato.
Ya había oscurecido, cuando siento bajo la manta que llevaba cubriéndome, la mano de Alejandra, sobre mi muslo y subiendo, hasta llegar a mi ingle, sobandome el miembro sobre el pantalón.
– Despierta, flojo.

– Así, disculpa, me dormí un rato.
Sin embargo y con el fin de alentar la caricia que me hacía. Procedí a aflojarme el cinturón y abrir la bragueta del pantalón. Levanté mis caderas para bajarme un poco el pantalón ajustado y bajar el slip que llevaba, hasta los muslos, liberando mi polla, por lo que ella me agarro la verga, que empezó a enderezarse y sopesó mis testículos acariciando el escroto.
– ?Quieres aprehender a dar placer a un hombre?. Debes agarrar mi polla, y subir y bajar tu mano. Así, si esta bien. Y con mi mano la guiaba, para que aprehendiera a masturbarme.
– Ahora, más rápido, así, aprieta tu mano, si, así!
Y mientras me masturbaba, me acordé de que a la hora de la eyaculación, me iba a manchar el pantalón y el slip, haciendo un batidillo, así que saqué una camiseta de mi mochila, para recibir mi leche, ya que era inminente que me viniera.Puse mi mochila, decanzando en el brazo del asiento, con lo que evitaba la miradas indiscretas.
Ella, retiró la manta que me cubría y me empezó a chupar el glande, en eso me vine.
– Así, ohh, mmmhh……., aprieta, tu mano, así. Me vengo, ooohhhh…, que rico.
Y me vine en una gran eyaculación, que Alejandra, se bebió completa, saboreandola, sabe un poco saladita y como que me raspa la garganta. Ella, estaba riendo, viendo mi cara fijamente, divertida de mis reacciones.
– Bueno ahora ya sabes lo que es darle placer a un hombre. Le dije, limpiándome y arreglando mis ropas, otra vez.
– Gracias, fue divertido. Me dice.
– Me gustaría entregarte, a ti mi virginidad.
– Oye, esperate, no me conoces, no sabes quien soy, ni nada.
– No importa, mejor.
Yo me quedé molesto pensando en que me iba a meter en problemas, yo creía que era menor de edad.
En eso, el autobús estaba llegando a la Central del Norte en el Distrito Federal.
Descendimos del camión y le ayude a bajar su equipaje. Después me despedí de ella. Deseándole que le fuera bien y que encontrara a alguien que fuera para ella, de su edad.
Salí casi corriendo. Pagué mi boleto de Taxi. Y ya lo iba a abordar, cuando me quedé pensando y diciéndome a mi mismo.
– Que marica te viste. Se te ofrece una virgen y tu sales huyendo, como si hubieras visto al diablo.
– Te vas a meter en problemas, de seguro es menor de edad, y de la cárcel no te escapas, vas a destruir tu vida, por un rato de calentura.
– No seas marica, te vas a arrepentir todo el resto de tu vida. Estas proposiciones no se dan todos los días. ¿ No tienes huevos ?
Así que decidí volver sobre mis pasos, y dejar las cosas al azar, si la volvía a encontrar, la llevaría a un Hotel, pero si ya no la encontraba, pues ni modo.
Regresé, a donde me había despedido de ella y no la encontré, eché un vistazo a unas mesas de la zona de comida rápida, que estaban cerca y allí la ví.
Me acerqué a ella y ella me vio, esbozando una gran sonrisa al verme.
– ¿Ya cenaste?. Le pregunté.
– No, solo compré un café y una galleta.
– Ven, vamos, te invito a cenar.
– Pero antes, tengo una duda, como me puedes comprobar tu edad.
– Con mi credencial del IFE. Y me muestra su credencial.
– Ok. dámela, quiero sacarle una copia, estas de acuerdo.
– Si, lo que tu digas mi “Rey”, soy toda tuya.
Con esto quedé más que satisfecho, además sentí que en ese momento podía hacer con ella lo que quisiera.
Y salimos de la estación Terminal del Norte y nos dirigimos caminando al Hotel Brasilia, que está, allí junto a la Terminal, sobre la Avenida 100 Metros. De paso pase a una fonda que también vende copias fotostáticas y le saqué una copia a su credencial.
Ella llevaba su suéter grueso blanco, con detalles verdes y rojos, y un pantalón gris de vestir, en el que lucían sus caderas muy ceñidas al mismo. Se veía bien.
Entramos al Restauran con nuestras maletas, escogimos una mesa y le digo, voy a buscar una habitación estas de acuerdo?
– Si, aquí te espero.
Me dirigí a la gerencia y pedí una habitación para dos, con jacuzzi. Luego me dirigí al baño, para lavarme las manos. Y regresé a la mesa.
– Ya tenemos habitación. ¿Cuando debes estar en Oaxaca?
– Para mañana, pero les puedo hablar que estoy aquí y que llegaré pasado mañana.
– Okey, creo que es mejor.
– Que vas a pedir de comer. A mi me gustaría un bistec, con papas. A ti que se te antoja?
– Yo igual, pídeme lo que tu vayas a cenar.o, ice el pedido al mesero y al poco rato nos trajeron la cena
– Antes que nada quiero aclarar, que lo que vamos a hacer, free, sin compromiso, para ambos, estas de acuerdo.
Ella riendo, me dice,
– Claro, soy consiente de ello.
Siempre cargo con Condones en mi portafolios, por lo que pueda suceder. Los saco y se los muestro.
– Que es eso?. Me pregunta.
– No puedo creer que no sepas. Le digo, y extiendo mi mano, para que ella misma lea lo impreso en el paquete.
– No pues no se, que sea.
– Bueno, no importa, es por precaución, no quiero que te vayas a embarazar. Ok. Quiero cuidarte.
– Si mi Rey y se me acerca y me da un beso en la boca.
Terminamos de cenar y nos dirigimos a la habitación. Ella entró primero, y se dirigió al centro de la habitación, esperándome.
– Bueno, Alejandra, ya sabes flojita y cooperando, al principio vas a sentir un poco de dolor pasará pronto. Mientras, la tomo en mis brazos y le doy un beso de lenguita, que ella me corresponde.La tome por sus seños y empecé a desnudarla quitándole el suéter, me lleve una grata sorpresa sus senos eran grandes y hermosos, coronados por uno pezones prietos de grandes aureolas más oscuras, que me gustaron mucho.
Luego le quité el pantalón, dejándola en sus pantaletas grandes de encaje, como de señora. Así la dejé completamente desnuda. Su pubis estaba cubierto por un negro y espeso bello, que le cubría toda la ingle y la parte superior de sus muslos. Acaricié su coño y ella me acaricio el pene, por arriba del pantalón.
Me quité mi ropa, dejandola cuidadosamente en una silla que se encontraba en el cuarto.
y nos tendimos los dos en la cama cubriéndonos con la sabana y acariciándonos. Apague la luz. Baje a su pubis, y adopté la posición del 69, ella me empezó a mamar mi polla, con pericia. Y como no quería venirme antes de desvirgarla. La coloquá al borde de la cama, le frote mi miembro tieso, con su vagina y poco a poco fui penetrandola, ella empezó a gemir y a quejarse, cuando sentí que mi glande había entrado, lo deslicé de un jalón, ella se quejó con un grito apagado. Y le digo, ya está, ya eres mujer. ¿ Te dolió?.
– Si un poquito, pero ya no.
Empecé a moverme en un lento mete y saca, que ella también, me correspondió: Luego más fuerte hasta que me vine dentro de ella. Luego nos besamos y nos quedamos dormidos un rato.

En la mañana, nos despertamos, me metí al baño a bañarme y ella me acompañó al poco rato, la enjaboné, acariciando su cuerpo joven y ella me abrfazó y me besó. Luego nos metimos al jacuzi. Una vez que estuvimos vestidos, bajamos a desayunar con mucho apetito los dos. Entregamos el cuarto. Y tomamos un taxi que nos llevó a la Central Tapo, donde ella compro un boleto para Oaxaca. La esperé a que saliera el autobús, nos dimos un beso y me dijo.

– Gracias, la pasé increíble. Nos escribimos he.
– Si claro, cuando quieras. Estamos en contacto.

Y subió a su camión. Esperé a que saliera el autobus.
Nunca más la volví a ver. Aunque de vez en cuando, nos escribimos, recibo alguna postal de ella, o alguna Tarjeta de Navidad. Se que se casó y tuvo tre shijos, una mujer y dos hombres.
Fue una experiencia increible y es una de mis mejores recuerdos.

Gracias por leer mi historia, espero les haya gustado. Dejen sus comentarios.

Author: Isaac Mentir

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