La indigente cachonda

Hola, mi nombre no importa. Lo que importa es que soy una persona muy caliente: a lo que se mueva le tiro y nunca dejo desaprovechada la oportunidad de meter mi verga en alguna panochita húmeda y deseosa. De mi sólo diré que tengo 30 años, soy moreno y del DF.

El relato que les pongo a continuación es real, ustedes si quieren me creen o no. Bueno, resulta que estudio en la universidad y una de tantas noches me di cuenta de que ya eran las tres de la mañana por lo que decidí que lo mejor sería no dormirme por el riesgo de seguirme y faltar a las primeras dos clases.

Me metí a bañar y me cambié. Ese día salí una hora antes de lo normal (a las 4) y como supe que tenía tiempo de sobra y tenía un poco de dinero, decidí que pasaría a la zona de buenavista a ver si había alguna pirujilla que me convenciera para que me mamara el pito. En eso andaba, y en efecto, había muchas prostis para ser esa hora. Pero ninguna me convencía, así que me seguí a la colonia Guerrero. Allí también había varias prostis pero tampoco me convenció ninguna, además de que muchas de ellas se estaban “moneando” (inhalando droga) y no quería que mi carro se llenara de olor a activo. Ya me habían dado las 5 :15 cuando decidí que me la iba a tener que chaquetear: di vuelta en el famoso puente de alvarado en dirección al circuito interior cuando me agarró el rojo del semáforo. Entonces vi a una indigente en la parada. No sé explicar por qué pero la verga se me paró de inmediato al verla. Quizá ella noto mi excitación en mi cara, el chiste es que me sonrió y yo le correspondí la sonnrisa. Fue cuando ella se acercó. Yo tenía el seguro de la puerta quitado. Me hizo señas para que bajara la ventanilla pero le indiqué que abriera la puerta. Ella de manera natural abrió y se subió al auto.

-Hola, muñeco- me dijo- ¿A dónde vas? ¿Me das un ride?

-Para dónde vas?- respondí con otra pregunta

-A donde quieras ¿A dónde me vas a llevar?

-Pues, no se…¿Quieres ir a coger?

-Me late, mi rey: ya tiene dos días que no duermo calientita-me dijo; mira cómo estoy refría-y puso mi mano en su pierna. Era una pierna un poco flácida.

Aquella mujer tendría unos cincuenta años. Era de piel morena clara. Llevaba una falda negra larga que le llegaba a las rodillas y una blusa del mismo color. No llevaba suéter ni sudadera. Al estar sentada pude notar que no traía tampoco sostén y se adivinaban unas tetas grandes aunque algo caídas (así como me gustan). De inmediato la verga se me paró más. Pasé mi mano cerca de su panocha y mientras la sobaba arranqué.

-¿Y qué? ¿Cuánto me vas a cobrar o qué onda?- le dije

-Lo que tú me quieras dar, pero eso sí, pagas el cuarto para quedarse, porque quiero dormir después de coger. Eso sí: no me gusta por detrás y de una vez te digo.

-Ya estás-le dije contento con la propuesta.

-Fuimos a un hotel de la zona, de esos económicos pero con estacionamiento, por si las “ratas”.

-Entramos, y en el recibidor pagué un cuarto “para quedarse”. Subimos dos pisos: yo la seguía para verle el culo. La verdad es que estaba grande pero un poco flácido, pero eso no me importó porque siempre me han gustado las mujeres de cierta edad y parecía que me había sacado la lotería con esta mujer. Llegamos y entramos al cuarto. Ella entró al baño y al salir hice lo mismo. Al salir me empecé a desvestir: ella hacía lo mismo. Hacía frío así que nos metimos en las cobijas. Normalmente me gusta coger con la luz encendida para excitarme más viendo el cuerpo de la que me estoy cogiendo pero esta vez no quise y me limité a prender la tele. Con eso tenía la iluminación suficiente para verla con claridad.

Ya encuerados comenzamos a acariciarnos y a besarnos (eso es raro porque las prostis generalmente no besan), lo que me puso todavía más caliennte. Me comenzó a chaquetear lentamente y yo le correspondí pasando mi mano por su panochita peluda. Era una panocha suave, con una cantidad de vello moderada. La tenía mojada. Ella se retorcía mientras me besaba de lengua y me jalaba la verga bien sabroso. A pesar de ser unba indigente, no olía mal y no estaba tan sucia como era de esperarse en estas personas. Sus pies estaban sucios, sí, pero parece que regularmente se baña porque no olía mal ni me llegaba el olor a orines rancios que normalmente expelen las indigentes. Le besaba sus chichotas y le dedeaba la almeja. Ella gemía despacio y pude ver cómo sonreía de placer mientras le daba dedo. Como vi que le gustaba y que estaba relativamente limpia, me decidí a bajar hacia su cuca. Empecé a besársela y a lamérsela para que su clítosis se pusiera duro y saliera de su escondite, lo cual no fue dificil. Una vez expuesto su botón le di de lenguetadas y lo chupaba: quería comérmelo. Sabía deliciosa su conchita y sus pelitos tenían algunas canas. Me calentaba ver esos pelos y oler esa panocha. Era u olor agridulce, un poco de orines mezclados con sus flujos vaginales. Me enntretuve un buen rato mamando su panocha deliciosa y ella lo disfrutaba: me empujaba la cabeza para que me undiera en su rajita mojada. Gemía quedito pero de una manera muy cachonda. Despues de un buen rato me incorporé y nos volvimos a besar. Yo le seguí dando dedo pero ahora a una velocidad mucho mayor. Ella gritaba y decí8a que le gustaba mucho.

-Sí, así, mi rey, así dedéame rico como lo estás haciendo, que ya me voy a venir.

De repente ella apretó fuerte sus piernas. Yo la seguía dedeando. Su respiración se agitó y su cuerpo se veía tenso: se estaba vivniendo.

La dejé descansar unos segundos y cuando se recuperó un poco me dijo:

-¿Cómo quieres que te caliente, papito?

-Chúpamela

Y se pegó como chivito a mi verga. De vez en cuando me lamía los huevos y yo sentía exquisito. Estaba disfrutando mucho esa mamada, hasta que un pelo mío se le atoró en la garganta y comenzó a toser mucho. La dejé que se recuperara y ya repuesta me pidió que se la metiera.

-Ya, dame tu verga, papito, échale tu lechita a esta vieja.

No lo pensé dos veces. Me monté de a misionero y se la metí de un golpe. La verdad no la tengo grande y puede decirse incluso que es chica (unos 12 cm) pero con eso nunca he tenido quejas. Entró facilísimo y creí que no apretaría pero me equivoqué: además de apretadita, sentía mojadita y calientísima esa panocha suya. Comencé a bombearla. Le daba verga mientras le agarraba las tetas enormes y la besaba. Aveces dejaba de besarla para chuparle las chichis. Estaba muy excitado y no paré de bombear hasta que sentí que me venía. Como estaba muy caliente no me puse condón así que pensé si se molestaría pero me dijo de nuevo:

-Échame tu lechita adentro que hace mucho que no siento el semen en mi verija, mi cielo.

Sus palabras me calentaron a tal grado que no pude más y estallé adentro de ella. Como llevaba más de una semana sin limar o sin chaquetearme, fue mucho semen el que le dejé en su cuevita. Me estuve bmbeando todavía unas veinte segundos después de venirme. Me recosté junto a ella y ella abrió sus piernas para enseñarme su chocho.

-Mira cómo me lo dejaste todo lleno de mocos. ¡Qué rico! Pero ahorita que volvamos a coger quierpo que me los eches en la cara o si quieres me los como, papi.

En ese momento recordé que iba tarde para la uni.

-Será para la otra, corazón: debo irme. Yle dejé un billete en la repisa: me quedaría sin desayunar toda la semana pero se lo había ganado a pulso.

Desde entonces cada vez que paso por ese semáforo, se me para la verga. No la he vuelto a ver pero si la topo de nuevo, seguro me la cojo.

 

Author: Amauro

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