Dos intrusos en mi casa. Segunda parte

Pensé que ya había terminado todo, pero no sabía lo que me esperaba, los tipos no se iban a conformar con una mamada y menos ahora que sabían que yo estaba solaEntre los dos me hicieron levantarme y caminar adentro de la casa; el pelón me repetía en todo momento que no hiciera ruido ni me resistiera porque me clavaría el cuchillo hasta dejarme hacha trizas; no dudé de que lo hiciera, pues ee notaba que el tipo era un desquiciado.

Una vez dentro me llevaron al comedor; me ordenaron subirme y acostarme boca arriba; me abrieron los brazos y me ataron cada uno a las patas de la mesa; pero mis nalgas apenas se recargaban en la mesa; mis piernas quedaron volando. Les pedí que no me hicieran ya nada, pero el pelón me puso el cuchillo frente a un ojo y me dijo que me callara o me dejaría tuerta y que de todos modos me iba a violar, así que tuve que guardar silencio. El pelón recorrió mi cuerpo con el cuchillo; se detuvo en los senos y me apretó uno causándome mucho dolor; me dijo que sería interesante ver como quedaría yo con un solo seno y acercó el filo del cuchillo a mi pezón; me picó un poco y tuve que gritar, pues ya no aguanté más. Creí que cumpliría su promesa, pero él lo que hizo fue ordenarle al flaco que me tapara la boca; este tomó un pedazo de cinta y me lo colocó en la boca, luego tomó una toalla y me envolvió la boca con ella impidiéndome hacer cualquier ruido; el pelón siguió recorriéndome con el cuchillo y se detuvo en mi entrepierna; me dijo que tal vez me clavaría el cuchillo en la vagina para verme desangrar por allí; yo lloraba suplicante, pero ellos se burlaban de mí, diciéndome que ahora ya no me sentía tan valiente sin mi arma; hubiera deseado decirles que los cobardes eran ellos, poniéndose los dos contra una mujer sola e indefensa.

Después se desnudaron por completo y el pelón me abrió las piernas, sosteniéndolas en alto con los brazos abiertos; se paró en medio de ellas y colocó su pene en la entrada de mi vagina; vi venir lo inevitable, cerré los ojos y sentí un gran dolor cuando el pelón metió con fuerza su miembro hasta el fondo; creí que me partiría en dos; las lágrimas saltaron de mis ojos y los abrí, vi como el pelón sonreía mirándome a la cara, gozando con mi sufrimiento; el dejó su pene adentro y empezó a moverse en círculos, provocándome más dolor; yo gritaba que ya no siguiera, pero solo se escuchaban ruidos inintelegibles. Luego el pelón empezó un vaivén hacia adentro y afuera de mi vagina,; soltó mis piernas y empezó a magrear mis senos, los sobaba, los pellizcaba y los apretujaba haciéndome sufrir.

Todo el tiempo que me estuvo violando, el tipo me dijo cosas burdas y sucias, además de burlarse hasta que terminó dentro de mí, arrojándome grandes chorros de semen en la vagina; él gritó de placer mientras me apretaba con fuerza los senos haciéndome llorar.

En cuanto el pelón sacó su flácido pene chorreante, el flaco se colocó en posición y empezó a meter despacio su pene; al principio lo sentí poco, no dolía mucho porque lo tenía muy delgado, pero lo fue clavando más y más, parecía interminable. Cuando clavó una parte, sentí como si me fuera a atravesar toda y salir por la boca; empecé a retorcerme y a tratar de gritar para pedirle que no la siguiera metiendo, él se dio cuenta y me dijo que apenas llevaba la mitad, que aguantara porque iba a meterla toda y siguió empujando.

Aquel enorme fierro me quemaba, no creí poder aguantarlo todo, pero creo que si me lo metió por completo; luego empezó a moverse adentro y afuera, en cada embestida yo sentía como que me partía en dos; a él no le importaron mis quejidos ni mis lágrimas, siguió violándome hasta que terminó también con una gran descarga dentro de mí.

Pensé que ahora si ya estarían satisfechos y habría terminado todo, pero ellos tenían otros planes.

Luego de que terminaron de violarme ambos me vendaron los ojos; me ataron las piernas abiertas a las otras patas de la mesa y los escuché alejarse; pensé que se habían ido y que me habían dejado en esa posición para que no me soltara rápido y pudiera pedir ayuda. Al creer que estaba sola, intenté soltarme, pero por más que me esforcé no pude liberarme, así estuve hasta que el cansancio me venció y me dormí.

Un salvaje cubetazo de agua me despertó; yo me sentí adolorida, pues seguía en la misma posición. Escuché la voz del pelón junto a mi oído; me dijo que me iban a soltar pero que no gritara y que hiciera lo que ellos dijeran o me matarían; asentí con la cabeza y me soltaron; me quitaron la venda de los ojos y me desamordazaron. Me llevaron al baño y el pelón me hizo que le curara la herida que yo misma le había hecho en la pierna; se la curé y luego me ordenaron que me bañara; lo hice mientras ellos platicaban al otro lado de la cortina de baño; platicaban de cosas intrascendentes, como si nada pasara hablaban de deportes, de cervezas y de mujeres, incluyéndome a mí; lo que más miedo me dio fue que mencionaban que podrían llamar a otros amigos a que les ayudaran a llevarse las cosas y que les pagarían “con cuerpo”, después de ese comentario se rieron y entendí que el cuerpo con el que pagarían seria el mío; no llegaron a ninguna conclusión.

Salí de bañarme, me sequé y solo cubierta por una toalla me llevaron a mi recámara y me ordenaron que me arreglara, pero que o me vistiera; obedecí y luego me llevaron al teléfono; me hicieron que llamara a mi esposo al hotel donde se hospedaba y que le dijera que había llegado tarde pero había escuchado su mensaje y que le llamaba para darle las buenas noches; tuve que fingir que todo estaba bien, pues en todo momento el pelón tuvo el cuchillo apuntando a mi vagina; mi esposo no se dio cuenta de nada, dijo que me llamaría al día siguiente y le contesté que estaba bien.

Luego me llevaron a la cocina; me ordenaron que preparara algo de cenar, sintiéndome humillada en mi propia casa, preparé unos sandwiches, me quitaron la toalla y me hicieron sentarme desnuda y comerme un sandwich que el pelón escogió, supongo que para comprobar que no los estuviera envenenando; ellos se devoraron los suyos y tomaron cerveza; de repente el pelón sin terminar de comer, me miró y me dijo: “Mámame la verga”; sorprendida no supe que hacer, pero el me mostró de nuevo el cuchillo que nunca dejaba y me ordenó: “¡métete debajo de la mesa y mámame la verga cabrona!”; hice lo que me pidió y le chupé el pene mientras él tragaba y tomaba; tuve que satisfacerlo sexualmente y me dijo que me tragara el semen o me pesaría, tuve que obedecer y cuando se vino, me tragué su asqueroso líquido.

El pelón me tomó del cabello y me sacó de debajo de la mesa, de esa manera me obligó a subir las escaleras hasta la recámara que ocupaba con mi esposo; me aventó sobre la cama boca abajo, quedé atravesada y él se pasó al otro lado, quedando frente a mí; con una mano me sostuvo los brazos y me dijo que no gritara o me clavaría el cuchillo que blandía frente a mí; volteé un poco y vi al flaco atrás de mí; sentí sus manos abriéndome las nalgas, escupió en medio de ellas y colocó su largo pene en la entrada en mi ano; empezó a empujar, provocándome un intenso dolor; cerré los ojos y me mordí los labios tratando de no gritar, mi frente se perló de sudor mientras el tremendo garrote me partía el culo.

No pude aguantar más y grité: “¡AAAAHHHH, no, por favor ya nooo, me está matando, por favor, ya noooo!”; el pelón me dio dos tremendas bofetadas y me ordenó callar; me dijo que la próxima vez me clavaría el cuchillo en el ano en vez del pene de su amigo. El flaco le dijo que mejor me amordazara; yo prometí ya no gritar, pero el pelón hizo caso del consejo de su amigo; le dio a él mis brazos que me sostuvo desde atrás, abrió un cajón y sacó una trusa de mi marido; la hizo bola y me la metió en la boca; luego la aseguró con cinta impidiéndome hacer cualquier ruido.

Mientras tanto, el flaco entraba y salía gozando de mi ano; seguí gritando como loca pero ya no se escuchaban mis gritos.

El flaco terminó y llenó de semen mis entrañas; se salió y descansé solo unos segundos, los suficientes para que el pelón me clavara su miembro en mi adolorido ano; me lo clavó todo sin compasión, volví a gritar sin lograr emitir ruidos; él se acostó sobre mí y colocó sus manos en mis pechos, acariciándolos; entró y salió, no tardó mucho en terminar también dentro de mí dejándome sumamente adoloridos el ano y los pechos.

El reloj de pared de la recámara marcaba las 2:18 de la mañana; ellos dijeron estar cansados y el flaco me llevó de nuevo al baño; me ató las manos al toallero y me hizo sentarme en el frío suelo debajo de el, luego me ató los tobillos al lavabo, dejándome sin posibilidad de moverme, me dejó puesta la mordaza, orinó y al salir me ordenó que me durmiera, que al día siguiente tendría mucho trabajo.

Author: manuel

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Todos los personajes involucrados en situaciones sexuales en las historias deben tener al menos 18 años. Si encuentra alguna historia que viola las reglas del sitio, informe la historia para que pueda eliminarse.