Como extraño esos viejos momentos…
Hoy tengo 25 años y estoy en pareja hace ya 3, llevamos una vida normal.
Tenemos buen sexo. Pero no puedo evitar extrañar aquellos buenos tiempos con mi novio anterior… Con el tuvimos una relación de un poco mas de 2 años, pero la pasábamos bien, muchos mas jóvenes y nos gustaba tener sexo, cuando teníamos ganas, sin importar donde estábamos.
Les cuento una de estas …
Estábamos en su casa, en una reunión familiar, no recuerdo el motivo de la misma. Todos estaban reunidos en el patio, ya que era verano y la noche estaba buenísima. Como siempre en estas reuniones se habla de muertos, rememoran viejas historias familiares, etc, todo muy aburrido, estábamos aburridísimos, sentados uno al lado del otro, cuando Sebastián empezó a acariciar mi espalda, bajando disimuladamente hasta mis nalgas, metió su mano por la cintura de mi pollera hasta llegar casi a mi concha, en ese momento yo me incline levemente hacia adelante y el introdujo sus dedos en ella, moviéndolos cada vez un poco mas, haciendo que mi concha se mojara mas y mas, estaba tan excitada que creí que todos lo notarían. Volvía a incorporarme en la silla disimulando el estado en el que estaba, Seba saco su mano y nos levantamos, disimuladamente nos fuimos para el interior de la casa, hacia el hall de entrada del departamento, una vez allí llevo mi mano hacia su miembro, estaba tan rígido, me puso contra una pared, corrió la musculosa que llevaba y empezó a pasar su lengua sobre mis pechos, una y otra vez, mientras chupaba mis pezones, luego bajo hasta colocarse debajo de mi pollera, corrió mi tanga y empezó a pasar su lengua tibia por mi clítoris, estaba tan mojada. Cuando sentimos que alguien iba hacia la cocina, Seba se incorporo agarro fuertemente mis muñecas y coloco mis brazos sobre mi cabeza, con sus pies abrió mis piernas y metió en mi concha su pija, tan dura, me penetraba y sentía como si me estuviera desgarrando por dentro, empezó a bombearme, golpeando mis nalgas contra la pared, una y otra vez, estábamos transpirando de sobre manera que ya era un día de calor terrible, con nuestros cabellos pegados sobre la cara y espalda, evitando hacer ruido… Cuando escuchamos que quien estaba en la cocina se dirigía nuevamente hacia el patio. El miedo a ser descubiertos nos produjo una excitación aun mayor, Seba comenzó a bombearme mucho mas fuerte, ferozmente, de fondo el murmullo de todos los familiares hablando, nos hizo falta mucho para que ambos acabamos, mordiéndonos para no dejar escapar ningún gemido. Nos acomodamos la ropa, nos arreglamos el cabellos y volvimos a la reunión como si nada hubiera pasado.