Hace un año terminé con un chico muy guapo llamado Arturo, el cual era casi perfecto, de no ser por su excesivo ego que lo hacía una persona pedante y demasiado vanidoso.
Me dolió mucho separarme de él; en la escuela decían que éramos la pareja perfecta, los dos guapos, de buen cuerpo y muy populares, éramos la envidia de todos, yo de las chicas de la escuela y él de los chicos, pero la relación se fue deteriorando aunque yo lo quería mucho y tuvimos que terminar.
Después de un tiempo, conocí a Raúl, mi actual pareja; nos llevamos muy bien y siento que nos queremos bastante, pero no se ha borrado de mi mente Arturo, a veces, cuando hago el amor con Raúl, me acuerdo de él.
Un día estaba yo sola en mi casa (vivo con una hermana solamente) y sonó el teléfono; era Arturo, que con voz de borracho me decía que quería verme para pedirme perdón, que yo era el amor de su vida y no sé cuantas tarugadas más. Yo le contesté que ya no teníamos nada que ver, que se olvidara de mí y que yo ya tenía otro; que me dejara en paz y le colgué el teléfono.
Me sentí muy triste de oír a Arturo así, pero tuve fortaleza para rechazarlo. Dos minutos más tarde volvió a sonar el teléfono y contesté; era Arturo otra vez, diciéndome que no le colgara, que me amaba y que quería regresar conmigo. Casi llorando le dije que ya no me molestara o mi novio se enojaría; me dijo que no le importaba, que dejara yo a mi novio y regresara con él y me dijo que no colgara el teléfono o lo lamentaría; esto último me molestó bastante y con risa burlona le pregunté que iba a hacer; él dijo:
– No lo sé, tal vez tu novio tenga algún â??accidenteâ?
– Mira, ni lo conoces y si le haces algo, jamás regresaré contigo ¿ok?
– Entonces a tu hermana le puede pasar algo; (se escucharon algunos gritos cerca de la bocina)
– Mira, ya deja de estarme molestando, no quiero saber más de ti; ¿quién está contigo?
– Unos amigos, ya, déjame ir a verte, tengo ganas de estar contigo.
– Mira, tu y tus amigos pueden irse al infierno, adiós.
Colgué la bocina con fuerza, temblando del coraje de que me hiciera esto. Me senté en un sillón y de repente sonó de nuevo el teléfono, no sabía si contestar o no, pero el timbre me molestaba, así que me paré a contestar:
– Ya déjame en paz por favor
– ¿Qué pasa cielo? (era mi novio)
– Ah, nada, es que pensé que era alguien que ha estado llamando.
– No te preocupes, ya en unos minutos salgo para allá.
– Esteee, no, sabes que, no nos vamos a poder ver hoy
– ¿Por qué?
– Es que me siento mal y acabo de terminar de limpiar la casa, estoy desarreglada y no quiero que me veas así.
– ¿Te sientes mal, que tienes?
– Creo que me va a dar gripa
– Si quieres voy a apapacharte
– No, me voy a tomar algo y a dormir, mejor nos vemos otro día ¿sí?
– Bueno, luego te llamo entonces (se oía enojado)
– Ok, bye
– Adiós.
No sé porque lo hice, no sé si extrañaba a Arturo o el escucharlo me había dejado nerviosa y confundida; de cualquier manera decidí mejor irme a descansar.
Me fui a mi recámara, me desvestí y me puse solo un short de mezclilla y una playera cortita; me dormí, no sé cuanto, pero luego me despertaron unos ruidos en la cocina. Me levanté y grité: ¿Quién anda ahí? (Que estupidez gritar y que todo mundo sepa donde estás), nadie respondió; salí de mi recámara llamando: ¿Berta? (así se llama mi hermana), pero seguían sin responder; fui a la cocina y entré; vacía, me puse nerviosa y abrí el cajón donde guardamos los cuchillos filosos, estaba a punto de tomar uno cuando sentí que alguien me abrazaba por detrás con mucha fuerza y me tapaba la boca, quise estirar la mano para tomar el cuchillo, pero no lo alcancé, me levantó en vilo y me llevó a mi recámara; me arrojó sobre la cama y entonces pude voltear y ver quien era: â??¡Arturo!â? grité,
– ¿Qué haces aquí?
– Vine a verte, me dijo
– ¿Qué quieres?, ya te dije que no quiero verte de nuevo, ya vete por favor
– ¿Y si no?, entiende que te necesito, necesito tu amor, necesito tu sexo
– No, hombre, estás mal, yo ya tengo otro y si no te vas, el va a venir y te va a ir muy mal
– ¿Ah si?, escucha esto:
Arturo sacó una pequeña grabadora y la puso a funcionar, escuché mi propia voz y la de Raúl diciendo: â??No, me voy a tomar algo y a dormir, mejor nos vemos otro día ¿si? ; Bueno, luego te llamo entonces, Ok, bye, Adiósâ?
– ¿Estás escuchando mis conversaciones? Grité enojada
– Si, ¿porqué?
– ¿Por qué haces eso?, te voy a denunciar
– Lo hago porque te amo, te necesito.
En ese momento Arturo se sentó en la cama y sentí su fétido aliento con olor a vino barato.
– Estuviste tomando, lárgate de aquí o llamo a la policía
– No vas a hacer nada mi vida, solo lo que yo te diga, ¿de acuerdo?
– ¿Y como me vas a obligar, tú y cuantos más?
– Mis amigos, dijo y lanzó un silbido
Me asombré de ver entrar en mi recámara otros cuatro tipos altos y fornidos; uno era negro, dos morenos y uno blanco; uno de ellos dijo: â??¿Esta es la vieja que te mandó al carajo y se burló de ti en el teléfono?â?; â??Si, esta esâ?, dijo Arturo; â??No pos si está bien buenaâ? terció otro
Intenté levantarme de la cama, pero Arturo reaccionó de inmediato y sentándose en mí me detuvo las manos por arriba de la cabeza.
– ¿Qué quieres?, le dije, déjame en paz ya
– Te quiero a ti mi amor, quiero sentir tu cuerpo junto al mío como antes, anda, vamos a hacerlo
– Nooo, estas loco, y menos frente a estos vagos
– Uuhhh ya nos está insultando, dijo uno de ellos
– No insultes a mis amigos, porque son muy enojones
– Bueno, ya déjame o grito
– No, no vas a hacer eso amorcito.
Diciendo esto, estiró una mano hacia atrás mientras con la otra me detenía los brazos, era muy fuerte y yo no me podía zafar por más que lo intentaba, vi que le dieron un pañuelo, con una sola mano lo hizo bola y me dijo: â??Abre la bocaâ?, yo le dije que no y el intentó meterme el pañuelo a fuerza, moví la cara para ambos lados impidiendo que lo metiera y cerré fuerte la boca; él, inteligentemente me dijo mientras forcejeábamos: â??¿No que ibas a gritar?â?; caí en su trampa, abrí la boca para gritar y logró colocarme el pañuelo dentro de la boca; rápidamente uno de sus amigos se acercó con una cinta para pegar cajas y me lo colocó encima del pañuelo, impidiéndome gritar por completo; enseguida, Arturo me ató las muñecas de las manos juntas y luego ató la misma cuerda a la cabecera de la cama. Una vez que me tuvieron atada, Arturo se levantó y empezó a quitarme el short.
Yo quise gritar y me revolví intentando zafarme de mis ataduras, pero de mi boca solo salían ruidos y gemidos: â??Mmmmhhâ?. Arturo me dijo: â??ni intentes hablar porque no te voy a dejarâ?.
Arturo me quitó el short y la pantaleta juntos, luego me subió la playera dejando al descubierto mis tetas, él y sus amigos se regodearon con mi cuerpo blanco y casi perfecto. Arturo me ordenó: â??Abre las piernasâ?, yo no obedecí y entonces Arturo se molestó y fue a uno de los cajones de mi tocador, sacó unas tijeras y se me acercó, sentí mucho miedo y él me colocó las tijeras filosas junto a mi garganta y me dijo: â??mira, no estoy jugando, si no me obedeces con estas tijeras haré tiras tu hermosos cuerpo y esperaré a tu hermana para cogérmela y luego hacerle lo mismo, ¿entendido?â?; con esas amenazas, no me quedó otra más que decirle que sí y moví la cabeza dándole a entender que haría lo que me dijera.
â??Abre las piernasâ? volvió a decir y esta vez obedecí, abrí las piernas y vi que sus amigos me veían con morbo, en ese momento supe que me violarían todos. Y así fue, el primero fue Arturo, se subió a la cama y metió su pene con fuerza y sin compasión en mi panochita, el dolor que sentí fue inmenso, pues yo no estaba lubricada, el puso sus manos a los lados de mi cuerpo y empezó a meter y sacar su miembro de mí, provocándome mucho dolor y haciéndome sentir humillada; en ese momento supe que Arturo no era el hombre que yo había creído, era un patán salvaje sin nada en el corazón. Estos pensamientos alejaron un poco mi mente de la violación de la que estaba siendo objeto, escuchaba como entre sueños: â??Que buena estás, no que no querías, bien que te gusta mamacita; ah que rico coges mi reinaâ?.
Arturo se dejó caer sobre mi cuerpo y quiso besarme el cuello, pero la camiseta le estorbaba, así se detuvo un momento, tomó las tijeras del buró y cortó un poco de mi playera, la tomó con ambas manos y la jaló, desgarrándola; la hizo pedacitos y la aventó; quedé totalmente desnuda y Arturo reanudó la violación, pero esta vez empezó a besarme el cuello y a sobarme las tetas, me decía cosas al oído y a veces metía su lengua en él; quise evitarlo, pero poco a poco mi cuerpo fue reaccionando a las caricias de Arturo, sin darme cuenta empecé a lubricarme y a gozar con la cogida.
De repente Arturo se quedó quieto y sentí como su semen entraba en mí, se vino sin salirse el desgraciado.
Luego se subió uno de los tipos morenos, él empezó a sobarme las tetas también, para ese entonces yo ya estaba muy excitada y lo que me hacía el tipo ya no me lastimaba, por el contrario era muy placentero y sin querer empecé a moverme, creí escuchar algo así como: â??Ya ves, es bien puta, si ya le está gustandoâ?; cerré los ojos para tratar de evadir la realidad, pero no pude evitar correrme dos veces con el moreno; de mi boca salían gemidos pero ahora eran de placer. El individuo terminó saliéndose de mi vagina, me llenó de semen el vientre.
Después fue el turno del negro, abrí los ojos y lo vi parado junto a mí, el tipo estaba muy bien, realmente era un cuero de chavo, y de su pene no se diga, era un animalote como nunca he visto otro, la verdad me espantó un poco saber que eso era lo que me iba a meter pues pensé que me lastimaría y creo que todos se dieron cuenta, pues uno de ellos exclamó: â??Si puta, eso es lo que te vas a comer, no abras esos ojotes que sabemos bien que te gustaâ?.
El negro me acarició primero las tetas con una mano y con la otra empezó a sobar mi clítoris, luego bajó más la mano y metió un dedo en mi vagina, lo movió buscando algo hasta que… ¡Aaaahhh!, no lo podía yo creer: ¡Encontró el punto G! ; el placer que me hizo sentir con sus dedos era indescriptible, me vine con solo sus caricias en el punto G; quería desatarme, pero ahora para besar al negro que me hacía sentir tanto placer y para chuparle el pene y devolverle las caricias que él me hacía; no sé si se dio cuenta o solo por sentir placer, pero el negro le pidió a uno de sus amigos que me quitara la mordaza, el chico blanco se acercó y me dijo: â??Si gritas te va a ir muy mal, así que tranquila ¿de acuerdo?â?, moví la cabeza afirmativamente para que supiera que entendí y él procedió a quitarme la cinta, dolió un poco cuando la arrancó y luego me sacó el trapo de la boca, si hubiera querido gritar no me hubiera dado tiempo, pues de inmediato el negro metió su pene en mi boca mientras él me lamía el clítoris y metía varios dedos en mi vagina, hicimos un 69 y yo me volvía loca del placer que el tipo me proporcionaba.
Estuvimos un buen rato dándonos placer mutuamente, yo le mamaba la tremenda cosa que tenía el negro (de ahora en adelante lo llamaré por su nombre: Joshua) y el me chupaba el clítoris y la vagina y jugaba con sus dedos; me vine tantas veces que perdí la cuenta; Joshua terminó dentro de mi boca y me tragué sus semen; pensé que seguiría otro de sus amigos, pero no, Joshua eyaculó, pero no se le bajó el pene, seguía tan erecto como al principio; así que él se acomodó para cogerme en posición normal, me ordenó levantar las caderas y colocó una almohada debajo de mis nalgas, luego se hincó en la cama y empezó a clavarme su gran pene despacio, sentí que me partía en dos, pero era un dolor placentero, comenzamos a movernos y tuve que morderme los labios para no pedirle más, volví a cerrar los ojos tratando de que Arturo y sus amigos no notaran como gozaba yo la cogida de Joshua; de repente sentí como alguien se subía en mí, abrí los ojos y vi que el chico blanco se había sentado en mi vientre; colocó su pene en medio de mis tetas y con las manos las apretó una contra la otra, de tal forma que su pene quedaba atrapado entre ellas y empezó a moverse hacia adelante y atrás, masturbándose con mis tetas; no me gustó mucho, pero tampoco era molesto.
Yo seguía sintiendo a Joshua dentro de mí y el miembro del otro individuo en mis tetas; luego el otro chico moreno se acercó a la cama por un lado y se subió en ella, se hincó a un lado de mi cara y acercó su pene a mi boca, yo me volteé pues no quería chupárselo, pero el me dijo: â??No te hagas, si bien que te gusta, anda, chúpalo, no me hagas forzarteâ?. La verdad es que tenía razón, yo estaba gozando todo lo que ellos me hacían y no me importaba mamar un pene más; así que abrí la boca e introduje su gordo miembro, comencé a succionar moviendo la cabeza; escuché a Arturo como decía: â??Mírala, y se hacía la muy inocente la puta esta, si bien que le gusta la cogida; que bueno que ya no es nada mío, espero que a su novio le guste que sea tan pirujaâ?. No le pude reclamar porque tenía la vergota del otro tipo en la boca, pero deseaba decirle que él era el que había provocado todo esto.
Unos momentos después, el tipo que estaba masturbándose con mis tetas tuvo su orgasmo y soltó todo su semen en mi cuello y pecho, incluso manchó un poco a su amigo; casi enseguida se vino este otro y jalándome de los cabellos me gritaba: â??¡Trágatelo, trágatelo todo puta!â?; le salió tanto semen que no me lo pude tragar, si me tragué una buena parte, pero bastante escurrió afuera, ensuciándome la cara y sentí como escurría hasta mis orejas, el se salió cuando todavía lanzaba chisguetes de semen y me llenó la frente, el cabello y si no hubiera yo cerrado los ojos, también me hubiera entrado ahí.
Ellos se bajaron de la cama y se dirigieron a la puerta, salieron de la habitación junto con Arturo y el otro chico moreno dejándome sola con Joshua quien seguía cogiéndome sin parar; al ya no tener espectadores, decidí entregarme totalmente a él y me moví a gusto, disfrutando la cogida. Me vine otras tres o cuatro veces y Joshua no se cansaba, seguía cogiendo como al principio, incluso yo me cansé y dejé de disfrutarlo y él seguía y seguía como si nada; le dije que ya se detuviera y no me hizo caso, pero unos minutos después sentí como se detuvo, se salió y soltó tremendos chorros de semen sobre mí, llenándome de su líquido desde el vientre hasta la cara.
Quedé agotada, llena de semen pero satisfecha y pensé que Joshua me desataría y se iría con los demás, pero el siguió ahí parado y la bajar la vista vi algo que me dejó muda: ¡Joshua seguía con el pene erecto en toda su extensión!, le dije: â??Ya no me hags nada por favor, ya déjame ¿si?â?; por toda respuesta Joshua se acercó a mí, tomó el trapo con el que antes me habían cubierto la boca y mientras yo seguía hablando él volvió a meter el trapo en mi boca, tomó otro pedazo de cinta y me la colocó para que no pudiera hablar ni gritar. Después me tomó de la cintura y con un rápido movimiento me hizo voltearme boca abajo, las manos me dolieron porque se torció la cuerda con la que seguía atada; Joshua me hizo abrir las piernas y sentí como escupía en mi culo, adiviné lo que iba a hacer y empecé a retorcerme para volver a quedar boca arriba, pero el me detuvo con fuerza y sentí como me abría las nalgas; empezó a introducir su enorme pene en mi ano; ahí si me dolió muchísimo, sentí que me iba a partir y que me iba a morir, quise gritar, pero la mordaza me lo impidió; cerré los ojos dejando escapar lágrimas de rabia y dolor, mientras Joshua clavaba más y más su pene en mí.
Una vez que me tuvo toda clavada, Joshua empezó a moverse, provocándome más dolor, pensé que me desmayaría porque él sacaba totalmente su miembro y luego lo volvía a meter, sin dejar que mi culo se acostumbrara al grosor de su pene, entonces cada vez que lo volvía a meter me causaba el mismo dolor.
En eso regresaron Arturo y los demás chicos; exclamaron cosas como: â??Ay pinche Joshua, ya se la metiste por el culo tambiénâ?, â??No mames pinche negro, la vas a dejar bien abiertaâ?, â??después de esto le va a caber hasta una bazookaâ?. Arturo se me acercó y me tomó del cabello; me hizo levantar la cara y me dijo: â??Que tal lo estás disfrutando putitta, bien que te gusta ¿verdad?â?, lo miré con odio mientras mi respiración agitada demostraba lo que estaba sufriendo.
Joshua me estuvo cogiendo por el culo durante mucho tiempo, perdí la noción; varias veces estuve a punto de desmayarme, pero Arturo al darse cuenta de esto me arrojaba agua en la cara y me daba a oler sales para evitar el desmayo, así estuve mucho tiempo hasta que Joshua se salió y se vino, llenándome la espalda de semen. Yo sabía que los otros también me violarían por el ano y no me equivoqué; uno de ellos se acomodó para hacérmelo y en eso se escuchó que alguien entró a la casa; no podía ser mas que mi hermana; ella gritó: â??Ya lleguéâ?. Arturo les hizo una seña a los otros de que no hicieran ruido, cerró con cuidado la puerta de la recámara y acercó su cara la mía; en voz baja me dijo: â??Si gritas, ya sabes lo que le pasará a tu hermana; contéstale como si no pasara nada ¿ok?â?, moví la cabeza afirmativamente y Arturo me quitó la mordaza, se escuchó afuera de la recámara un grito: â??Hola, ¿estás aquí?â?, contesté: â??si, aquí estoy, estaba dormidaâ?; â??Bueno, me voy a dormir, te veo mañanaâ?; â??hasta mañanaâ? contesté y se escuchó como mi hermana se alejaba hacia su recámara. Yo creí que en cuanto ella se encerrara, Arturo y los demás se irían, pero el se me acercó y me dijo: â??te has portado muy bien y por eso te vamos a premiar, solo te cogeremos por el culo una vez cada quien y yaâ?; yo iba a protestar pero él me dijo: â??Calladita y quieta o vamos por tu hermanaâ?. Me quedé quieta y no alegué más; Arturo se subió a la cama y se colocó atrás para cogerme por el culo, me advirtió: â??Nada de ruidos o tu hermana lo pagará ¿ok?â? y enseguida me abrió las nalgas y empezó a clavarme su miembro en el ano; me dolió un poco menos que con Joshua, tal vez porque mi culo había quedado muy abierto, pero aún así me dolió bastante y tuve que morder la funda de mi almohada para no gritar y que mi hermana fuera a tener algún problema por mi culpa.
â??¡Mmmmffff!â?â?, exclamaba yo por el dolor que me provocaba el pene de Arturo en mi culito, mientras él gemía de placer, sin importarle que mi hermana lo escuchara, es más, yo creo que deseaba que ella lo escuchara para que ellos le hicieran a ella todo lo que me hicieron a mí; en voz baja le dije: â??no hagas ruido por favorâ? y el me contestó: â??tu cállate, yo hago el ruido que se me dé la gana y si alguien viene, también le damos para adentroâ?.
Volví a morder la almohada porque Arturo seguía su mete-saca en mi pobre culo, él hizo un poco de menos ruido y unos minutos después, se vino derramando toda su leche dentro de mi culo, sentí como entraba el líquido en mis entrañas; fue una sensación muy rara, como si me llenara.
Ya no abrí los ojos, solo esperé al siguiente y así fue, no supe cual de los tres me penetró, el culo me ardía terriblemente y ellos solo buscaron satisfacerse, uno por uno los tres restantes me cogieron por el culo, mientras yo sollozaba en silencio y mordiendo la almohada; sentí sus orgasmos dentro de mí y hasta sentí ganas de cagar de lo lleno que me dejaron el intestino.
Cuando terminó el último, me voltearon boca arriba, Arturo acercó a mí su cara amenazante, blandiendo las tijeras y me dijo: â??Nadie debe saber lo que hicimos hoy o tu noviecito y tu hermana lo pagarán ¿de acuerdo?â?, llorando moví la cabeza y le contesté con un tímido â??siâ?. Me desataron y se fueron en silencio, rogué por que mi hermana no los oyera ni saliera de su cuarto para que no le fueran a hacer nada, afortunadamente así fue, se largaron dejándome sola con mi dolor.
Ya ha pasado algún tiempo de esto y en la actualidad me va muy bien; Sigo con Raúl y ya planeamos casarnos en un año más o menos, tenemos sexo dos o tres veces a la semana; a veces le pido que me amarre para sentir más placer y él me complace. En ocasiones que Raúl sale de viaje o no puede verme, llamo a Joshua y tenemos unas sesiones de sexo increíbles, todavía no se lo propongo a Raúl, pero me encantaría un trío con ellos dos