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Hola, quiero contar esta peculiar historia porque nunca creí que mi esposa aceptaría algo así, es más nunca creí aceptar yo algo así.Mi esposa se llama Elena y es una mujer de 29 años, muy guapa y de muy buen cuerpo; mide 1.68 y sus medidas son 91-59-64. Gusta de usar el cabello claro, aunque realmente es castaño claro, ella se lo tiñe de rubio, pues como ella es muy blanca y de ojos azules le queda muy bien ese color.
Yo soy Antonio, todos me dicen Toño. Tengo 31 años y me conservo bien pues hago ejercicio y me gustan los deportes extremos; mido 1.73; mi cabello es castaño oscuro y soy moreno de ojos verdes.
Somos de familia acomodada y nuestros ingresos son bastante buenos, no nos hace falta nada en lo material; el único problema que teníamos mi esposa y yo era que, aunque nos gustábamos mucho, el sexo entre nosotros se había vuelto monótono y aburrido; de tal suerte que lo hacíamos una vez cada dos semanas y hubo veces en que lo hicimos solo una vez en el mes.
Buscando una solución a esto decidimos ir con un terapeuta sexual, el cual nos recomendó que buscáramos variantes en nuestra relación para superar el problema; nos dijo que jugáramos, que inventáramos historias donde cada uno representáramos un papel y nos dio algunos folletos, nos recomendó libros, programas de TV y páginas de Internet donde podríamos ver que nos agradaba.
Hicimos lo que él nos sugirió y en una ocasión buscando en Internet encontré algo llamado “club Swinger”, donde la gente se reunía e intercambiaba parejas para sus relaciones sexuales. Se lo comenté a mi esposa con mucho tacto, ya ella es muy conservadora; no le gusta experimentar, de hecho siento que ese era uno de los problemas principales, pues ella siempre quería la misma posición y nunca me dejaba experimentar cosas nuevas, como meter un dedo en el ano, por ejemplo.
Elena accedió a visitar el sitio de Internet y lo leímos juntos; al terminar, me dijo que necesitaba pensarlo, pues es una decisión difícil; yo estuve de acuerdo con ella y nos dimos un plazo de dos semanas para decidir.
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Transcurridas las dos semanas Elena y yo nos sentamos a hablar; acordamos que buscaríamos un club swinger de verdad, nada por Internet, pues nos daba un poco de desconfianza, pero ahí fue donde empezamos a buscar. Encontramos un lugar que parecía serio y decidimos ir a conocerlo; solo que esta ubicado en una zona un poco alejada de donde vivimos, pero ese fue uno de los motivos por los cuales nos decidimos por ese lugar, pues suponíamos que nadie nos conocería por allí.
Esa noche estábamos muy nerviosos, todo el viaje lo realizamos en silencio y una hora después estábamos a las puertas de un establecimiento que no parecía ningún club, más bien parecía un taller o algo así. Se escuchaba ruido adentro, pero no nos atrevimos a entrar. Después de casi diez minutos de indecisión, nos regresamos a nuestra casa y Elena me dijo que no quería volver a tocar el tema, lo cual me decepcionó porque yo si quería probar esa nueva experiencia.
Dejé pasar un tiempo que consideré razonable para volver a hablar con Elena del tema; ella me dijo que también quería hablar de ello y le planteé que tal vez deberíamos ir más despacio, buscando gente que ya hubiera practicado esto y platicando con ellos o informándonos más. Ella estuvo de acuerdo, pero me dijo que si volvíamos a fallar lo olvidaría para siempre.
Así que yo empecé a buscar la información, pues Elena no se veía muy interesada en ello y en esa búsqueda le comenté a mi hermano Víctor lo que buscaba. El me miró un poco extrañado y me preguntó si Elena sabía lo que yo hacía y le contesté que si. Víctor me dijo que el tenía mucha información de eso, así que nos pusimos de acuerdo y poco tiempo después ya tenía yo todo tipo de información acerca de los clubes y las reglas swingers y de cómo esto es un estilo de vida para muchas personas. Algo que me sorprendió es que mi hermano Víctor y su esposa Pamela practicaban este tipo de cosas. Pamela es hermana de mi esposa Elena, fue por eso que me sorprendí aun más, pues ellas fueron educadas con una estricta moral y Pamela siempre me había parecido muy tímida y tranquila.
Se me ocurrió una idea; hablé con Elena y le comenté lo que sabía de nuestros hermanos, al principio ella no me creía, pero la convencí diciéndole que los invitaríamos a nuestra casa para que ellos nos contaran sus experiencias; que mejor que contar con nuestros hermanos para saber de una vez por todas si era algo que nos gustaría o no.
Invitamos a cenar a Víctor y Pamela con la intención de que nos contaran sus experiencias; pero no se los dijimos a ellos hasta que terminamos de cenar y nos sentamos en la sala a tomar café; sentado al lado de Elena les pregunté a Víctor y Pamela como era ser Swinger y como ellos habían vivido esa experiencia. Al parecer mi pregunta los tomó sorprendidos, pues los noté un poco incómodos.
Víctor habló primero y nos contó que ellos desde novios habían experimentado eso por medio de unos amigos de la escuela que los indujeron a esa práctica y que ello les había ayudado mucho en su relación; luego ambos nos hablaron de lo bien que se sentían haciendo eso y que no les causaba problemas, por el contrario eso había reforzado su amor y sus relaciones sexuales.
Elena los miraba con cara de asombro, como no creyendo que su hermana menor pudiera tener ese tipo de experiencias y le fuera agradable; así que se soltó haciendo preguntas acerca de religión y moral a lo que ellos contestaron que nada tenía que ver y que para ser swinger tenían que deshacerse de todo prejuicio.
Víctor nos dijo que si deseábamos probarlo tuviéramos mucho cuidado, pues hay gente que se aprovecha de los “novatos” para burlarse de ellos o peor aún, secuestrarlos o asesinarlos; sin pensarlo respondí que sería mejor entonces que ellos nos enseñaran como era ese mundo. Elena me miró asombrada y de inmediato Víctor dijo que lo harían solamente que ambos estuviéramos de acuerdo, que si uno de nosotros no quería con solo decir que no sería suficiente.
Todos miramos a Elena; era evidente que solo ella faltaba de ser convencida. Después de unos segundos de pensarlo y sintiéndose presionada por nuestras miradas, mi esposa dijo que lo haría, pero solamente si la primera sesión se realizaba de inmediato; ahora el sorprendido fui yo, pues no creí que Elena fuera a proponer algo así. Entonces al que voltearon a mirar fue a mí y aun sorprendido solo atiné a decir que estaba de acuerdo. La verdad es que de inmediato me imaginé a mi cuñadita Pamela desnuda y tuve una tremenda erección que traté de disimular echando el cuerpo hacia delante.
Lo que sucede es que Pamela siempre me había gustado e incluso algunas veces había tenido sueños eróticos con ella y lo que es peor, alguna vez me imaginé que lo hacía con ella mientras estaba con mi esposa y lo que pasa es que Pamela es una mujer muy bonita y de buen cuerpo; es menos alta que mi esposa y morena clara, de cabello negro y ojos también negros y grandes; su cuerpo es muy fino, delgada y muy bien formada; lo máximo que conocía de su cuerpo fue una vez que la vi en bikini en un ocasión que fuimos a Cancún y desde entonces se me antojó estar con ella y esta era mi mejor oportunidad, con la aprobación de mi esposa y de su marido que a la vez era mi hermano, por lo que todo sentimiento de culpabilidad despareció.
Les dije a Víctor y pamela que como ellos eran los expertos en el tema nos explicaran que teníamos que hacer. Víctor dijo que no era tan difícil, que cada pareja se fuera a una recámara y allí lo hiciéramos, pero que si había ciertas reglas básicas que quería que supiéramos para que todo se desarrollara con tranquilidad y sin broncas.
Las reglas eran sencillas: No forzar a nadie a nada que no quisiera hacer, en el momento que alguien solicitara terminar la relación o se arrepintiera antes de hacerlo tenía que suspenderse todo en esa pareja, estuviera en el momento que se estuviera, teníamos que utilizar condón sin variación, en esta y las relaciones posteriores, si es que había; no mezclar sentimientos ni decir frases como “te amo” o de ese tipo durante la relación; de ser posible, abstenernos de platicar de nuestra pareja formal durante la relación con la otra persona; no hacer comparaciones posteriores ni comentarios que pudiesen ofender ni a nuestra pareja formal ni a la ocasional y jamás platicar de esto con nadie más de nuestras familias ni amistades (espero que ningún amigo o familiar lea esto, aunque me protegí cambiando los nombres).
Total, que estuvimos todos de acuerdo y acordamos que Elena y Víctor se irían a nuestra recámara y Pamela y yo nos iríamos a la habitación de los huéspedes. Así lo hicimos no sin antes despedirnos de nuestras respectivas parejas. Yo iba bastante nervioso, no sabía como tratar a Pamela o que decirle, entramos al cuarto en silencio y ella fue la primera en hablar. Me preguntó si estaba nervioso y yo le dije que si; entonces ella me dijo que eso era normal la primera vez, pero que conforme uno se va acostumbrando, se hacía más fácil.
Pamela se me acercó y me preguntó si quería besos; me sentí un poco incómodo, pues me recordó a las prostitutas que cobran más por besarlas o por verles las tetas; pero le respondí que estaba bien, así que nos acercamos y nos besamos en la boca; en ese momento me olvidé que estaba con la esposa de mi hermano y de que el a su vez estaba con la mía; solo sentí los candentes labios de Pamela y la abracé con fuerza, dejándome llevar por la calentura de ambos.
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Pamela me desabotonó la camisa mientras nos besábamos, así que yo también desabroché su blusa, me di cuenta de que no traía sostén y sentí sus senos medianos desnudos entre mis manos; de inmediato mi verga se levantó y sentí como sus senos también se pusieron erectos. Las camisas cayeron al piso y luego, sin dejar de besarnos, al mismo tiempo que yo me desnudaba de la cintura hacia abajo, Pamela se quitó su falda, sus medias y su tanga; luego, ambos nos quitamos los zapatos y quedamos totalmente desnudos. Allí pude contemplar la hermosura de mi cuñada; su cabello negro caía por sus hombros tersos y las puntas tocaban las aureolas de sus tetas; su cuerpecito delgado y bien formado, sin llegar a la voluptuosidad de Elena, pero con sus curvas bien definidas.
Sin dejar de abrazarnos, nos acostamos en la cama, nos acariciábamos con mucha pasión, me di cuenta de que Pamela también ansiaba este encuentro tanto como yo, así que me dediqué a acariciar su espalda y sus nalgas con una mano, mientras con la otra buscaba y acariciaba su clítoris erecto; ella tomó mi pene con una mano y comenzó a masturbarme de una manera deliciosa, al tiempo que repegaba sus tetas a mi pecho y se restregaba contra él.
Bajé mi boca de la suya a su cuello, luego seguí hasta las tetas y me engolosiné chupando esos senos firmes y redondos que desde que los vi debajo de aquel bikini había querido besar. Ella solo gemía y repetía “Ah, así, así, así, sigue”.
Metí un dedo en su panocha y me di cuenta de que ya estaba húmeda, por lo que decidí dar el siguiente paso; volteé a mi cuñada de tal manera que ella quedó boca arriba, debajo de mí y automáticamente abrió las piernas, no tardé en acomodarme para clavarle mi verga y poco a poco la fui penetrando, gozando de esa panochita con la que tanto había soñado, ella solo gemía de placer.
Cuando la penetré totalmente, Pamela me tomó de las nalgas y comenzamos a movernos en un deliciosos vaivén, coordinados los dos en un mete-saca delicioso.
Entré y salí de la panocha de Pamela, gozando con la cogida que nos dábamos mientras ella gemía y gritaba: “¡Ah, así, así, así, más, más papacito, más, me vuelves loca papi, dame más, me encanta, dámelo todo papi, no te detengas, sigue, sigue, sigue, aahhh, aggghhh aghhh, me vengo, ahhhhggg, asíiiiiii!” Supe que su orgasmo había llegado.
Sus gritos me enloquecían, Elena jamás había gozado o no había mostrado tanto gozo; yo también empecé a gemir y a decirle: “¡Mamacita, estás bien buena, que rico coges mamacita, de lo que me he perdido teniéndote tan cerca mami!” y seguí entrando y saliendo de ella cada vez con mayor fuerza y pasión hasta que sentí que estaba a punto de venirme, pero me salí rápidamente, decidí que a esa hembra tan caliente había que gozarla más.
Me detuve un rato y me apreté entre el escroto y el ano, comprobé que es efectivo eso de que así detienes la venida, pero no se te baja.
Unos segundos más tarde, le pedí a Pamela que se levantara y se empinara sosteniéndose de una silla; ella lo hizo y yo me coloqué detrás, para penetrarla en esa posición; le metí mi verga hasta el fondo y ella gritó de placer, volví a meter y sacar mi verga con fuerza y la misma pasión que unos momentos antes habíamos gozado.
Pamela, al igual que yo, se movía con furia, gozando la cogida que le daba y gritando cada vez más fuerte; me di cuenta de que se vino otra vez, seguí entrando y saliendo y ella seguía gritando: “¡Auuu, au, ah papacito, me estás matando, ya, aaaaahhh!” y vino otro orgasmo; en ese momento ya no pude aguantar mas y me vine soltando tremendos chorros de semen en mi cuñada, porque al dejarme llevar por la pasión, olvidé ponerme el condón y ella tampoco dijo nada.
Nos acostamos un o al lado del otro, abrazados. De inmediato recordé que mi esposa estaba siendo cogida por mi hermano a dos habitaciones de distancia y le pregunté a Pamela que si quería ir a verlos; ella me dijo que no, pero que si yo deseaba ir, estaba bien, a ella no le molestaba. Así que me levanté y salí para ir hacia donde Víctor se cogía a mi esposa; abrí con mucho cuidado la puerta, despacio para no hacer ruido y lo que vi me dejó asombrado.
Elena estaba tendida sobre la cama, boca abajo y con las piernas totalmente abiertas; detrás de ella estaba mi hermano Víctor penetrándola con fuerza, ¡¡¡POR EL CULO!!! No lo pude creer, Elena jamás me había dejado siquiera meterle un dedo por el ano porque decía que eso era pecado y que ella no era una puta para hacerlo de esa manera; así que tuve que ver como mi hermano estrenaba el culo de mi mujer.
Ellos no me veían, pues estaban de espaldas a mí. Estuve a punto de entrar a interrumpir, celoso de mi hermano y enojado con mi esposa; pero pude contenerme mientras mi verga se levantaba al ver el espectáculo que ellos me ofrecían. Del coraje pasé a la excitación; luego, estuve a punto de entrar, pero esta vez a participar de la cogida que ellos se daban, pero una vez más me contuve al escuchar los gritos de placer de Elena, que decía: “!Así, así, así papacito, ay que bueno eres pinche Víctor, sigue, sigue, párteme en dos, clávalo todo, no te pares, sigue, sigue, más, más, más, así, así, así!”
Al oír a mi esposa gozar con tal intensidad, me di cuenta de que no es frígida como yo creía, sino que yo era el que no sabía hacerla gozar. Triste, pero excitado, me regresé al cuarto de huéspedes. Al entrar vi a mi cuñada acostada boca abajo, jugando con un consolador; se lo metía a la panocha vibrando; me acerqué a ella y rápidamente me acomodé atrás, en posición de penetrarla por el culo; ella no se negó; por el contrario, tomó mi verga y la dirigió a la entrada del ano; la penetré poco a poco y cuando sentí que la tenía toda adentro, empecé a bombear, ella respondió de inmediato moviéndose al mismo ritmo que yo; me agaché un poco y le acaricié las tetas cuando sentí que de nuevo llegaba su orgasmo. No tardé mucho tiempo más en terminar yo también, de nuevo dentro de mi cuñada y de nuevo sin protección.
Al salirme, Pamela se levantó y me dijo que había sido excelente, que fue muy buena idea hacer nuestro club swinger privado, pero que siguiera viviendo esta experiencia enriquecedora con más personas para que mi vida sexual y matrimonial fuera mejor. Yo la escuché callado mientras me vestía y pensé que tenía razón; jamás había yo gozado tanto una relación como ese día y al parecer mi esposa tampoco; así que ahora tenía argumentos para convencer a Elena.
Así comenzó nuestra vida swinger; después enviaré más relatos acerca de estas nuevas experiencias que a mi me parecen deliciosas.
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es un buen relato y debe ser real por que así pasan las cosas
que rico relato, yo tambien kiero con mi cuñada ya emos salido y creo ke le gusta pero no me animo a desir nada. con mi esposa ya cogimos en casa con un amigo .ya lo repetimos en barias ocaciones en fiestas y el peligro es exitante.
Me excito mucho su relato, siempre he tenido fantasias en ese sentido de hecho fui novio de dos hermanas no al mismo tiempo, pero cuando fui novio de la menor la mayor me empezó a buscar y teminamos en la cama, solo que su hermana jamás lo supo, ahora me gustáría vivir la experiencia swinger solo que mi esposa actual es demasiado chapada a la antigua una ocasión se lo propuse y casi terminamos divorsiados, asi que los felicito y creo que solo me quedará pajearmela pensando en su rica experiencia. Felicidades
A mi me encantaría hacer un trío con mi cuñado, he notado como me mira y como se pone cuando por alguna razón nos quedamos solos,yo tambien me pongo nerviosa se nota que le encantan mis piernas. Ya se lo dije a mi esposo(su hermano) y le gusta la idea, pero no sabemos como proponérselo, no sabemos como reaccionará, será una lástima no hacerlo, cro que no nos atreveremos.
Cuando gustes les ayudo
😆 que relato Mas rico a mi me gustaria hacer un trio
MUY BUEN RELATO Y QUE MEJOR CON HERMANOS ASI NO SE CORRE PELIGRO
buen relato
Que buen relato a mi me gustaria mucho pero no se como convencer a mi esposa de que nos unamos a un club de swinger, me prodrías dar algunos concejos de favor.
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Me parece excelente su historia amigos ,me gustaría ver a mi esposa gozar con otra verga y yo gozar con la esposa de alguien l
Que rica experiencia es excitante ver a la esposa de uno verla bien ensartada nosotros lo vivimos con un vecino y desde entonces lo haciamos seguido solo que a mi esposa le llego la menopausia y ya no quiso pero lo vivido y cogido nadie nos lo quita