Fue una gran fiesta, pero lo mejor vino después, cuando nos fuimos a casa de una amiga a seguir la pachanga.Todos habíamos esperado con ansia esa noche; era nuestra noche, la salida de la Universidad, el logro de grandes objetivos y el inicio de una vida profesional.
í?ramos veintiún jóvenes, diez hombres y once mujeres los que nos habíamos organizado para hacer la fiesta en un salón no muy lujoso, pero sí bastante acogedor y bonito. Todo estuvo muy bien, la comida, la fiesta, la entrega de diplomas y la convivencia con familiares y amigos. Yo iba con mi familia, consistente en mi Papá, mi Mamá, mi hermana Jessica de 18 años, que precisamente ese día se pintó el cabello para verse diferente y mi hermano David de 16, así como mi novia Felicia.
Casi toda la noche bailé con Felicia, y algunas piezas con mi hermana y mi Mamá y solo una pieza la bailé con Reyna, la chica que más me gustaba de mi clase y de la que había sido novio 2 años antes. Ella también había asistido con su familia y su novio, así que tuvimos que disimular la gran atracción que aun sentíamos el uno por el otro, aunque me costó mucho trabajo, ya que esa noche Reyna había ido despampanante a la fiesta, con un vestido negro ceñido que dejaba ver su escultural figura contrastando con su blanca y tersa piel; el vestido tenía un escote al frente que dejaba ver el inicio de los hermosos senos que tantas veces había besado y en la parte de atrás llevaba la espalda descubierta, por lo que pude sentirla un poco cuando coloqué mi mano en ella.
A las 2:00 p.m. la fiesta terminó porque hasta ahí habíamos pagado el servicio del salón. Antes de salir, una de nuestras compañeras llamada Inés nos dijo que podíamos continuar la fiesta en su casa si así lo deseábamos; aprovechando que era la casa más grande de todas y en la que siempre se habían organizado las fiestas de la clase. Todos aceptamos gustosos.
Afortunadamente los parientes de todos agarraron la onda y pretextando cansancio no nos acompañaron a la casa de Inés.
Mi hermana Jessica le pidió permiso a mi Papá para acompañarnos y él aceptó, siempre y cuando no nos separáramos. Mi hermano David no quiso ir, él siempre ha sido más serio y menos fiestero que nosotros dos.
Nos fuimos amontonados en varios autos a la casa de Inés y ahí continuamos la fiesta. Sus padres se despidieron y se fueron a dormir. Inés nos dijo que la recámara de ellos no estaba cerca de la sala, por lo que podíamos seguir disfrutando de la fiesta.
Después de algunos juegos en los cuales el ambiente se puso algo caliente, Inés puso música y empezamos a bailar.
Las bebidas alcohólicas hicieron su aparición en mayor medida que en el salón; tanto hombres como mujeres comenzamos a beber eufóricos. Volví a bailar con Felicia y noté como el ambiente se iba caldeando; Felicia ya estaba muy tomada y empezamos a besarnos; primero tiernamente y luego de manera más cachonda; ella no dijo nada cuando mis manos se posaron sobre sus redondas nalgas ni cuando empecé a besarle el cuello y le bajé el tirante de su vestido rojo para continuar por su hombro.
Por encima del hombro de Felicia vi como varios amigos y amigas bailaban abrazados muy juntos y se acariciaban morbosamente. No vi a mi hermana, pero en ese momento ni siquiera me acordaba de ella. Vi a Reyna besarse y acariciarse con su novio; en un momento nuestras miradas se cruzaron, ambos nos vimos provocativamente sin que nuestras respectivas parejas se dieran cuenta.
Seguí besando a Felicia, bajé por su hombro y continué hasta llegar a su seno derecho. Ella no dijo nada, se limitó a suspirar y a acariciar mi cabello con las dos manos. Quité los dos tirantes de sus hombros y su vestido cayó hasta la cintura; como Felicia no llevaba brassiere, su cuerpo quedó desnudo de la cintura para arriba, pero no pareció importarle que los demás se dieran cuenta de su parcial desnudez. Al parecer casi nadie se daba cuenta de ella, pues la mayoría ya estaban en sus propios menesteres, incluida la anfitriona Inés, que se besaba y acariciaba con Fidel, uno de nuestros compañeros.
En nuestra clase la mayoría éramos delgados y no mal parecidos, pero por ahí estaba Luis, un gordito muy amigable que era amigo de todos y que tenía un carácter alegre y bromista, Luisa, una chica más bien bajita y muy flaquita; un poco espantada y muy religiosa, Abel un chico chaparrito pecoso y Sonia, una chica un poco pasadita de peso, pero bastante ensabanable; esto lo digo porque ella y yo nos ensabanamos un par de veces antes.
Bueno, yo seguí besando el cuerpo de mi novia con pasión, bajé mis manos por su espalda hasta llegar a sus nalgas, las pasé debajo del vestido y comencé a acariciarle las piernas; no tardó el vestido rojo en caer al piso, quedando Felicia vestida solo con su tanguita y sus medias delante de todos mis compañeros y compañeras de clase. Ella me susurró al oído: â??Quiero ser tuya ahora mismoâ?; como ya se imaginarán, esto me puso a cien, aunque Felicia y yo ya lo habíamos hecho en múltiples ocasiones, en diferentes lugares y posiciones; nunca lo habíamos hecho delante de tanta gente, por lo que era una nueva experiencia para nosotros.
Estaba a punto de desvestirme cuando volteé a ver quien estaba ahí; ya la mayoría estaban como nosotros, algunos parcialmente desnudos y otros sin ropa totalmente y más avanzados. Por ejemplo, Inés estaba en cuatro patas siendo penetrada desde atrás por Fidel, mientras le mamaba el miembro a Luisa y por otro lado, Reyna se encontraba hincada frente a su novio, chupándole la polla, totalmente desnuda.
Rápidamente me desvestí, mientras Felicia se quitaba sus medias y su tanguita quedando ambos totalmente desnudos; coloqué mi mano en su panochita para calentarle, pero Felicia me dijo que ya estaba mojada y quería que la penetrara de inmediato, mientras se tendía en la alfombra de la habitación; sin esperar nada más, me coloqué entre sus piernas y comencé a meter mi miembro en su panocha húmeda y caliente, de inmediato sentí como mi verga resbalaba con facilidad dentro de ella y comencé a bombear con pasión; nuestros gemidos se confundieron con los de los demás compañeros que lo hacían de diferentes maneras.
Recuerdo a Sonia sentada con las piernas abiertas sobre la verga de Abel y a la religiosa de Luisa acostada en un sillón siendo penetrada por Sergio, mientras le mamaba la polla a Martín y con ambas manos masturbaba a otros dos chicos que no recuerdo sus nombres.
Felicia y yo lo estuvimos haciendo largo rato; cambiamos de posición, quedando yo acostado en la alfombra y ella cabalgándome; nos besábamos cuando escuché y sentí a mi novia gemir más fuerte; primero pensé que estaba teniendo un orgasmo, pero al abrir los ojos me di cuenta de que un amigo mío llamado Rubén se había colocado atrás de ella y la penetraba por el ano, provocándole un mayor placer.
Felicia se movía tragándose las dos vergas que la penetraban mientras se acariciaba el clítoris con una mano. Vi como levantaba la otra mano y empezaba a acariciar una verga, no pude identificar quien era el tipo; pero ella se la llevó a la boca y empezó a mamarla con ganas. Poco tiempo después me vine sin salirme de Felicia, soltando grandes chorros de semen dentro de ella, al mismo tiempo, sentí como ella llegaba también al orgasmo y explotaba con grandes gemidos que se ahogaban por la polla que mamaba. Como pude, me salí de debajo de Felicia, ya que ella y sus nuevos compañeros no se detuvieron y siguieron cogiendo aún sin mí.
Con mi verga flácida y chorreante, me dirigí al baño de la casa; pasé en medio de piernas, brazos y cuerpos desnudos entregados a una total orgía; por allá estaba Inés recargada en el comedor, cogiendo con el novio de Reyna, por otro lado, Sonia se merendaba a Fidel y a Martín, que la penetraban, uno por el culo y el otro por la panocha; dos chicas se besaban y acariciaban mutuamente mientras dos amigos las acariciaban y les lamían las panochas.
No sabía donde estaba el baño, así que me aventuré a buscarlo; al pasar cerca de una puerta entreabierta escuché gritos y gemidos de placer; mi curiosidad fue grande y con mucho sigilo abrí más la puerta; me asombré al ver a la Mamá de Inés en cuatro siendo cogida desde atrás por Sergio; al verme, él me hizo señas para que entrara; lo hice y de inmediato la Mamá de Inés, que era una señora que a pesar de sus años estaba de muy buen ver, ella de inmediato tomó mi verga con una mano y la acercó a su boca; me la chupó con la maestría que tenía y de inmediato hizo que s eme levantara de nuevo.
La señora estuvo chupándomela un buen rato, provocándome demasiado placer, pero cuando notó que estaba a punto de venirme, se detuvo y me dijo que quería gozarme más. Me acostó en la cama boca arriba y se montó sobre mí, me cabalgó haciéndome gozar más que Felicia, se movía de una manera que me provocaba excesivo placer; no me di cuenta cuando se fue Sergio y nos quedamos solos. Poco después, la señora tuvo un orgasmo y gritó muy fuerte, eso me dio miedo, pues pensé que su marido nos descubriría y de ser así, me mataría, afortunadamente nada sucedió.
La Mamá de Inés se bajó y poniéndose la bata se dirigió a la puerta, me arrojó un beso y me dijo: â??Voy a dormir, sigue divirtiéndoteâ?. No pude reaccionar y me quedé acostadote como un estúpido, con alberga levantada en toda su extensión y con unas tremendas ganas de seguir cogiendo.
Me levanté y me dirigí a la sala a ver si Felicia ya se había desocupado o si alguna chica estaba ganosa de hacerlo conmigo. Antes de llegar a la sala, pasé por una puerta de cristal que daba al jardín y noté que algo se movía cerca de un arbusto. Nuevamente llevado por la curiosidad, corrí la puerta y salí a ver que sucedía. Me acerqué en silencio, aun con la verga levantada y me oculté con el arbusto; del otro lado vi a un hombre acostado y a una chica brincando en su verga; ella me daba la espalda, pero era evidente que se acariciaba las tetas con ambas manos; por lo mismo, no podía ver sus rostros y movido por la curiosidad me moví para aproximarme; al hacerlo sin querer pisé algo e hice un pequeño ruido; el hombre se asomó por un lado y pude ver que se trataba del Papá de Inés, la chica volteó, pero su cabello rubio le cubrió el rostro y no alcancé a ver quien era, además de que ella, por la pasión creo yo, no reparó mucho en mi. El Papá de Inés quitó una de sus manos de las nalgas de ella y me hizo señas de que me acercara; no esperé más y lo obedecí; al estar cerca de ellos, el señor jaló de la espalda a la chica, haciéndola quedar acostada sobre él; con una mano el señor señaló hacia el culo de ella y entendí de inmediato; me acomodé detrás de ella y coloqué mi verga en la entrada de su ano mientras el señor con ambas manos le abría sus nalgas dándome paso.
Me ensalivé dos dedos y comencé a meter uno en el ano de la chica, que, dicho sea de paso, estaba bastante buena, ya que su delgada espalda terminaba en un par de nalgas fenomenales; y se notaba que las tetas también las tenía bien desarrolladas. Así que metí un poco mi dedo en el ano de ella y solamente escuché un pequeño quejido, seguí metiendo el dedo y era evidente que a ella le gustaba, lo moví un poco adentro para tratar de acostumbrarla y que mi verga no la fuera a lastimar.
Una vez que consideré que ya estaba lista, acomodé mi verga en la entrada de su ano y empecé a penetrarla despacio; ella todo el tiempo se había estado moviendo, disfrutando de la verga del Papá de Inés y de mi dedo y ahora que yo empezaba a penetrarla, se movió más eufórica; gimió más fuerte y se tragó ambas vergas por sus dos agujeros moviéndose de tal manera que me provocó un placer extremo, por lo que diez minutos después, me vine en el culo de la chica, me di cuenta que el Papá de Inés se vino al mismo tiempo que yo y la chica ya había tenido tres orgasmos con nosotros.
La chica se bajó del Papá de Inés y se tendió en el pasto del jardín y entonces pude ver su rostro; mi sorpresa fue mayúscula al ver que era ¡¡¡Mi hermana Jessica!!! No lo podía creer, mis Papás me habían encargado que cuidara a mi hermana y yo me había olvidado por completo de ella, al grado que me la había cogido sin darme cuenta. Jessica también se sobresaltó, pero se recuperó rápidamente y mientras el papá de Inés se retiraba a dormir, mi hermana me dijo que ambos tendríamos que guardar el secreto o mi Papá nos mataría a los dos; â??y por otro lado, lo gozamos bastante, ¿no?â?, me dijo con una sonrisa coqueta en su rostro. Accedí a guardar el secreto y le dije que deberíamos irnos ya; a lo que Jessica me contestó que no se iría porque la fiesta estaba muy divertida y que me sugería que aprovechara mi última oportunidad de estar con las chicas que más me hubieran gustado de mi clase.
Aunque me sorprendió la desfachatez de Jessica, me di cuenta que tenía razón y pensé que esa sería tal vez la última vez que vería a Reyna y que tal vez sería la única vez que podríamos hacerlo con la complacencia de Felicia y del novio de Reyna, así que decidí ir a buscarla.
Jess y yo entramos en la casa y nos dirigimos a la sala, allí la orgía continuaba en todo su apogeo; mi novia Felicia lo hacía con Luis, el novio de Reyna y otros dos chicos al mismo tiempo; Sonia y Luisa se chupaban en un lesbiano 69, Inés se movía encima del pene de Sergio y así los demás; no vi a Reyna allí y me urgía orinar, así que me dirigí al baño; por fin lo encontré y oriné. Salí y me dirigí a las recámaras a ver si encontraba a Reyna.
La casa de Inés era verdaderamente grande, entré a una recámara y vi a dos chicas, una sentada en el pene de uno de mis compañeros y otra en su cara, siendo lengíŒeteada por él; me acerqué a ver quienes eran y me di cuenta que la que estaba siendo lengíŒeteada por el muchacho era Reyna; me quedé ahí parado, viendo como ella disfrutaba de las chupadas que le ponía el chico. Ella tenía los ojos cerrados y se acariciaba las tetas, moviéndose en la cara del chico y gimiendo de placer.
Me acerqué por un lado de la cama a Reyna, la tomé de una mano y se la quité de su seno; con mi mano empecé a acariciarlo, ella abrió los ojos y me miró complacida, una sonrisa se dibujó en su rostro y me dijo que me habia estado esperando toda la noche.
Reyna se bajó de la cama y me tomó de la mano, me sacó de la recámara y me llevó a otra que se encontraba vacía; allí nos besamos y nos acariciamos nuestros cuerpos con lascivia; mi pene ya se encontraba erecto desde que la vi acariciarse mientras la chupaban, así que la recosté en la cama y sin tardar la penetré; mi falo llegó hasta el fondo de ella que gimió quedamente, empecé un mete-saca vigoroso mientras le chupaba las tetas; Reyna me rodeó con las piernas, poniendo sus tobillos en mis nalgas y moviéndose al mismo ritmo que yo.
Unos quince minutos después, Reyna soltó un alarido y sentí las contracciones de su panocha; fue un orgasmo fenomenal, unos segundos después, yo terminé dentro de ella sintiéndome pleno por haberle hecho el amor a la mujer que amaba; si, en ese momento me di cuenta de que yo aun amaba a Reyna y no a Felicia, pero sabía que lo nuestro era imposible, pues ella estaba ya comprometida con su novio y seguramente ese sería el último día que nos veríamos. Con ese pensamiento nos dormimos abrazados desnudos.
Una sensación de placer me despertó y al abrir los ojos vi a Reyna chupándome la verga; la lamía cual si fuera un sabroso dulce; vi su cabeza subir y bajar y no pude contener las ganas de colocar mis manos sobre ella y la ayudé a subir y bajar, esto no pareció molestarle, por el contrario, Reyna siguió mamando como nunca lo había sentido; dos minutos después, Reyna dejó de chupar y como gata se trepó en mí hasta quedar cara a cara; una vez así, sentí como su mano agarraba mi miembro y lo acomodaba en la entrada de su panocha; ella misma se la clavó y empezó a moverse, haciéndome sentir que me moría de placer.
Reyna enderezó su cuerpo y empezó a cabalgarme al mismo tiempo que se acariciaba las tetas; así estuvimos un rato, pero de repente ella se detuvo y me dijo: â??¿Te gustaria que te diera lo que no el he dado a nadie?â?. Tragué saliva y moví la cabeza afirmativamente, imaginándome a lo que se refería.
Reyna se desplazó de tal manera que quedó tendida boca abajo en la cama; me miró con una pícara sonrisa y con ambas manos tomó sus nalgas y las separó; entendí la invitación y me coloqué en posición. Empecé a empujar despacio, sintiendo como mi miembro penetraba poco a poco en el ano de Reyna. Le creí que era la primera vez que lo hacía por allí porque vi que cerraba los ojos y se mordía los labios por el dolor.
Mi verga entró más de la mitad, me detuve un momento para que ella se acostumbrara, luego empecé a sacarlo despacio y empecé a bombear; Reyna empezó a gemir y noté que ya le estaba gustando, ella me pedía más y empecé a hacerlo con fuerza, sintiendo como ya su ano se había amoldado perfectamente a mi pene.
Reyna tuvo un orgasmo y me pidió continuar; al poco tiempo terminé, llenando de semen sus entrañas, ambos disfrutamos mucho de esa cogida; terminamos rendidos y volvimos a dormirnos.
Desperté y ya no estaba Reyna conmigo, salí de la recámara, eran como las doce del día y vi a varios de mis compañeros, hombres y mujeres desnudos en el piso; pasé entre cuerpos desnudos, brazos, piernas, penes y vaginas, para buscar mi ropa; como pude me vestí mientras los demás se levantaban; Felicia estaba desnuda en un sillón; me vio, se levantó y se vistió y nos fuimos.
Así acabó nuestra fiesta de graduación; luego nos vimos algunas veces con mis amigos y siempre recordábamos esa gran orgía; uno de ellos quiere planear una reunión de todos y todas para ver si podemos repetir la experiencia; ojalá se logre.