Comenzaré diciendo que cuando conocí a mí cuñada no sentí nada particular por ella. Quizás obligado por mi mismo ante la idea de que era la novia de mí hermano.
El día que la conocí fuimos a un super ella, mí hermano,y yo. Ahí comenzó todo, pues ella me restregó sus bien formados senos, fue tan intensa la fricción de sus turgentes senos con mi hombro que aún lo recuerdo.
Ella es pelirroja natural, aún después de haber tenido a mí sobrina mantiene una figura extraordinaria de 92-61-92. Cuando se arregla para una fiesta, se convierte en lo que la mayoría de los hombres diríamos que es una “viejota”. Sus tetas son grandes y como le gusta vestir escotada, tengo oportunidades frecuentes de vérselas. Sus nalgas son “perfectas”, son paraditas, redondas, un poco alargadas, y cuando se para en algún lugar junta las piernas y se le forma un pequeño claro de luz entre las nalgas, lo cual me excita muchísimo.
Desde hace tres años he venido manoseándola a escondidas. La primera de las veces, fue una tarde en que sólo estábamos ella, mí hermana, una prima y yo. Como mi prima es pequeña, estaba jugando con unos crayones y hojas. Mi hermana entró al baño, y mi cuñada estaba recostada en una cama.
Cuando me dí cuenta de la situación, le cerré la puerta a mí prima y fuí al cuarto donde ella estaba recostada, el cual queda enfrente de la recámara que acababa de cerrar. Al llegar a la entrada, primero la contemplé como quien tiene frente de sí un manjar. Ella estaba recostada en la cama, vestía un traje sastre ceñido al cuerpo y zapatillas negras, en la parte superior portaba además, un sweter café.
Me quité los zapatos en la entrada para evitar hacer ruido con la alfombra, poco a poco me acerqué a ella. Observaba todas sus reacciones, sus respiraciones, a la par en que mi corazón comenzaba a latir con violencia, no dejaba de pensar en que mí hermana estaba en el baño que está junto a ese cuarto. Ya estando delante de ella, lo primero que hice fue estirar mi mano para tocar su nalga derecha que era la que estaba a mí alcance; fue un momento único. Me preguntaba en ese momento como pueden ser tan relativas las cosas. Ella dormía plácidamente mientras que a mí casi me estallaba el corazón de la excitación.
Recorrí toda su nalga con minusiosa habilidad pericial pero procurando no emplear demasiada fuerza para que ella no despertara. Cuan grande puede ser una nalga cuando está tan bien formada como la suya y cuando tenemos tantas ganas de palparla. También le besé la nalga, y a pesar de la ropa, ésta no evitó que yo sintiera un placer tan grande que aún ahora me provoca erecciones. Después comencé a masturbarme al tiempo que seguí palpando su nalga.
No puedo describir el placer que sentí al limpiar el sémen de mi “venida” en el pantalón que cubría su nalga. Cómo me dí cuenta que el sentir mi pene en su nalga no la despertaba, comencé a pasearlo a todo lo largo de toda su nalga. No sabes cuanto placer te puede producir el pasear tu pene en unas nalgas tan bien formadas como las de ella.
Pero aún faltaba el platillo principal; sus tetas. Antes de que ocurriera lo que ahora estoy narrando, hubo un día que ella salió de bañarse y se agachó tanto delante de mí que sólo me faltó ver sus pezones. Desde entonces deseaba como nada poder manosear esas tetas.
Había dos problemas. Escuché que jalaban la cadena del baño, lo que indicaba que mi hermana estaba por salir. Y ella se había quedado dormida sobre sus brazos, éstos cubrían sus senos. Pero me dí cuenta
que había un hueco por debajo de sus brazos por el cual podría tener acceso al menos a una teta: la izquierda, yo hubiera preferido tocarle ambas, pero ya era en sí una suerte poder tocarle una.
Me guardé mi pene en el pantalón y corrí a mi cuarto. Mi hermana salió del baño y abrió la puerta de la recámara donde estaba mi prima, la cual cerró después. Fuí a espiar a mi cuñada y me dí cuenta que seguía en la misma posición, así que regresé a mí cuarto y me cambié el pantalón que estaba usando por un “pants” para estar más cómodo.
Regresé y me volví a sacar el pene, el cual le volví a restregar, y me incliné para poder tocar su teta izquierda con mi mano izquierda, que era la más cercana. Lentamente fui palpando esa maravillosa teta, uno a uno fui poniendo mis dedos a un lado de su seno, provocándome una erección mayor. Después, con mis cinco dedos comencé a pellíicar muy suavemente su teta, la cual es grande ya que mi cuñada usa brassiere talla 34-C.
Era un sueño hecho realidad, una fantasía sacada de algún lugar que no pertenece a éste mundo. El cual se interrumpió por que sonó el timbre, al oir, sólo me subí el pantalón del pants y me fui a mi cuarto fingiendo que estaba jugando nintendo.