FANTASIAS CON MILA 3 – DAMA DE NEGRO

FANTASIAS CON MILA 3 – DAMA DE NEGRO

Ignoro cómo he venido a parar aquí. El lugar me resulta por completo desconocido, hostil. Hay gente a mi alrededor que no alcanzo a identificar. La escena parece recrear, o desenvolverse, en la Edad Media, por los atuendos tan peculiares que observo.
El patio amplísimo, con grandes mosaicos albos y prietos parece estar enclavado en el interior de un castillo. Antorchas, estratégicamente instaladas, iluminan a una muchedumbre que se desplaza en el más absoluto de los silencios. Súbitamente todos permanecen estáticos. Varios ojos me observan con cierto respeto y sumisión, otros con odio y rencor, sin que alcance a comprender esas extrañas conductas.
Mi vestimenta, de un blanco níveo, me sofoca dado que es algo pomposa y sobrecargada. Reparo en que el resto de los ropajes carecen de color: o blancos o negros.
Todo es muy confuso, parece que estuviera bajo influencia de una droga alucinógena. Por momentos predomina la quietud, de a ratos todo es bullicio, algarabía… Aquí y allá se forman corrillos y no faltan las escaramuzas, que rápida y sibilinamente se disuelven.
En el centro del patio una figura me impacta. Una misteriosa joven bellamente ataviada de negro, de rostro pálido y con una exquisita diadema que refulge en su cabellera. Parece rehuir mi mirada y se retira hacia el extremo opuesto con celeridad.
Por momentos vuelvo a verla, luego la pierdo entre el gentío, mis ojos la buscan cada vez con mayor desesperación.
Varias veces la veo sonreír, con su pose cautivante, junto a hombres con ropaje blanco, que luego no alcanzo a vislumbrar ya en este raro lugar.
Dejo de reparar en lo que me circunda, me obsesiona esa enigmática mujer, necesito saber quién es la dama de negro, por qué ejerce esa atracción fascinante… Presiento que ella es mi dicha … o mi perdición.
Trato de ubicarla, la encuentro y al aproximarme un adolescente, que parece un monje negro, me sale al paso, en diagonal, impidiéndome avanzar. Pretendo hacerlo a un lado, apartarlo de mi camino, cuando el brillo de una daga surge bajo su capa. No atino a defenderme, la rapidez de sus movimientos me ha dejado entumecido. Presiento el final, pero varios muchachos, apenas mayores que aquél, con atuendos como el mío, acuden en mi auxilio. Una espada corta el aire y la vida del agresor. Subrepticiamente su cuerpo desaparece del patio.
Mi tribulación va en aumento. Es que todo se torna tan irreal que carece de sentido. Nuevamente la calma renace, como si nada hubiese acontecido, hasta juraría que la dama de negro me obsequia una sonrisa.
Me intimida, pero me atrae, no puedo escapar de su hechizo. Camino hacia ella. Inexplicablemente, los mismos mancebos que salvaron mi vida parecen tratar de impedir que llegue a la dama de negro. Se interponen en mi camino, nada osan decirme… parece que me debieran respeto, pero infiero de sus duras miradas que preferirían que no me acercara a ella. No me importa nada, dentro de este ámbito surrealista se que he perdido la cordura.
Me le aproximo y la tomo de la mano. Su piel, tersa y suave contrasta con su vestimenta, reconozco una fragancia que me trae gratos recuerdos: “Arpíšge” de Lanvin. Sin permitirme decir palabra sus rojos labios se posan en los míos.
-Me llamo Mila y te estaba esperando- me dice, mordiéndose sugestivamente su labio inferior.
Embriagado por su presencia, no dudo en abrazarla, deseo poseerla. La rodeo con mis brazos, mis muslos chocan contra los suyos. Nos besamos con pasión. Dejo de pensar en lo inusitada que es la situación que estoy viviendo. Me dejo llevar por los sentidos, me siento transportado por esa cálida y apasionante mujer. Ella oculta su bello rostro en mi cuello. Siento que estoy en el edén…
Mi placer no me permite percatarme de los colmillos de Mila, que se hunden en mi yugular. A medida que voy perdiendo el conocimiento, que se rompe el sortilegio, que mi corona se estrella sobre el frío piso, escucho que Mila, dulcemente, me dice al oído:
– ¡Jaque mate!.

Para Melanie, una encantadora vamp…
Marcelo
gralro2002@yahoo.com.ar

Author: juanmackenzie

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