Esta es una historia real que me sucedió hace algunos meses y que ahora, a la distancia, me excita como si la viviera nuevamente…Había estado navegando en la red buscando una aventura fuera de matrimonio (soy casado), más por curiosidad que por insatisfacción. Después de haber tenido varios contactos, finalmente una mujer divorciada “Maru” me escribió y luego de los comentarios generales y de decirle que era casado, se me ocurrió comentarle que buscaba una mujer de grandes tetas y dispuesta a todo. Maru me respondió de inmediato que ella era esa mujer. Pero del dicho al lecho hay todavía un camino largo y con mucho susto -ambos- nos citamos en un restaurante de la ciudad de México para conocernos en persona. Apenas nos vimos supimos que íbamos a realizar nuestras fantasías. Esa noche, luego de tomar un par de tazas de café, la acompañé a su coche y allí le dí un largo y profundo beso que enseguida la “prendió”. Sentí sus enormes senos erguirse y me dí cuenta de que estaba muy excitada porque se acomodó en el asiento del coche abriendo ligeramente las piernas. Ella llevaba un pantalón negro muy ajustado que resaltaba sus bien formadas nalgas. Mientras la besaba puse mi mano en sus muslos y comencé a acariciarla tentamente, sin tocar su sexo y dejando que la excitación fuera incrementándose poco a poco. Maru comenzó a gemir y a susurrarme que deseaba mi verga (que para entonces estaba dura y húmeda). Esa noche Maru tenía que llegar su casa a ver a sus hijos (ella tiene 43 y yo 40 años), así que después de un estupendo faje, cada quien se fue para su casa.
Los siguientes días fueron de cachondeo por email, contándonos fantasías y preparando el terreno para nuestro próximo encuentro, que se dio menos de una semana después del fabuloso faje.
Nos vimos en el mismo restaurante y de allí, directamente nos fuimos a un hotel. Yo llevaba una botella de vino blanco… y ella otra, así que teníamos combustible para rato. Además, Maru llevó unos deliciosos sushis que no sirvieron de “botana especial”. Maru tenía la fantasía de comer sushis aderezados con piel… es decir, me cubrió de sushis el cuerpo, sobre todo la espalda y las nalgas y comenzó a comerlos despacito, acariciando mi cuerpo, mi pelo, mis nalgas y bebiendo sorbitos de vino que luego embarraba en mi cuerpo. Cuando ella terminó de “botanearme” yo hice lo mismo: puse trocitos de sushi en su cuerpo, en su tetas inmensas le cupo como medio kilo y le devoré cada trocito de comida mordiendo de vez en cuando su piel, sus pezones, su cuello, sus nalgas… cuando llegué a su vagina, ella estaba totalmente mojada, así que tomé un trocito de sushi, lo embarré con la humedad de su sexo… y se lo dí a comer. Nunca había comido de sí misma y eso la excitó tanto que casi tuvo un orgasmo con sólo “probarse”. Comencé a hacerle sexo oral y como hacía tanto tiempo que nadie la tocaba, tuvo varios orgasmos deliciosos.
Una de sus fantasías era que la penetraran por el ano porque nunca lo había hecho antes, así que embadurné de saliva su anito y comencé a penetrarla lentamente, sin hacerle daño y dejando que sintiera el placer en pleno. Mientras la penetraba, Maru comenzó a frotarse el clítoris muy suavemente y aunque le costaba mantener el equilibrio por estar en cuatro patitas, logró correrse de nuevo. Yo estaba a punto de venirme pero la experiencia me ha enseñado a controlar mis eyaculaciones, así que aguanté. Me acosté boca arriba y Maru me montó. Me montó en serio, como si fuera caballo porque se sacudió como loca cogiendo y cogiendo y dejando salir todo el deseo acumulado durante años de abstinencia.
Esa noche terminamos medio borrachos por las botellas de vino y sobre todo, acabamos ebrios de sexo.
La siguiente ocasión que nos vimos, comimos en un restaurante de comida mexicana y luego de varios tequilas de aperitivo y suficientes cervezas, nos fuimos al hotel. Entonces mis fantasías se cumplieron….
Entramos al hotel méandonos por las cervezas y cuando Maru fue al baño a orinar le pedí me dejara verla. Ella entendió enseguida. Nos quitamos la ropa rápidamente y me indicó que me sentara en el excusado, entonces ella se puso encima de mí, dándome la cara y nos besamos eternamente, mientras Maru me bañaba en las más maravillosas duchas doradas que iempre había soñado. Cuando terminó de mear, me pidió que le orinara las nalgas, a lo que accedí encantado… bañándola de chorros calientes en el ano y en la vagina. Luego nos metimos juntos a la regadera y de allí a la cama donde hicimos el amor con una ternura y una pasión que sólo los cómplices de aventuras pueden comprender.
A partir de entonces, nos hemos visto varias veces siempre para cumplir fantasías: ella en el metro sin calzones y yo como un pasajero cualquiera arrimándomele, cogiendo en el coche, en el bosque, “botanéandonos” con comida rica, “bañándonos” de lluvia dorada. Siempre con respeto, nunca con violencia y felices de la vida.
Extraño a Maru a quien no he visto hace dos meses porque tuve que salir del país por motivos de trabajo, pero nos seguimos contando fantasías que realizaremos una vez que regrese yo a México.
Una de mis fantasías es invitar a alguien más, mujer y cuarentona como yo, a jugar al placer sin más compromisos que el respeto al otro. ¿Te apuntas?