La Bruja le había recomendado que debía, llevarle unos mechones del hombre que quería para el “Incubo- Sucubo”. Así como un perro, mientras más grande mejor. Una serpiente de cascabel, también lo más grande posible.
Ella lo que quería era que Eugenio, estuviera locamente enamorado. Quería tenerlo para ella sola. Y la Bruja entendió lo que quería, por lo que procedió a complacerla. Sin embargo, Clara Monserrat, no sabía exactamente que era un Sucubo. Pero procedió a reunir el material que le pidió la famosa hechizera.
Así después de varias semanas le llevó a la bruja lo que le había solicitado.
Ahora le pedía que se desnudara, que se frotara una hierba desconocida por todo el cuerpo, que se masturbara con un pepino, del tamaño que ella hubiera querido, que su amado lo tuviera. Así ella consiguió un enorme y grueso pepino. con el que procedió a hacer exactamente lo que le había pedido la rara y enigmática vieja.
Así llegó el día en que la Bruja, le entrega un filtro o sea, un frasco de cristal con alrededor de 1/2 litro de un liquido lechoso y blancuzco, espeso como el esperma de macho. El cual debe untarselo en la Noche a la luz de velas de cebo, quemando incienso y el resto del frasco debe beberlo hasta no dejar, nada en el frasco.
Una vez con el filtro en su poder. Clara Monserrat, se dirige a su gran y amplia casa. Vive en una Casa grande, en una tranquila avenida de las Lomas de Chapultepec, de la Ciudad de México, donde habita con su madre viuda y dos sirvientas, de las cuales una es joven y otra es la sirvienta de toda la vida, así como un mozo que se encarga del jardín y labores de mantenimiento, el cual entra a las 8 de la mañana y se retira a las 6 de la tarde.
Así a fin de no tener quien la molestara. Mandó a dormir a las dos sirvientas y fue a visitar a su madre a su recamara, a fin de ver si no se le ofrecía nada. Y salir con el cuento que se iba a dormir por que estaba muy cansada. Cerro cuidadosamente todas la puertas de la casa. Activó las alarmas
Ya en su cuarto, preparó todo el ritual. Prendió los cirios, así como el incienso. Después, se desnudó completamente. Y colocando el frasco de cristal entre las grandes velas, procedió a untarselo empezando por sus grandes senos, su pubis; Luego su abdomen, sus amplias nalgas. Lo que inevitablemente la puso cachonda. Y finalmente se bebió el resto del liquido espeso que quedó en el frasco, su sabor era saladito, le recordó el esperma de su último novio. Se preguntó si no sería esperma de cerdo o de res. Pero al final no le dió importancia, la fama de la bruja era muy conocida en toda la Ciudad.
A continuación, se fue desnuda a la cama. Tal y como le instruyó la famosa Bruja. Se cubrió con las finas sabanas y el grueso edredón. No tardó en quedarse profundamente dormida.
Empezó a soñar, aunque no fue un sueño tranquilo. Se sintió hallarse en un viejo y gran Castillo. Ella se encontraba sola y cansada, buscaba algo dentro de las inmensas e inumerables habitaciones del mismo, recorría, galerías, salones grandes y pequeños. Y no encontraba a nadie, subía y bajaba escaleras. Hasta que se halló en una amplia recamara, amueblada con ricos y acogedores muebles, una gran cama con dosel y también grandes espejos. Al ver tan confortable aposento, se sintió cansada dentro de su sueño, por lo que también se metió en el gran lecho, sería tamaño King Size. Al cabo de un rato, oye que alguien se acerca. Y aparece en la habitación, un joven, cual no sería su sorpresa al descubrir que era Eugenio, su amado y esquivo nuevo amor. Pero no, no es él. Se parece, pero no.
El joven se le acerca, con muestras de gran afecto, le recordó al perro que le llevó a la bruja. Pero el muchacho, se acerca y le abraza, le besa la cara, el cuello y la derriba sobre la cama, ya que ella se encontraba sentada en la misma.
Ella, le reclama, oye cálmate, que haces. Y el le dice: “Te he esperado por muchas noches y días. Aquí estuve sólo, sin nadie con quien hablar, solo esperando, por fin haz llegado y no quiero que me vuelvas a abandonar.”
Por fin ella, recuerda que la Bruja le dijo, que una vez que hiciera lo que le había ordenado, tendría el “SUCUBO”, que quería y necesitaba. El cual todas las noches estaría a sus ordenes, para satisfacer todos sus caprichos y deseos. Por lo que debía estar atenta a las cosas inesperadas, que pasarían en las siguientes noches.
– Como te llamas. Le pregunta al joven atractivo, tomando distancia y apreciando su hermoso cabello, su cuadrada mandíbula y sus hermosa nariz, así como el brillo de su ojos avellana y las grandes y risadas pestañas que sombrean esos ojos de ensueño.
Valora su gran cuerpo, de amplias espaldas, su abdomen sin grasa en el que se nota un hermoso six pak, como un lavadero. Su breve cintura y sus redondas nalgas firmes y paraditas, como a ella le gustan, ni más ni menos. Un cuerpo muy cuidado producto seguro de tres horas diarias de gimnasio.
Pero el joven no la deja, está junto a ella, la abraza, la olfatea y empieza a meterle mano, en un agradable cachondeo. Le besa el cuello y va bajando. Toma su pechos, acaricia sus pezones, los pellizca los besa los lame. Es tan agradable que Clara Montserrat, no puede reprimir un gemido de placer.
Ella también toca y manosea el cuerpo joven y atractivo que se le ofrece, aprecia su pecho firme, lame las tetillas y sigue bajando por su abdomen depilado y terso. Mete la mano en su entrepierna, y se lleva una sorpresa, al sentir el falo que firme, espera que lo libere. De inmediato recuerda el gran y ancho pepino que le entrego a la Bruja. Recuerda que en la tienda había escogido dos como candidatos para llevarlos. Y al final se llevó el mayor, pensando que si fuera verdad la brujería que le prometía, se sentiría intimidada por semejante ejemplar. Pero como aún dudaba de la efectividad de la magia, no le dio importancia. Ahora tenía en sus manos una verga que tanto por su largo, como las casi 3 pulgadas de grueso de su glande, le hacía acobardarse de solo pensar en alojarla en su vagina. Aún así procedió a sacar del pantalón semejante ejemplar, no resistiendo más empezó a besarlo y chuparlo, dándole pequeñas mordiditas, que sacaron pequeños estremecimientos y gemidos al joven desconocido.
Ahora el queda completamente desnudo, y se coloca al revés, en la clásica postura 69, comiéndole la rajita, primero lenguetea y después mete una lengua larguísima, que le hace ver estrellitas.
Finalmente, la coloca de espaldas en la cama y la penetra lentamente, con toda la calma del mundo comienza un metesaca que se prolonga por más de media hora, hasta que los dos se vienen en un extasis de placer.
Amanece, y Clara Montserrat, despierta en su cama, sola, los cirios permanecen prendidos. Se siente agotada, como si toda la noche, hubiera estado despierta gozando sexualmente. Sin embargo, está en su habitación de siempre y no ha entrado nadie a su casa. Está satisfecha sexualmente pero se siente extraña.
Suena el despertador las 6 am., hora de levantarse para acudir a la escuela y a la oficina, siguiendo la rutina de siempre. Nada ha cambiado, el día transcurre sin novedad.
Al llegar la noche, no da importancia a lo que soñó la noche anterior. Y siguiendo la rutina diaria, procede por último a activa las alarmas. Se va a la cama y queda dormida de inmediato. Se encuentra otra vez en el conocido Castillo, se dirige a la misteriosa habitación. Donde ya la espera el joven de la otra noche, del cual no sabe ni su nombre. por lo que lo primero que hace al besarlo en la boca, es preguntar su nombre.
– Me llamo Doggy. Dice él.
– Doggy, pero que no es nombre de perro?. Rie ella.
– Siempre me he llamado así.
– Bueno, tu nombre no importa, es incluso bonito.
Y proceden a gozar los dos sexualmente, en un interminable y un placer constante.
De repente, suena la alarma, es el despertador, las 6 am. Clara Montserrat, despierta en su cama, toda revuelta, como si se hubiera escenificado una guerra en ella. Pero no hay nadie más, ella está sola en su habitación cerrada.
Entonces, vuelve al trabajo como siempre. Se pregunta si todas las noches se repetirán esos sueños, que la dejan satisfecha pero agotada durante todo el día. Recuerda que la vieja le dijo, que le haría un Sucubo, pero que ella no había entendido que era eso, ni le preguntó a la vieja, que además, poco comunicaba.
Se le ocurre consultar un diccionario. Busca, y lee: “Sucubo-Íncubo (del latín Incubus, in, ‘sobre’ y cubare, ‘yacer’, ‘acostarse’) es un demonio masculino en la creencia y mitología popular europea de la Edad Media que se supone se posa encima de la víctima durmiente, generalmente mujeres, pero también hay mitos sobre posesión de hombres, para tener relaciones sexuales con quien duerme, de acuerdo con una amplia cantidad de tradiciones mitológicas y legendarias. Su contraparte femenina se llama súcubo. Un íncubo puede buscar tener relaciones sexuales con una mujer para convertirse en el padre de un niño, como en la leyenda de Merlín.1 Algunas fuentes indican que puede ser identificado por su antinatural frío pene.2 La tradición religiosa sostiene que tener relaciones sexuales con un íncubo o súcubo puede resultar en deterioro de salud, o incluso hasta la muerte.3 Las víctimas viven la experiencia como un sueño sin poder despertar de éste”.
“Si la mujer queda embarazada puede dar a luz niños deformes, de fácil control por parte del mal, o con habilidades especiales (como el mago Merlín, hijo de un íncubo y de una prostituta, según una de las tantas versiones de su nacimiento, otra versión de la leyenda dice que la madre era una monja seducida por el demonio, otra de las versiones sostiene que la madre era una célibe hija de un rey menor de Gales del Sur). El íncubo succiona la energía corporal de la persona en el momento de la copulación, de esta manera vive o se hace más fuerte. En casos extremos de acuerdo a quienes los estudian, puede llegar a darle un paro al corazón de la víctima e incluso matarla por la succión energética ocasionada, dejando a la víctima débil o enfermiza”.
Bueno, ahora ya sabe lo que es el Súcubo, le aterra lo que lee, pero por lo pronto le gusta lo que siente.
Bueno, es mi relato, si les gustó dejen un comentario. Para después, les escribo el final de esta historia.