¿Se acuerdan de Carolina, mi asistente?, bueno, después de lo ocurrido, siguió trabajando conmigo y hace apenas unas semanas renunció; pero nos dimos nuestra despedida, esta es la historia.Ya era tarde ese viernes, precisamente me encontraba en mi oficina recordando la vez que abusé de Carolina y Norma junto con los dos tipejos (Ver relato: Como me viole a mi asistente); en eso, alguien toca a mi puerta, casi sin pensar digo â??adelanteâ?.
Era Carolina, se sienta frente a mí y me dice que necesita hablar conmigo; le digo que me diga que se le ofrece mientras oculto detrás del escritorio mi erección que tenía por el recuerdo de lo acontecido; ella sin darse cuenta, empieza a hablar:
Carolina- Ehhh.. quiero decirle algo muy difícil para mí.
Yo- Pues dime, ¿qué puede ser tan difícil?
C- Pues… ehhh.. ok, a eso vine y se lo tengo que decir; vengo a renunciar
Y- (Sorprendido por la noticia tan abrupta)- Eh, oh, vaya… eh, y… ¿se puede saber porqué?
C- Pues si, mire, me ofrecen otro trabajo con mejor salario y un puesto superior y pues…
Y- Si, si, tienes razón, disculpa por preguntar, y… ¿cuándo te irías?
C- Pues, en dos semanas, nada mas termina el mes.
Y- Ok, pues, no puedo decirte más que desearte suerte y decirte que siempre seré tu amigo; aquí tendrás las puertas abiertas cuando gustes.
C- Muchas gracias, Lic. yo sabía que Ud. comprendería y como pues, es la segunda vez que renuncio…
Y- Si, y por cierto, nunca me dijiste los motivos de la primera renuncia.
C- No, ni se los diré, o quien sabe, tal vez algún día me anime, pero prefiero no recordar.
Y- De acuerdo, no hay problema, espero que te vaya muy bien y gracias por tu tiempo y dedicación (Hubiera querido decirle: y por tus nalguitas).
C- Gracias a Usted, hasta el lunes.
Y- Hasta el lunes.
Carolina se levantó para marcharse y volví a contemplar sus nalgas que tanto me gustaron siempre; en cuanto se fue me quedé triste de saber que solo a la fuerza la tuve y que ella nunca fue mía realmente; seguía cavilando cuando ella entró de nuevo.
C- Eh, olvidé decirle una cosa
Y- Si, dime
C- También quiero invitarlo a mi boda.
La noticia me cayó como balde de agua fría; ella había seguido con el muchachito aquel aunque yo lo hubiera despedido.
Y- Ah, muchas gracias, ¿cuándo es?
C- Todavía faltan 8 meses, pero yo le traigo luego su invitación.
Y-Ok, muchas gracias
C- Bye
Y- Bye.
Me quedé peor que la primera vez; aparte de irse y que ya no la vería; se casaría con ese baboso que tenía por novio; no es posible, inferí que esa era la verdadera razón de su renuncia; claro, si yo había corrido al novio, seguramente le dijo: â??Nos casamos pero salte de allíâ?.
Estuve pensando todo ese fin de semana como le haría para tener a Carolina; pero no quería hacerlo de nuevo a la fuerza, eso no me satisfizo, quería que ella se me entregara; incluso pensaba en Carolina cuando estaba haciendo el amor con mi esposa y decidí que tenia que idear un plan antes de que se fuera, solo tenía dos semanas, así que me tenía que apurar.
El Lunes a mediodía llamé a Carolina a mi despacho; le dije que en esas dos semanas tendríamos que trabajar duro porque necesitaba que preparara a la persona que se iba a quedar en su lugar y que ese mismo día la iba a contratar; pero que tal vez necesitaría un poco de más tiempo o que se quedar aun poco más tarde. Ella me dijo que no había problema, que como yo había sido muy buena persona con ella, estaba dispuesta a apoyarme.
Ese mismo día contraté a Sonia; una jovencita de 23 años que estaba apunto de terminar su carrera, bastante guapa. Alta, delgada y de piel clara; ojos verdes y buenos pechos; algo tontita, pero ni quien se fijara en eso.
De inmediato algunos â??perrosâ? que trabajan conmigo, le dieron la bienvenida y la rodearon de atenciones. La presenté con Carolina y me di cuenta de que a ella no le agradó mucho; esa era precisamente mi intención. Le dije que le enseñara todo a Sonia, ya que ocuparía su lugar.
Dos días me bastaron para despertar los celos naturales de Carolina; me esmeré en tratar bien a Sonia, la llevé a comer el primer día, la llamaba a mi privado y platicaba con ella de cualquier tontería, delante de todos le decía cosas como: â??vienes muy guapa hoyâ?, o â??Te arreglaste diferenteâ?, etc.
Me di cuenta que Carolina se había encelado porque andaba muy seria y ya solo me hablaba para asuntos de trabajo. Le pregunté si estaba enojada y dijo que no; pero yo insistí y la invité a comer para que me platicara lo que le pasaba, ella aceptó, así que el viernes nos fuimos a comer los dos solos.
Ya en la comida, Caro me soltó la verdad; estaba enojada porque todos en la oficina, incluyéndome, nos desvivíamos por la nueva chica y a ella ya nadie le hacía caso, además de que no recordaba que a nadie la hubiéramos tratado así nunca. Le dije que no me había dado cuenta y le pedí que me disculpara y le prometí que ya no lo haría más y que vería que los demás también se tranquilizaran.
Realmente eso no me importaba, lo que yo quería era estar a solas con ella y ya lo había logrado, ahora tenía que seguir con mi plan y llevarla a la cama ese mismo día; así que le dije que mataríamos la tarde para comer a gusto. La había yo llevado a un restaurante un poco alejado de la oficina, pero muy tranquilo y de buena calidad; además de que, como estaba cerca de la carretera, podríamos â??desviarnosâ? a alguno de los hoteles que por allí abundan.
Había pedido la mesa más apartada y el mesero que ya me conocía; le pedí que nos diera trato â??especialâ?; él ya sabía que eso significaba que deseaba acostarme con la persona que iba conmigo y que tendría que darle cierta bebida que haría más fácil mi trabajo.
Carolina casi no quería beber, pero le dije que esa era una ocasión especial y la convencí de que tomara más y más; una hora y media después, ella se había tomado casi dos botellas y ya se reía de cualquier tontería y se le habían subido los colores al rostro; señal inequívoca de que ya estaba ebria o al menos mareada; no esperé más, pagué y salimos del restaurante; ella me dijo riéndose que si no íbamos a matar la tarde y yo le contesté que si, que aún no acabábamos la celebración.
Nos fuimos en mi auto y vi que Carolina primero iba muy risueña y luego empezaba a aletargarse; tomé rumbo a la carretera, hacia un hotel que ya conocía bastante bien y que estaba un poco escondido. Al llegar, Carolina, medio adormilada me preguntó: â??¿Ya llegamos?â? y yo le dije que sí; ella solo sonrió.
Era un motel en el cual uno entra con el auto hasta un pequeño garaje que está debajo de la habitación que se va a ocupar y a la cual se accede desde adentro; un encargado se acercó, me bajé del auto y le pagué por adelantado como siempre se hace; cerramos la puerta corrediza y corrí el pasador por dentro.
Regresé al auto; Caro me miraba con ojos vidriosos y me preguntó:â?¿Dónde estamos?â?; le respondí que en el mejor lugar del mundo y ella no reaccionó. Le dije que se bajara, pero apenas podía sostenerse en pié; la ayudé, o mas bien, casi la cargué; la subí al cuarto y la deposité suavemente en la cama; ella balbuceó algo así como: â??Que rico, tengo sueñoâ?.
Comencé a desnudarla; ella me preguntó que estaba haciendo y le dije que poniéndola cómoda. Le desabotoné la blusa blanca y empecé a besarle el cuello; ella solo emitió un pequeño gemido: â??¡Aum!â? y yo continué; al tiempo que la besaba, busqué el botón de su falda y lo desabroché. No hubo ninguna resistencia de Carolina cuando le bajé la falda y le quité por completo la blusa, luego procedí a bajarle las medias y allí si me preguntó: â??¿Qué hace?, no siga por favorâ?, pero yo no hice caso y seguí con su sostén, que afortunadamente se abrochaba por adelante. Lamí los senos con avidez, ella solamente suspiró mientras yo continuaba desnudándola; le bajé la tanga y con un dedo acaricié su clítoris que comenzó a excitarse.
Carolina empezó a acariciar mi cabello y fue cuando me di cuenta de que ya era mía, no se resistiría más; así que continué acariciándola y metí un dedo en su panochita; me di cuenta que ya se encontraba mojada, así que decidí no esperara más.
Me desvestí rápidamente y me coloqué en posición para meter mi verga en Caro; ella me dijo: â??por favor con cuidado, porque soy virgenâ?. No pude evitar sonreír par mis adentros, pues yo sabía que no lo era, y sabía que aparte de lo que le habíamos hecho antes, se acostaba con su novio, pues era evidente.
De cualquier manera empecé a meter mi verga despacio para que ella se fuera acostumbrando; ella abrió los ojos totalmente sintiendo como entraba; poco a poco se la clavé hasta llegar al fondo. Empecé a bombear a Carolina y ella comenzó a gemir de placer; primero despacio y luego más fuerte; acerqué mi cuerpo al de ella y nuestras pieles se tocaron, haciendo más sublime el momento de la entrega.
Ambos nos movimos al mismo ritmo; sus gemidos y los míos se confundieron; comenzó a decirme: â??¡Así, así, más más ,más así, oum, así papito, dámelo todo más así, ah, ah ah!â?. Yo seguí entrando y saliendo de ella con fuerza, impulsado por su voz que yo siempre había soñado diciéndome eso.
Un buen rato duró nuestro primer encuentro, la sentí venirse dos veces y me daba cuenta por que sus gemidos eran más intensos y su panochita apretaba con mayor fuerza mi verga; no aguanté más y terminé dentro de ella soltando varios chorros de semen. Por supuesto yo no me había puesto condón.
Nos acostamos lado a lado sudorosos y cansados; Carolina me miraba y le pregunté que sucedía; me dijo: â??¿Sabías que eres el primer hombre en mi vida?â?. Casi me delato a mí mismo, pues le iba a decir que yo sabía que no era cierto, pero decidí disimular y fingiendo cara de asombro le dije: â??¿De verdad?â?, es un gran honor para mí. Luego me abrazó y ambos nos dormimos.
Desperté más tarde y al sentir el cuerpo desnudo de Caro junto al mío me volví a excitar, por lo que comencé a acariciarla de nuevo; ella despertó al sentir mis caricias y también me acarició, luego nos besamos con pasión. Sutilmente, Carolina me empujó para acostarme boca arriba; mi verga levantada quedó apuntando al techo y sin mediar palabra, ella misma se acomodó para sentarse en ella.
Caro se clavó toda mi verga y empezó a moverse arriba y abajo, cabalgándome delicioso; yo la tomé de las caderas para ayudarla a moverse; de nuevo ambos gemimos prácticamente al unísono. Carolina se movió gozando de la cogida recargada en mi pecho; de nuevo noté que tuvo tres orgasmos. Luego se levantó, sacando mi verga y de inmediato se acostó junto a mí y comenzó a mamarme la verga. Ahí me di cuenta que Carolina ya tenía bastante experiencia en el sexo, pues mamaba riquísimo. Ella me chupaba y con una mano me sobaba los huevos, no tardé mucho en venirme y Carolina se tragó mi semen como si fuera una bebida deliciosa. Luego lamió mi verga y mis huevos y por último fue subiendo hasta darme un beso en la boca. Acostándose a mi lado me dijo: â??Siempre había esperado esto, desde que entré a trabajar contigo me gustaste, pero nunca me atrevía a decírtelo; pero como sabes me voy a casar y amo a mi novio, además hay algo que debo confesarte, realmente no soy virgenâ?.
Me hice el sorprendido, pero antes de que yo contestara, ella me pidió que la escuchara y me contó lo que había sucedido en la oficina; todo lo que me contó yo lo sabía, pues como recordarán yo estuve ahí y de hecho fui el provocador de lo mismo. No pude evitar excitarme mientras ella me contaba lo que â??Tres tipos malditosâ?, como nos llamó, le hicieron a ella y a Norma. Me coloqué una sábana para que ella no se diera cuenta de mi excitación y seguí escuchándola. Cuando terminó, la abracé y la consolé diciéndole que olvidara ese horrible capítulo en su vida y viviera lo que venía; le dije también que me hubiera dicho cuando sucedió para haberla ayudado en ese entonces y haber levantado una denuncia o algo; pero ella me dijo que en ese entonces se sentía muy mal y le daba mucha pena contar aquello; además la habían amenazado, por eso no hizo nada.
Caro me acarició y al bajar su mano notó que estaba excitado, por lo que me dijo sorprendida: â??¿Te gusto mucho o qué?â?. Yo le dije que si, que de igual manera ella me había gustado desde hacía tiempo y que no le había dicho nada por respeto, pero que ahora que ya no éramos jefe y empleado, podíamos despreocuparnos. Caro me colocó un dedo en los labios callándome sensualmente y luego fue bajando por mi cuerpo hasta llegar de nuevo a mi verga, giró su cuerpo de tal manera que su panocha quedó frente a mi cara y entendí que ella deseaba un 69; comencé a chuparla mientras gozaba de las mamadas que ella me daba. Nos estuvimos chupando un buen rato, gozando de nuestros jugos sexuales. Un rato después, Carolina se detuvo y gateó hacia la orilla de la cama, quedó en posición de perrito y me enderecé; me coloqué detrás de ella y le clavé la verga de nuevo.
Estuvimos haciéndolo durante unos veinte minutos, durante ese tiempo solo se escucharon nuestros gemidos de placer; fue cuando supe que Carolina era una mujer sumamente fogosa y envidié al muchacho que se iba a casar con ella, pero por otro lado, me sentí contento de haberla poseído antes que él.
De nuevo Caro tuvo su orgasmo y yo terminé dentro de ella, terminamos rendidos. Después de descansar un rato, nos bañamos juntos y nos fuimos en silencio. La dejé en su casa y quedamos de comunicarnos después; dejamos abierta la puerta para una nueva aventura.
Aunque Carolina todavía trabajó unos días conmigo, tratamos de no estar muy cerca para no despertar sospechas. Luego ella se fue y dentro de poco es su boda, espero verla antes, ya le mande un mail a ver que me contesta.