La última cogidaLos individuos estaban muy enojados por lo que había sucedido, por lo que le dijeron al monstruo que querían desquitarse de mis hijas; el monstruo le preguntó a su prima que hacían y ella le dijo: â??Hagan lo que quieran, no me interesa; yo me voy a divertir por acáâ?. Mientras blandía las tijeras frente a mi. Me dijo: â??Espero que goces lo que viene, porque será la última vez que lo hagasâ?. Vi como los tipos caían de nuevo sobre mis hijas y sobre Andrea y mi esposa también; a Elena le rompieron la ropa que ya se había puesto y la hincaron para que le mamara la verga a un tipo, mientras, otro se colocó detrás de ella y sin mediar palabra la embistió por completo; mientras dos tipos le sostenían los brazos abiertos.
A Verónica la volvieron a atar y la obligaron a sentarse en la verga de un tipo, mientras otro se la cogía por el culo y un tercero la obligaba a mamarle la verga; el monstruo estaba encima de Andrea en la cama, cogiéndosela con fuerza mientras ella gritaba, suplicando que la dejara en paz. Por último, dos tipos estaban con mi mujer, mientras uno se la cogía â??de perritoâ?, agarrándole los brazos, otro estaba frente a ella obligándola a mamarle la verga mientras él la sostenía de los cabellos.
La prima del monstruo se paró junto a mi, totalmente desnuda y me dijo: â??¿Recuerdas como lo hicimos hace años?â?, â??Se me hace que quieres repetirlo, de seguro quieres violarme, pero como no estás con tus amigos, eres muy cobardeâ? y me soltó una cachetada tan dura que casi me tira los dientes. Me agarró la verga y me dijo: â??Ahora lo haremos a mi maneraâ?. Se agachó y empezó a chuparme el palo con fuerza, yo sentía placer, pero a la vez miedo y asombro, pues ella me estaba haciendo gozar de nuevo; se detuvo cuando vio que mi verga estaba en su apogeo y abrió sus piernas, se sentó frente a mi, clavándose mi verga en su panocha con toda su extensión; mi placer era muy grande, pero mi temor también, eso hizo que mi verga de repente empezara a bajarse, aun estando dentro de la panocha de la mujer. Ella se levantó molesta y me dijo: â??¡Ah,! ya sé, solo te excitas cuando violas mujeres ¿verdad?, eres un degenerado y como tal te voy a tratarâ?.
Preguntó quien de los tipos ya había terminado; cuatro le respondieron y les pidió ayuda; me desataron, me levantaron y me llevaron a donde estaban violando a Elena, me dijeron que tenía que penetrarla y que no se me ocurriera negarme porque entonces Elena pagaría las consecuencias y a mi me violarían entre todos. Iba a negarme cuando uno de los tipos comenzó a ahorcar a Elena con las dos manos, me dijo que si no me la cogía, la vería muerta. Asentí con la cabeza y obligaron a Elena a hincarse, le ataron de nuevo las manos a la espalda y le dijeron que me chupara la verga de nuevo. Ella lo hizo y logró que tuviera una tremenda erección; la prima del monstruo afirmó que solo teniendo a las mujeres sometidas podía yo coger y que era un violador nato. Subieron a Elena a la cama y le preguntaron a la mujer si la amordazaban, ella dijo que no, que quería escuchar los gritos de Elena al ser violada por mi. Me ordenaron violarla, me quedé parado un momento sin hacer nada, pero las manos del tipo de nuevo se acercaron al cuello de mi hija, por lo que me subí a la cama y me coloqué entre sus piernas; mi hija me gustaba mucho, pero no para hacerle eso, sin embargo me sentí obligado y, de un tirón, la penetré. Elena aulló de dolor y lloró, pero mi excitación ya era bastante y comencé a moverme dentro de ella sin piedad. La verdad es que lo disfruté y mucho. Llevaba yo un rato violando a mi hija cuando me jalaron desde atrás, me pusieron a mi esposa enfrente, la hincaron dándome la espalda, atada y amordazada, me ordenaron cogérmela por el culo y la verdad, ya no me hice del rogar, me coloqué atrás de ella y le clavé la verga en su culito apretado. Ella intentó zafarse, pero al moverse solo me hizo gozar más; estuve así un rato, mientras otros tipos se cogían de nuevo a Elena y cuando pense que me venía, me volvieron a sacar de Carmela, se la llevaron para seguirla cogiendo otros y trajeron a Verónica y Andrea, las pararon frente a mi y me preguntaron que en cual quería venirme; lógicamente, contesté que en Andrea, pues ya no quería violar a mis hijas; pero ellos con crueldad extrema, acostaron a Verónica frente a mi y la obligaron a abrir las piernas, me empujaron hacia ella y me dijeron: â??pues primero cógete a estaâ?. Por lo que, obligado, penetré también a mi hija Verónica, que dicho sea de paso, estaba bastante buena; empecé a bombear su panochita mientras ella gritaba: â??¡No por favor, Papá, no, soy tu hija, por favor!â?. No le respondí y seguí cogiéndola con fuerza.
Casi me venía cuando me sacaron de Verónica y por último, me llevaron con Andrea. Ella me gustaba desde tiempo atrás, pero lógicamente nunca les dije nada a mi esposa ni a mis hijas, pues era una muchachita amiga de Elena. Hincaron a Andrea frente a mí y la mujer le ordenó que me mamara, pero le advirtió que no me dejara venirme o sería castigada. Andrea obedeció y empezó a chuparme la verga; sentí mucho placer y la tomé de los cabellos; mientras, mi esposa y mis hijas seguían siendo violadas por los individuos; entre dos o entre tres. Estaba por venirme cuando la propia Andrea dejó de chupar mi verga. La prima del monstruo la felicitó y le ordenó que se volteara; ella obedeció y me hicieron cogérmela de a perrito. Me hinqué atrás de ella y la penetré también, esta vez sin remordimientos, de hecho ya en ocasiones anteriores había soñado con Andrea desnuda y haciendo el amor conmigo y esta fue mi oportunidad. En esta ocasión si me dejaron venirme; tuve una gran descarga dentro de Andrea, que lloraba y se agitaba frenéticamente.
Esa fue mi última vez. Lo que sigue me cuesta mucho trabajo contarlo y me duele que sepas lo que ocurrió, pero necesito desahogarme. En cuanto me salí de Andrea, la mujer ordenó que me llevaran a la cama. Me ataron boca arriba con los brazos y las piernas en cruz y me amordazaron. Esperaron a que los que se estaban cogiendo a mi esposa e hijas terminaran y las llevaron atadas y amordazadas a que vieran lo que pasaba. Fue el peor momento de mi vida. La prima del monstruo se acercó a mi sonriendo malévolamente y me dijo que era bueno que hubiera gozado por última vez; que nunca más violaría a nadie. Se subió a la cama, hincada, con una mano levantó mi pene y entonces sudé frío; vi como con la otra mano abría las tijeras en torno a mi verga y después… solo sentí el dolor más fuerte que haya tenido en mi vida, mis lágrimas saltaron; quise gritar sin conseguirlo y me desmayé.
No sé cuanto tiempo estuve desmayado; pero cuando desperté la pesadilla no había terminado; mis hijas, mi esposa y Andrea estaban atadas y amordazadas en las sillas, dos a cada lado de la cama; yo estaba boca abajo atado en la cama otra vez en cruz. Sentía un dolor muy intenso en la zona donde una vez existió mi pene y estaba amordazado. Alguien dijo: â??Ya despertóâ? y escuché la voz de la prima del monstruo ordenando: â??¡Ya no es hombre, ya no tiene pito, hagan lo que saben!â?. Los individuos enmascarados se acercaron a mí con las más negras intenciones en este mundo; el primero fue el monstruo, se colocó atrás de mí y me dijo: â??A ver puta, te voy a violar, espero que lo disfrutes como disfrutaste violando a mi prima, desgraciada. Y más vale que ni te quejes que bien que se que te gustaâ?. Intenté zafarme de las ataduras, gritar, suplicar, hincarme, hacer lo que fuera, pero que ya no me hicieran nada. Todo fue inútil. El monstruo colocó su verga en la entrada de mi ano y me abrió las nalgas con una mano; sentí como la cabeza de su verga intentaba entrar en mi culo; me retorcí, pero eso facilitó la penetración, metió su verga en mi ano sin ninguna compasión. Sentí un dolor tan grande que casi me desmayo de nuevo; pero me arrojaron agua a la cara para evitar el desmayo; sentí toda la rabia, la humillación, el enojo… no sé que más, sentí tantas cosas que pensé que más valía haber muerto que llegar a esa situación tan infame; además toda mi familia y la amiga de mis hijas estaban presenciando mi humillación. De verdad deseé morir. El monstruo masacró mi ano con furia y el muy desgraciado se vino dentro de mi, arrojándome su semen en las entrañas y gozando con lo que me había hecho; después de él siguió otro, y luego otro y otro hasta que pasaron los diez tipos por mi adolorido y sangrante ano. Después del tercero ya no sentí nada, solo cerraba los ojos y lloraba en silencio.
Cuando terminó el último, se acercó a mí la prima del monstruo, me mostró su mano, en la que llevaba mi miembro cortado por ella misma; me dijo: â??Me llevo un recuerdito de ti, para recordar este día en el que por fin mi venganza se consumó; pero no creas que lo voy a conservar, tengo dos perros a los que de seguro les gustará junto con sus croquetas.â?.
Por último, se me acercó el monstruo, me dijo: â??Gracias por este inolvidable fin de semana, espero que a ti, putita y a tus familiares les haya gustado; no intenten hacer nada en nuestra contra ni vayan a la policía porque entonces si no vivirán para contarlo. Esperamos que les haya gustado y a ver que otro día nos damos una vueltecita por acáâ?.
Salieron dejándonos a todos atados y amordazados, escuchaba yo sollozos, pero no abría los ojos, pues no quería saber ya nada de este mundo; no supe quien se desató primero ni como me desataron, el caso es que me fui de ahí sin despedirme de mi esposa, que no deseaba verme más, solo pude habla al final con Vero y Elena, les pedí perdón de rodillas y ellas me contaron como sucedió todo, y al final, creo que me perdonaros; empecé mi vida de vagabundo como me ves ahora amigo, mendigando y causando lástimas a todo el mundo. Hace poco pasé por la que era nuestra casa y me detuve enfrente, una señora que me vio, me corrió de ahí y me amenazó con echarme a los perros si no me largaba; de mis hijas y mi esposa nunca supe ya nada y a Andrea si la vi un día por allá por el oriente de la ciudad; ella no me reconoció, pero yo sí.
Te agradezco que me hayas escuchado ahora que estoy seguro de que me queda poco tiempo de vida, ojalá Dios me haya perdonado y que el castigo que recibí haya sido suficiente a sus ojos para entra en su reino.