Relato enviado originalmente por Jorge A. el 30 de Septiembre del 2000 a www.SexoServicio.com
La tarde lluviosa y fría de aquel jueves me obligó a quedarme estacionada
en el interior de mi taxi. El pasaje era escaso y el tiempo pasaba a cuenta
gotas. Poco tiempo después, la átmosfera aburrida que me oprimía adentro
del taxti fue ceveramente interrumpida por una mujer madura de unos
cuarenta años y bien vestida, que en medio de la ya fuerte lluvia tocaba
insistente la ventanilla pidiendome que la trarladara a algún lugar.Llegamos a la Roma, ella, la pasajera, me pidio que la esperara. A los
pocos minutos de haber ingresado a un pequeño departamento, regresó con
otra mujer mucho más joven. En el camino venían discutiendo acaloradamente
y casi a la fuerza metió al taxi a la joven mujer. – Al Radisson de
periférico- me dijo la primera pasajera.
En el camino las cosas eran tensas dentro del taxi, había gritos y reclamos
de parte de las dos mujeres, derrepente un gran silencio, y al ver por el
retrovisor observe que las dos se besaban y se acariciaban la una a la
otra. La joven se dejaba llevar por la pasión desenfrenada que imprimía la
primera pasajera, quien sin limitarse la besaba en la boca y en el cuello
mientras que con sus manos tocaba con fuerza sus senos y las nalgas de su
acompañante. Yo miraba con recato el retrovisor y en agunas ocasiones la
mirada de la joven se clavaba de vez en cuando en mi mostrandome un halo de
pasión.
Llegamos al Radisson. No sé en cuanto tiempo, ni si hubo mucho tráfico. La
cuarentona entonces me dio una tarjeta – no tardes allí te esperamos-
Dijo. Las dos mujeres bajaron del taxi y se dirigieron al interior del
hotel. Por un momento pense -¿será esto cierto? – y sin pensarlo mucho
estacione el taxi y me dirijí a la habitación señalada en la tarjeta.
Igresé a la habitación, la cuarentona después de ofrecerme una copa de
vino, me dijo que agarrara una camara ve video que estaba en la mesa. –
filma lo que veas- me dijo. La joven, sólo en bragas salió del vestidor y
sin decir palabra se acercó a la cuarentona, la tomó con pasión entre sus
brazos besandola sin control. Yo nerviosa empese a filmar paso a paso los
movimientos amatorios que ellas empezaban a realizar.
La mujer madura, más alta y más fuerte que su acompañante, la tomó de la
cintura y la subió a la mesa. Con violencia arrancó las bragas de su amante
y con los ojos llenos de anciedad le abrió las piernas y sumergió su boca
en los olores de su sexo. La cabeza de la cuarentona se meneaba como un
salvaje oleaje, al tiempo que los gemidos de la joven secuendaban los
lenguetasos de su captora.
Yo sentía mi sexo húmedo, las imágenes que captaba en la camara
intencificaban mi exitación. Me acercaba más a ellas para conseguir no sólo
mejores tomas si no para alcanzar aunque sea un poco de ese olor a sexo
que rodeaba a la amantes.
Se entregaron hasta el cansancio; se consumieron cada gota de la miel de
sus sexos; se acabaron hasta el olor de la pasión. Los orgamos continuos y
exquisitos que ellas liberaban, acabarón con el culmen de mi exitación que
explotaron con el calor y humedad de mi sexo probocandome uno de los
mejores orgasmos de la vida.
Las tres exhautas reímos. Deja la camara y toma un billete de mi cartera.
Me dijo la mujer madura. Me despedí y la mirada de la joven asintió
agradecida, pidiendome a la vez, guardar el secreto vivido aquella tarde
lluviosa y fría