Atravesé el parque tratando de distraerme un poco, y al cruzar la calle un coche se acercó impidiendo que cruzara, me di cuenta que era el vehículo de los chavos del cine, bajaron el cristal y uno de ellos me preguntó a donde iba, no contesté y traté de cruzar la calle, el coche avanzó un poco más tapándome el paso nuevamente y fue cuando de la puerta trasera salió uno de ellos, al verlo lo recordé con la mano entre sus piernas ofreciéndoseme, me dijo que me acompañaría que solo quería platicar un rato, yo caminé sin decir palabra mientras él caminaba a mi lado diciéndome que era muy hermosa, sensual, que lo había deslumbrado y un sin fin de cosas; por fin me detuve y volteándole a ver le pregunté
– ¿Qué es lo que quieres?
– ¡Llevarte a la cama, para hacerte gozar como nunca y solo terminaré cuando tu me lo pidas!
Me dijo viéndome directo a los ojos y en voz baja, al parecer sabía qué era lo que yo estaba necesitando en ese momento.
– ¿Traes condones? Le pregunté.
– No, pero podemos pasar a comprar a una farmacia. Me contestó con cierta incredulidad.
Di media vuelta y regresé a la esquina donde estaban sus amigos en el coche, el se adelantó un poco, cruzó unas cuantas palabras con el que conducía y le pidió las llaves, el chico se las dio y bajó con su compañero, hasta entonces se dirigió a mí invitándome a subir al auto. En ese instante no se que fue lo que pasó por mi mente, pero le dije a los dos que acababan de bajar, ¡que esperan, súbanse!; los dos se vieron atónitos, y sin perder tiempo se apresuraron a subir. Una vez en mi lugar, disfruté ver la cara del chofer quien con la mirada les preguntaba a sus compañeros lo que pasaba, ellos solo se encogieron de hombros y me voltearon a ver, el vehículo emprendió la marcha, para romper un poco el hielo, si es que lo había, le pregunté como se llamaban,
– Yo soy Luis.- Respondió el que me había contactado.
– Y yo Víctor Hugo.- Dijo uno de los de atrás, por cierto el más guapo.
– Me llamo Francisco.- Respondió el último.
– ¿Y dónde dejaron a Donald?.- les pregunté echándome a reír, y ellos quizá de no muy buena gana también rieron un poco.
– ¿Y tú cómo te llamas?.- Me preguntó Luis, quien al parecer era el más interesado en mi persona o al menos en mi cuerpo.
– Vanesa.- Le respondí.
– Mas bien deberías de ser Buenesa, porque estás buenísima.- Me dijo Luis, sus compañeros sólo rieron dándole la razón.
De ahí hasta que llegamos a una farmacia nadie rompió el silencio, hasta que Luis detuvo el vehículo y con la clara intención de bajar, se quedó paralizado un poco pensativo.
– ¿Cuántos compro?.- Preguntó sin voltear a ver a nadie, esperando que alguien se animara a contestar.
– No sé ustedes, pero al menos yo compraría la caja más grande, suele salir más barato y tarde o temprano usaría los que sobraran.- Le respondí.
Mientras Luis estaba en la farmacia, Francisco me preguntó si podía darme un beso.
– ¿Porqué quieres darme un beso?
– Porque no sé si más tarde tenga la oportunidad de hacerlo.
– ¿Lo harás con los tres a mismo tiempo?. Terció Hugo.
– Al menos que dos de ustedes piensen entretenerse mutuamente.
– Tal vez seamos los sobrinos de Donald, pero no somos Plutos. – Me respondió
– Pues eso tendré que confirmarlo. – Le contesté al tiempo que me pasaba hacia atrás.
Una vez frente a Francisco, lo tomé de la cara y le di un beso en la boca, a diferencia de David, enseguida me acarició los senos haciendo que recobrara la calentura volviera a invadir mi cuerpo, y el beso se intensificara rápidamente. Sin decir nada Hugo reclamó su derecho acariciándome por detrás, entonces me senté en medio de ellos y desabotoné mi blusa y le subí una pierna a cada uno abriéndome lo más que podía, las manos se dejaron sentir en el acto desde la rodilla hasta mi húmedo sexo, una vez que deje al descubierto mis tetas, los dos chicos como becerritos sedientos se encargaron de ellas inmediatamente, lamían, chupaban, mordisqueaban mis pezones y me lo succionaban de lo más rico, sin poder evitarlo me eche hacia atrás cerrando los ojos para disfrutar de las bondades que me brindaban los dos muchachos, y solo los abrí al ritmo de un suspiro profundo que me provocaron cuando uno de ellos introdujo un dedo en mi hambrienta vagina, Luis ya había regresado y estaba boquiabierto disfrutando del espectáculo desde su lugar.
– Vámonos Luisito, al llegar te compensaré, ya veremos si me cumples lo que me dijiste.
Luis arrancó el vehículo y se dirigió a las afueras de la ciudad, donde hay varios hoteles de paso, escogió el mejor de todos. Al llegar el vehículo al garage del cuarto asignado y bajarse la cortina, Luis se dirigió a la pequeña ventanita para pagar la cuota, mientras Paco, Hugo y yo subíamos al cuarto. Los dos chicos y yo no dejábamos de besarnos y poco a poco me fueron despojando de la ropa regándola en el suelo. Cuando por fin Luis entró a la habitación, ya solo me quedaba puesta la tanga, tratando de recuperar el tiempo perdido, hizo el intento de bajármela, pero lo detuve diciéndole:
– Tranquilo Luis, súbete a la cama para que te atienda especialmente.
Sin decir nada, se sentó para quitarse los zapatos y se acomodó para observar el show de sus dos amigos que parecían pulpos sobre mi cuerpo. Por mi parte no me quedaba atrás y también exploraba a mis dos compañeros, quienes a pesar de estar ya excitados parecieron enloquecer cuando les pedí que me desvistieran por completo y fue Hugo quien me despojo de la única prenda que me quedaba, después me arrodillé en medio de ellos para quitarles la ropa, los dos me ayudaron a desabrocharse los cinturones y yo me encargué de bajar sus pantalones y trusas, la primera trusa que bajé fue la de Paco, lo que vi no fue nada extraordinario, una verga de tamaño mediano; la de Hugo es un poco más larga pero de menor grosor, pero eso sí las dos estaban duras como rocas, al besar sus glandes los dos gimieron y respondieron a mi mamada con un ligero movimiento de cadera, impulsando sus vergas más al fondo de mi garganta. Después de la rápida chupada que les diera a sus miembros escalé por sus cuerpos para quitarles las camisas, al estar desnudos los dos se acomodaron para hacerme un sándwich parados, Hugo que había quedado de frente a mí, me tomó la pierna para levantármela y pudieran penetrarme los dos por los respectivos orificios que habían elegido, ya las dos armas se restregaban en mis carnes y yo no deseaba otra cosa que lo hicieran y por fin aminorar un poco las ansias que atormentaban mi cuerpo. Pero haciendo un esfuerzo me zafé de en medio y les dije que ahora le tocaba a ellos observar. No de muy buena gana, pero los dos aceptaron mi decisión, Paco tomó lugar en el taburete del tocador y Hugo encendió la televisión y trajo una silla de la pequeña salita colocándola de manera que pudiera ver la película porno que estaban pasando y la acción que se iba a desarrollar en la cama.
Luis estaba tirado boca arriba en la cama y solo le hacían falta los zapatos, con toda mi desnudez me subí encima de él y busqué su boca por primera vez, ese fue el beso más ardiente hasta el momento y sus manos se posaron en mis caderas y nalgas, subí un poco más para ofrecerle mi busto y lo recibió con agrado y unas deliciosas chupadas que me excitaron sobremanera, ya quería ser penetrada y eso fue precisamente lo que recibí en ese momento, un dedo de Luis entró en mi vagina lentamente y otro más coqueteaba con mi pequeña entrada trasera.
– Que esperas, mételo.
Le dije al oído mientras le mordía el lóbulo de la oreja, y así lo hizo, mi esfínter fue vencido y la teta que tenía en su boca sufrió una chupada espectacular acusando la excitación que sufría Luis. Moví las caderas disfrutando de los dedos de Luis por unos minutos, que se movían en mi interior aumentando el placer que me brindaban. No quise aguantar más, y le derramé un largo orgasmo en las manos que me hizo estremecerme. Recobrando un poco la calma, me di a la tarea de desnudarlo, al abrir su camisa, le bese el pecho y chupé sus tetillas, después besé de nuevo su boca y clavé mis erguidos pezones en su pecho, poco a poco fui bajando besándole el cuello, pecho y abdomen. Desabroché su cinturón, y al abrirle el pantalón, ese lindo paquete creció un poco más, el bóxer que lo cubría parecía una gran carpa de circo, cuando jalé las dos prendas al mismo tiempo, su pene se irguió desafiante y listo para la batalla, y tan heroica arma solo se merecía una cosa, todo el calor y humedad que mi boca le pudiera dar, así que después de una rica masajeada y pelársela unas cuantas veces, él ya se había zafado por completo el pantalón y el bóxer, y eso me dio el libre acceso para poder chuparle sus velludas bolas y lamer el camino que marcaban sus venas hasta la roja cabeza, abrí mis labios y poco a poco fui engullendo su rica verga hasta que sentí que chocaba con mi garganta, la saqué un poco pero solo para chuparla con pasión, era excitante ver los gestos de Luis que movía la cadera aumentando mi pasión, de pronto se quedó inmóvil, y adiviné que no aguantaba más, así que tomé con fuerza el tronco de tan bello instrumento y lo apreté sin dejar de pasar la lengua por su glande, al cabo de unos instantes pareció estar controlado y volví a atacar chupándole con fuerza. Me estaba excitando demasiado y lo demostraba moviendo el trasero candentemente, cosa que Hugo interpretó como una invitación y se acercó para abrir mis piernas y lamer mi húmeda concha, claramente sentí como los pocos bellos que cubrían mi sexo eran jalados deliciosamente por la lengua de Hugo, para aumentar mi calentura también separó mis nalgas para darle sendos lengíŒetazos a mi fruncido y palpitante culo. De repente apareció Paco a mi lado apoderándose de las olvidadas tetas que brincaban a la deriva con cada movimiento, para agradecerle tomé su picho y lo masturbé sin misericordia. Estaba tan excitada que poco faltó para que me dejara penetrar por el ariete de Hugo, que se frotaba con insistencia entre mi pelambre púbico, sacando fuerzas quien sabe de donde, logré resistirme al deseo y me senté en las piernas de Luis, Hugo intentó inclinarme de nuevo para irse a fondo, pero logré decirle que buscara los condones antes de que Paco ocupara mi boca con su endurecida herramienta, la cual mamé con vehemencia y esmero. La verga de Luis estaba tiesa entre mis piernas abiertas y rozaba contra mi vulva, haciendo que cada instante me fuera más difícil contener las ganas inmensas de ensartarme en cualquiera de los tres troncos a mi disposición. Hugo volvió con la caja de condones y abrió uno con los dientes, que le arrebaté para colocárselo a Luis y rápidamente de un solo sentón me tragué la tremenda mandarria, ese primer sentón fue aliviante más no suficiente, ya completamente loca de deseo comencé a cabalgar con frenesí sobre la dura y candente verga, pero mi esfuerzo fue disminuido por Hugo, quien ya con el condón calzado, me inclinaba ansioso de deseo; sabiendo que mi vagina estaba ocupada, solo quedaba un lugar por el cual pudiera penetrarme, mi ano. Asimilando que en ese instante perdería mi virginidad anal decidí colaborar para evitar que me lastimaran, así que destensando el cuerpo levanté el culo al aire, pidiéndole que me tratará con cuidado; mientras continúe brindándole sexo oral a Paco. Hugo se estaba portando tan bien que se dio un tiempo para lubricarme la fruncida entrada con una crema que tomó del buró, y de cuando en cuando un dedo se internaba en el pequeño orificio y lo hacía girar como agrandando la entrada. De pronto el castigo comenzó, la cabeza peneana de Hugo se abría paso a través de mi esfínter causándome dolor, sentía que me lo desgarraba, con cada centímetro de verga que entraba en mi culo mi alma se alejaba de mi cuerpo más y más, el ardor llegó igual que mis gritos y lágrimas que sólo desaparecieron cuando mi ano se acostumbró al intruso que lo ocupaba en su totalidad y convirtió el dolor en placer indescriptible, que de inmediato fue transmitido al pene de Paco, quien recibió las chupadas más deliciosa que había dado en toda mi vida provocando chasquidos que se mezclaban con mis quejidos y suspiros, era indescriptible la sensación de sentir dos vergas a través de mis conductos más íntimos. Por instinto clavé mis uñas en las nalgas de Hugo cuando trató de retroceder dentro de mi culo, mis gemidos y pujidos no se hicieron esperar cuando los dos comenzaron a moverse entrando y saliendo por sus respectivos agujeros. Hugo se aferró a mis caderas imponiendo el ritmo, sus movimientos eran realmente expertos, me bombeaba lento unas tres o cuatro veces para después clavarse rápido y hasta el tope, lo que hacia que me incrustara a Luis hasta los testículos y arrancará gemidos de placer del fondo de mi garganta; por su parte Paco controlaba mi cabeza haciendo que le mamará a placer, llegué al clímax cuando me cacheteo con la verga y me obligó a chuparle los huevos, realmente estaba gozando la más completa dominación por parte de los tres chicos. Como era de esperarse ya no soportaba tanto placer y me derramé lubricando más el condón que cubría la estupenda espada de Luis, quien disfrutaba de los apretones que mi vagina de regalaba y respondía con certeras y profundas estocadas, a los pocos segundos Hugo también estaba a punto de rendirse y para evitarlo se desplomó sobre mi espalda inmóvil, pero no contó con que mi deseo podía más que el y arremoliné el trasero apretándole la verga, en respuesta recibí sendas nalgadas, pero a pesar de eso salí victoriosa, no soportó más y se vino; una vez disminuida su erección, la fue sacando poco a poco, seguí apretando el encapuchado garrote y goce de cada milímetro que abandonaba la profundidad de mi ano. De pronto Paco se convulsionó enviando un lechazo al fondo de mi garganta, no logré tragarlo en su totalidad y salpiqué la base de su pene, después de un par de chupadas y de ordeñarle la última gota, se retiro satisfecho por su venida. Solamente me sobrevivía Luis, quien al parecer solo se vendría hasta que yo se lo pidiera, y eso era precisamente lo que yo deseaba. Una vez los dos solos, me dispuse a ponerle toda mi atención a Luis y a su gran amigo. Puse a prueba a Luis, inclinándome sobre el para poder rozar su pecho con mis tetas, en seguida se apoderó de ellas y trató de volverme a mi posición vertical; estaba dispuesta a realizar mi capricho, así que tomé sus brazos y los coloqué por arriba de su cabeza, restregué mi tetas contra el y acerqué mi boca a la suya, pero al parecer no estaba dispuesto a saborear leche de macho; así que hice uso de mis músculos vaginales para brindarle ricos apretones a su garrote y me froté con mas violencia sobre su pecho, mis duros pezones se incrustaban en su pecho y mi vagina recorría su herramienta apretándola de punta a tronco, lleve las manos de Luis a mis nalgas ofreciéndole el recién abandonado agujero trasero y sus dedos buscaron penetrar inmediatamente, continué moviéndome con fuerza incitándolo un poco más, hasta que vencí su orgullo masculino y aceptó con gusto mi boca con el sabor y restos de semen de Paco, nuestras lenguas juguetearon y
su respiración se hacia más agitada en cada momento, anticipando que se vendría le dije que no lo hiciera, y recobré la vertical para poder disfrutar de unos taladrantes y profundos sentones, Luis apretaba mis caderas intentando inútilmente frenarme, mientras yo me masajeaba con pasión las tetas. A juzgar por los gestos de Luis, se estaba esforzando al máximo, su rostro y pecho estaban rojísimos y sus ojos en blanco.
– ¡Mira como me la trago toda, papacito¡ – le dije a Luis.
En respuesta solo recibí unos gruñidos y sonidos guturales que traduje como una inmensa explosión de semen, cosa que no podía dejar pasar desapercibida, de inmediato, liberé a mi prisionero y me monté en él preparándome para realizar un ardiente 69, en un instante Luis reaccionó jalándome las caderas hacia abajo y chupando mi clítoris, abrí las piernas lo más que pude permitiendo que su lengua entrara en mi y pudiera lamer y chupar a discreción, por mi parte me fue fácil quitarle el condón gracias a que ya manifestaba una ligera perdida de erección y además escurría semen por montones, de inmediato engullí el palo en su totalidad disfrutando del salado sabor de su leche derramada y solo lo solté para poder masturbarlo mientras chupaba con fuerza su cabeza, la verga volvió a tomar su máxima dimensión y aunque con dificultad seguí tragándomela toda y chupándole las bolas de vez en cuando.
De pronto Luis me derribó para colocarme en cuatro patas sobre la cama, obviamente me cogería a su gusto, traté de levantarme recordando que no tenía condón, pero me jaló los brazos hacia atrás obligándome a caer de bruces en el colchón, como yo seguí tratando de levantarme, me dio de nalgadas y enredó su mano en mis cabellos ordenándome que me quedara quieta. No sé que maldito influjo tuvieron sus palabras en mi, pero obedecí ciegamente y levanté más el trasero apretándome las tetas. Me sentí alucinada cuando Luis abría mis labios vaginales y frotaba su verga en todo lo largo que era, también mi ano era víctima de tan delicioso castigo. Estaba tan enardecida con las caricias que me prodigaba que llevé mi mano entre mis piernas para frotarme el clítoris vigorosamente, una vez que la cabeza del regio ariete de Luis llegó a mi mano, la atrapé y sin importar que no tuviera condón lo dirigí a la entrada de mi caverna amorosa. Interpretando mis deseos Luis comenzó a penetrarme lentamente, era delicioso sentir como ese interminable garrote invadía cada centímetro de mi ser, estiré más la mano para lograr tocar como el grueso tallo desaparecía dentro de mí, cuando tuve a mi alcance los testículos supe que la penetración llegaba a su fin, mas aun así podía sentir que ya chocaba con la pared más profunda de mi vagina, y sin importarle que ya estuviera al tope Luis seguía empujando y restregando sus testículos contra mis labios vaginales, después de unos segundos de empuje comenzó a recular lentamente, cuando solo la cabeza estuvo dentro se detuvo y para placer mío, solo le tomó una fracción de segundo volver a penetrarme hasta el tope y hacerme temblar de pies a cabeza arrancando un grito de mi garganta, Paco y Hugo aplaudieron la acción de Luis incitándole a que me cogiera más duro, Luis apoyándose en mis caderas me bombeo una cinco veces más de igual forma, para volver a hacerlo lenta y deliciosamente, permitiendo que tomara aire profundamente para después impulsarme yo misma contra el palo de mi verdugo, de regalo recibí las enfurecidas embestidas que disfruté tanto, que no pude evitar el exigirle a gritos que me lo hiciera más duro, y como soldado recibiendo una orden, la acató con prontitud acompañándolas de fuertes nalgadas. Ya estaba completamente desquiciada, la furia y los golpes de Luis me enloquecían sobremanera, me apuntalé con brazos y codos para aguantar las arremetidas y elevé el trasero lo más que pude para que el garrote de Luis entrara más a fondo, para ese entonces mis gritos dominaban en la habitación. Debo de confesar que Luis estaba cumpliendo su palabra al hacerme gozar como nunca lo había hecho, pero me desilusionó cuando detuvo su bombeo, tomé cartas en el asunto reculando sobre la pelvis de Luis arremolinando las nalgas, logrando una deliciosa penetración, creí que Luis estaba a punto de terminar, pero que equivocada estaba, se había detenido para darme más placer; abrió mis nalgas con sus manos y lentamente introdujo un dedo en mi apretado culo hasta llegar al tope; su mano libre rodeo mi pierna hasta alcanzar mi clítoris y masajeándolo reinició la bestial cogida. Tanta presión terminó por vencerme y terminé embarrando su verga con la tibia humedad de mis jugos amorosos, para ese entonces ya sentía completamente entumido mi sexo y mi ano, pero aun seguían palpitando incesantemente. Luis se había mantenido callado, y apenas podía oír su respiración agitada, pero poco a poco, los resoplidos fueron cambiados por ligeros suspiros, de pronto rompió el silencio al decirme que ya no aguantaba y se quedo estático en el fondo de mi sexo, intentando controlarse, pero mi vagina tenía vida propia y continuaba estimulando con sus apretones, no aguantaba más y salió rápidamente. Al sentirme liberada me tiré en la cama boca arriba, abriendo las piernas automáticamente, Luis apretaba con fuerza su herramienta intentando detener la eyaculación. Se veía tan sexy en esa posición, y se notaba que realmente hacia un gran esfuerzo para no venirse, pero su esfuerzo fue en vano, un ardiente primer lechazo salió disparado y fue a estrellarse en mi abdomen, los siguientes alcanzaron bañarme hasta el cuello y senos, las últimas gotas de semen se perdieron en mi sedoso pelambre púbico. A pesar de haberse descargado, aun presentaba una aceptable erección, por lo que logró penetrarme con facilidad, me abracé a él frotando nuestros cuerpos, el semen derramado lubricaba nuestros cuerpos y mi cabeza se inundó con ese aroma tan conocido, por su parte Luis también experimentaba una gran excitación, ya que se entregaba a mí tan ansioso y apasionado que me hacía delirar, movía sus caderas a ambos lados y me penetraba a fondo y con fuerza mi vagina, sus manos hacían pastoso el semen que cubría mis tetas y su boca chupaba y mordisqueaban mis labios con intensidad. El sudor de ambos se mezclaba escurriendo por mi cuerpo, estábamos cogiendo de lo lindo tanto que rodamos un par de veces sin despegarnos ni un centímetro. Una vez que yo quedé arriba sentí que unas manos abrían mis nalgas y colocaban una tiesa verga que poco a poco se abrió paso entrando en mi apretado culo, quedé inmóvil esperando toda la estocada, era Paco que se apoderaba de él sin ninguna consideración, se dejaba ir a fondo haciéndome gemir de dolor, mis gemidos se convirtieron en gritos cuando los dos intensificaron sus salvajes embestidas, que solo fueron apagados cuando Hugo me tomó la cabeza obligándome a tragar su mandarria hasta los huevos, el castigo de los tres chicos duró unos cuantos minutos que fueron suficiente para hacerme venir un par de veces, hasta que Luis y Paco terminaron dentro de mí, dejando ríos de semen escurrir de mi vagina y ano, Paco se desplomó sobre la cama, y Hugo me bajó de encima de Luis, pero solo para colocarme boca abajo en el borde de la cama; las fuerzas me habían abandonado dejándome a merced de los caprichos de Hugo, quien perdía su virilidad alternando entre mi sexo y mi ano, gracias a que el semen derramado por Paco y Luis habían lubricado mis orificios pude aguantar las embestidas de Hugo, quien después de darse gusto y venirse en la profundidad de mi vagina, restregó todo el semen que escurría de ella en mis nalgas y culo. No había parte de mi cuerpo que no oliera a semen, y en mi boca sentía el sabor de la esencia de mis tres compañeros sexuales; fue hasta entonces que me detuve a pensar hasta donde me había llevado mi calentura, había estado con tres hombres al mismo tiempo y lo pero de todo sin protección, y aunque ya había tenido relaciones con un exnovio, esta era la primera vez que me sodomizaban; con esos pensamientos me paré de la cama y surgió de mi sexo litros de semen que escurrieron por mis piernas, me dirigí al baño para ducharme, Luis se levantó de la cama con la intención de entrar conmigo al baño, pero desistió al verme cerrar la puerta. Estuve un buen rato en la regadera para lograr quitar el semen que cubría mi cuerpo, incluso mi cabello. Al terminar mi ducha me cubrí con una toalla y usé la otra para secarme el cabello, al salir vi que Hugo ya estaba vestido pero Luis y Paco no, y mi ropa estaba sobre la cama y Hugo parecía estarla cuidando, al acercarme para tomarla Luis intentó quitarme la toalla, lo detuve diciéndole que ya no quería mientras intentaba tomar mi ropa, pero Hugo la recogió antes que yo.
– Cuando te vas a la cama con un desconocido nunca le debes decirle que no porque se puede enojar y quien sabe como responderá. – Me dijo Luis.
– Y si son tres más vale cooperar, ¿no crees?. – Agregó Paco.
Me asusté al ver la actitud de Paco y Luis, pero quedé totalmente desconcertada cuando Hugo se plantó entre la puerta del baño y de salida impidiéndome el paso con mi ropa en sus manos.
– Quítate la toalla, queremos verte desnuda.- Ordenó Paco.
No me tuve más remedio que obedecer y dejé caer la toalla al suelo junto con mi ropa. Sentí miedo cuando los tres se acercaron rodeándome. Sus manos comenzaron a acariciarme por todas partes, igual apretaban mis nalgas que mis tetas, incluso se enredaban en mi bello púbico y tallaban mi cintura y piernas; tantas manos sobre mi cuerpo estaban deportándolo de nuevo al deseo. De pronto Luis se acuclillado frente a mi acariciando mis nalgas y levantó mi pierna derecha apoyándola en su hombro, y comenzó a besar y mordisquear mi entrepierna, Hugo hacia lo suyo con mis senos, mientras Paco detrás de mi me besaba en el cuello y acariciaba mi cuerpo con verdadera pasión. Los tres estaban desatados por lo que acariciaban, besaban, lamían y mordisqueaban a placer, cerré los ojos y me deje llevar por las caricias de los chicos, al salir del baño estaba decidida a irme lo más pronto posible y ahora estaba sucumbiendo de nuevo ante sus caricias y besos; sentí que un dedo se deslizó entre mi vagina un par de veces, y después un mordisco en mi seno izquierdo me hizo lanzar un pequeño gritito, de inmediato el dedo abandonó mi húmeda cavidad; la boca de Luis se clavó en mi entrepierna succionando con fuerza, intente detenerlo pero ya era demasiado tarde, un gran parche rojo se alojaba a escasos centímetros de mi sexo, aun no me recuperaba del chupetón cuando sentí un tercero en el cuello a la altura de la oreja derecha, ante mi protesta los tres chicos se alejaron y fue Luis el que me dijo solo marcaban su territorio, y que además le habían dicho que mi culo apretaba delicioso y no estaba dispuesto a dejarme ir sin probarlo. Sin decir más nada se dirigió a una silla y se sentó, tomó su pene y comenzó a masturbarse. Paco se acercó a mi dándome el pequeño pomito de crema, tenía menos de la tercera parte. Te vas a clavar la verga de Luis en el culo y después vas a abrir las piernas porque yo te voy a coger por delante, la crema es porque no queremos lastimarte, pero tendrás que ponértela tu sola y dejar que te veamos. Me sentí perdida y a merced de esos dos, una vez más no me quedaba más que cooperar, tomé el pequeño frasco de crema y me recosté en la cama boca abajo, comencé a untármela en mi ano, nunca me había tocado de esta forma pero descubrí que era delicioso sentir como mis dedos se deslizaban por el borde de mi culito, sin darme cuenta ya me había introducido un dedo y lo estaba gozando, cuando Luis comento que era bien puta y que realmente me gustaba todo eso, me sentí avergonzada pero mi calentura era mayor y seguí dedeándome, hasta que me sentí lista y dispuesta a que me penetraran, me levanté de la cama y fui directo hasta la silla donde Luis me esperaba con su mástil apuntando al cielo, me paré a lado de él y Paco se acercó para ayudarme a montar a Luis. Una vez montada en él, busqué su verga con las manos y la coloqué justo en el centro de mis nalgas, a pesar de la crema y mis ganas sentí dolor al dejarme caer sobre Luis, de inmediato Paco se colocó frente a mí y con facilidad me clavó a fondo, tomó mis piernas subiéndolas a sus hombros obligando a mi culo a recibir toda la reata de Luis, el dolor y el placer me hacían retorcer y abrazarme de Luis o Paco buscando un poco de apoyo para lograr moverme, Paco cerró mis piernas al cruzar su cabeza y apoyándola en su hombro derecho, mi vagina y culo apretaron un poco más a sus respectivos huéspedes aumentando el placer para los tres, el delicioso castigo no duró mas de cinco minutos pero para mi fue como una alucinante eternidad, que duró hasta que ambos chicos bañaron mis entrañas con su ardiente semen. Una vez satisfechos los dos, me liberaron dejándome toda adolorida, sudada y chorreando semen por todas partes, las piernas me temblaban, mi bulba estaba hinchada y colorada, el boquete que antes era mi culito me ardía como nunca antes, con todo esto solo pude dar unos pasos para tirarme boca abajo sobre la cama, solo me bastaron un par de minutos para recobrar el aliento, me volví a bañar mientras se vestían los chicos, pero esta vez me llevé mi ropa al baño, al salir solo tomé mi bolsa y nos dispusimos a retirarnos del motel.