Amamantando a Pancho


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Hola, mi nombre es Alejandra y les voy a contar la historia de cómo engañé a mi marido sin querer, empiezo por describirme soy de estatura mediana-alta tengo 34 años , tez morena clara, cabello negro, mis senos son 36-c que a pesar de mi edad y de estar amamantando, están firmes y redondos, mis pezones son color carne sin aureola y respingaditos, cintura delgada y tengo unas nalgas grandes y redondas pues me gusta ir al gimnasio para mantenerme en forma, mi marido se llama José (pepe) es alto, un poco barrigón porque se descuida mucho aunque juega fútbol y tiene un pene que a mí me parecía normal, la verdad es que no tuve ningún otro hombre en mi vida, pues me casé a los 19 años, así que pues estaba conforme con lo que me había tocado.

Me casé a esa edad porque, como todos los buenos jóvenes nos ganó la calentura y quedé embarazada, entonces pues me tuve que casar, con el tiempo fui aprendiendo a amarlo y respetarlo pues es un buen hombre, aunque en muchas ocasiones, sino es que, en todas, peca de ingenuo y distraído, después de mi primer embarazo subí mucho de peso, pues tenía muchos antojos y me descuidé bastante, duré así como unos 6 años hasta que por fin tomé valor propio pues no me gustaba lo que veía en el espejo y no sólo recuperé mi figura, sino que la mejoré pues me crecieron las piernas y las nalgas que ya de por sí eran grandes, ya me gustaba, ahora sí, lo que veía en el espejo.

Siempre me ha gustado vestir con ropa ceñida al cuerpo, por eso procuro tener jeans ajustados, vestidos cortos y leggins, como esa es mi forma de vestir desde siempre pues mi marido no me dice nada, aunque no tendría porque hacerlo pues siempre me he conducido con respeto hacia los demás y nunca he dado pie a nadie de sobrepasarse, sabiendo que he robado miradas a donde quiera que voy porque pues hombres al fin.

Mi vida sexual era normal para mí, sexo en ocasiones 3 o 4 veces por semana, en otras ocasiones ninguna, pero era un ritmo relativamente normal después de que baje de peso y recuperé mi figura, continuando así hasta que, después de 12 años de mi primer embarazo, me volví a embarazar sorpresivamente, pues era algo que buscábamos desde hace varios años y hasta ese entonces cumplimos el objetivo, sólo que ésta vez todo fue distinto, me cuidé al máximo para no subir otra vez de peso durante y después del embarazo, es aquí donde comienza mi historia de infidelidad.

Mi esposo siempre pecaba de ingenuo y distraído, como ya les había comentado, además se sumaba que el se creía todas las historias y mitos que le contaban las personas, en el caso del embarazo le dijeron que no podía tener relaciones sexuales conmigo sino hasta 10 meses después de que diera a luz, entonces como sabrán no tuvimos sexo durante casi 2 años, yo no podía creer lo que estaba escuchando de él, pero traté de ser fuerte para no tener ningún tipo de enojo y pasar mi embarazo sin ningún riesgo, con el transcurso mis senos fueron aumentando su tamaño y a pesar que ya usaba ropa holgada mis senos resaltaban de cualquier manera y mis pezones ni se diga, casi siempre estaban “erectos”, aún así nunca perdieron su firmeza por el cuidado que yo tenía de mi cuerpo y de mi alimentación.

Pasaron los 9 meses del embarazo y luego los 3 de recuperación y como se darán cuenta mis hormonas estaban al mil, pues había pasado mucho tiempo sin sexo y mi sufrimiento aumentó más al darme cuenta que todavía faltaban 10 meses más pues mi esposo no quería “arriesgarse” a hacerme daño, entonces me dediqué completamente a nuestro bebé y al ejercicio para contrarrestar los bajos deseos que mi cuerpo exigía, en 4 meses ya había recuperado el cuerpo que tenía así que no tuve que comprar nuevamente ropa, pues la que tenía me servía porque bajé rápido de peso, las únicas prendas que no me quedaban eran mis brasieres, pues mis senos crecieron y cada que me los ponía era muy difícil puesto que mis pezones casi quedaban de fuera, aunque lo tomé como un mal menor, pues tenía la excusa de que le daba leche a mi bebé, eso sí, sólo usaba los brasieres cuando salíamos, pues en casa siempre andaba sin nada más que una blusa con protectores de pezón, pues se me derramaba la leche y se ensuciaba mi ropa.

Mi marido siempre ha jugado fútbol, aunque nunca me había invitado a ninguno de sus juegos pues a mí no me llama mucho la atención ver correr hombres detrás de una pelotita, en una ocasión su equipo llegó a la final y me dijo que todos sus compañeros iban a llevar a sus familias para que los animaran y ese tipo de cosas, yo por no quedar mal con él pues acepté, llegó el sábado y nos alistamos, ese día me puse una tanga negra, siempre he usado tangas pues me gusta la sensación entre mis piernas, no sé por qué, después me puse un leggin negro que me quedaba bastante ajustado, incluso se me metía entre mis nalgas, me puse una blusa roja con un escote pronunciado para hacer más fácil cuando le diera de comer a mi bebé, y un brasier del mismo color, obviamente apenas alcanzaba a tapar mis pezones pero ya con los protectores pues me sentía segura, cómo hacía un poco de frío porque era temprano el partido, me puse una chamarra tipo cazadora que alcanzaba a cubrir mis nalgas, dejando ver sólo mis contorneadas piernas, de calzado me puse unas alpargatas negras resaltando aún más mi lindo trasero, lo pude confirmar en el espejo.

Llegamos al partido sin ningún contratiempo, aunque en camión pues no tenemos auto, las familias de los compañeros de pepe ya estaban ahí pero como no me gusta socializar mucho y con la excusa de mi bebé me senté un poco retirado de donde estaban los demás, todo iba con tranquilidad hasta que mi marido llegó hasta donde estaba yo sentada para presentarme a Francisco (pancho como le decía él), es un tipo un poco más alto que mi marido, bien parecido, con barba no muy crecida, unas manos enormes y un cuerpo definitivamente más atlético que el de mi marido, lo noté al momento de saludarnos, no me pude levantar pues tenía en brazos a mi bebé pero él se agachó para darme el tradicional beso en la mejilla, seguido de esto se fueron a jugar pues iba a comenzar el partido, la verdad no le puse mucha atención al juego pues estaba más preocupada por acomodarme en ese banquito tan pequeño pues no cabía muy bien y tenía que darle de comer a mi bebé pues había empezado a llorar.

En esas estaba cuando de pronto llega otra vez pancho y se para enfrente de mí y viendo cómo se me estaban complicando las cosas me dijo, ¿te puedo ayudar en algo? y yo le dije pues si me pudieras detener la cobija mientras me acomodo a mi bebé te lo agradecería bastante, el accedió y entonces, con un poco de pena, comencé a bajar mi blusa para sacarme el seno, noté que pancho no perdía detalle de mis movimientos, aunque no lo tomé a mal pues a final de cuentas era una mujer amamantando.

Proseguí a quitarme el protector que ya estaba bastante empapado y de inmediato saltó mi pezón que ya estaba erecto listo para trabajar, las demás personas eran ajenas a lo que estaba pasando, pero pancho tenía una mirada como si nunca hubiera visto senos tan grandes, redondos y firmes como los míos, noté entonces que algo se estaba marcando en su short, algo bastante grande, él se lo tocaba disimuladamente con los movimientos que hacía al cubrirme con la cobija, haciendo que esa cosa fuera creciendo aún más, como pude disimulé y le dije que ya me había acomodado bien, me dio la cobija y ese momento tan extraño terminó.

El partido siguió su curso y el equipo de mi marido ganó, la felicidad se apoderaba de todos los presentes, incluso yo también estaba feliz pues era la primera ocasión que veía así a mi marido, como era de esperarse, no faltó el festejo y mi marido me pidió que si nos podíamos quedar a disfrutar un rato de la victoria, yo accedí para no amargarle el día, como ya empezaba a sentirse el calor, me tuve que quitar la cazadora que traía, dejando a relucir mi cuerpo, noté de inmediato las miradas lujuriosas de los compañeros de equipo de mi marido y, en especial, la de pancho, yo no hice ningún gesto para no poner de malas a mi marido, aunque la verdad creo que ni lo notó, pues ya estaba algo ebrio, fue transcurriendo el tiempo y se fueron de a poco los compañeros y sus familias, hasta que sólo quedamos mi marido, pancho y yo, ya estaban bastante tomados, aunque pepe más, pero todavía aguantaba la conversación que pancho le hacía, por momentos, pancho aprovechaba para mirarme las tetas mientras se tocaba su bulto, como quedábamos de frente podía apreciar perfectamente mi par de melones, yo trataba de cubrirme con mi bebé pero aún así no podía quitar sus ojos de mí.

Mi bebé empezó a llorar pues ya le tocaba de comer, pepe me dijo que le diera, pues no le gustaba verlo llorar, me iba a poner la cobija y pepe me dijo que hacía mucho calor, que se la diera así, le dije cómo crees, señalándole con los ojos a pancho, y pepe me dijo, eres una mujer amamantando, es algo natural, no creas que pancho es un pervertido, ¿verdad amigo?, no como crees, respondió pancho, he visto muchas mujeres amamantando a sus bebés, no debes tener pena Ale, me sentí más confiada y acepté, me acomodé al bebé y me empecé a bajar la blusa y el brasier de mi teta izquierda, me quité el protector y le puse la teta en la boca a mi bebé, mientras comía, podía notar la mirada de pancho, era muy penetrante, me provocaba una sensación rara, él se seguía tocando su paquete pero ahora con más enjundia, y cada vez se le notaba más, yo lo miraba discretamente, pepe estaba absorto en las anécdotas del partido, se terminó la leche en mi teta, entonces iba a ponerle la otra a mi bebé.

Por lo nerviosa que estaba, me descubrí la teta sin tapar la primera, por segundos quedaron mis dos melones al aire y pancho gozaba con esa vista tan privilegiada, mis tetas rebosaban sensualidad, el bulto de pancho parecía que le iba a explotar y yo me mordí los labios sólo de pensar en cuál sería el tamaño de ese animal, al momento de ponerle la teta a mi bebé, me dí cuenta que la otra estaba de fuera, comprendí entonces porque pancho se puso así, me acomodé rápido la blusa y se terminó el show.

Pepe seguía hablando hasta que pancho lo interrumpió y le empezó a contar algo bastante peculiar para mi gusto, aunque después supe las intenciones de este cabrón, pancho le platicó a pepe que él tenía una enfermedad muy rara que, aunque no era mortal, le hacía tener lapsus en los que su salud se deterioraba, pepe le dijo que porque no le había platicado antes eso y pancho le dijo que no se había presentado la ocasión, entonces prosiguió, para contrarrestar esta enfermedad tengo que tomar leche materna como mínimo 2 vasos, 1 vez a la semana, yo me le quedé viendo entrecerrando los ojos pero seguí escuchando, mi marido dijo y cómo le haces, pancho le dijo que había páginas en internet donde le vendían la leche, pero que no surte el mismo efecto, pues esta debe ser tomada casi recién salida de la mujer y la que le vendían era refrigerada y perdía sus “atributos”.

Mi esposo lo escuchaba atento, ingenuo como siempre, y le dijo, pues mira pancho, tu eres un buen amigo mío y te vamos a ayudar ¿verdad amor?, yo me le quedé viendo cómo preguntándole de que manera podíamos ayudarlo, pepe prosiguió, si gustas, mi mujer te puede dar de su leche pues tiene bastante y recién salida para que no tengas más ese tipo de problemas, a pancho se le abrieron los ojos y le brillaban pues no creía que su plan estuviera funcionando, aunque trató de “poner resistencia” y le dijo, no como crees pepe, no quiero que tu mujer se sienta incómoda o que llegues a pensar mal de mí.

Pepe le dijo que nunca iba a pensar mal de él porque lo consideraba un buen amigo, además, ¿quién se inventa una enfermedad sólo para tomar leche materna? le dijo pepe mientras se reía, añadió, no creo que mi mujer se sienta incómoda ¿o sí Ale?, yo me quedé petrificada y no daba crédito a lo que mi marido acababa de ofrecer a su amigo, pero le dije dudando que si yo no tenía inconveniente no había problema, pepe le dijo entonces a pancho, pero no lo vamos a hacer aquí en pleno campo, vamos a nuestra casa o a tu casa, pancho contestó de inmediato, vamos a mi casa pues está más cerca y si se hace tarde yo los llevo a su casa, pancho si tenía auto entonces era fácil para él moverse sin problemas.

Llegamos a la casa de pancho, en el camino se detuvieron a comprar dos six de cervezas para continuar con la celebración, entramos a la sala y nos dijo que nos pusiéramos cómodos mientras él se daba un baño, mi marido ni tardo ni perezoso abrió una cerveza y prendió la tele, mi bebé estaba dormido pues le había dado de comer en el auto de pancho, no tuvo suerte de ver mis senos pues me los cubrí muy bien con la cobija para que no mal interpretara las cosas, en el lapso en el que se fue a bañar pancho le pregunté a pepe de forma brusca si sabía lo que estaba haciendo, pues yo todavía tenía mis dudas, y me dijo, que tiene de malo mujer, lo único que tienes que hacer es poner la leche en un vaso y que él se la tome enseguida, que tiene de sorprendente eso, pero a poco voy a quitarme el brasier enfrente de él y dejar que me vea, le pregunté, él me dijo, mujer seguramente él ha visto muchas veces amamantar a otras mujeres pues tiene hermanas que ya estuvieron embarazadas es muy normal no te preocupes, además, ya te vió amamantando en el campo, pues sí le dije, no me dejaste de otra, eres muy terco cuando tomas, no te estoy pidiendo que te las toque sería muy tonto de mi parte, yo voy a estar aquí para que te sientas más segura mi vida, vamos a ayudarlo con el problema que tiene.

Yo al contrario que pepe era muy incrédula, no le creí ni una palabra a pancho, pero no le podía decir a pepe que lo que pancho quería era otra cosa, hasta no estar segura no diré nada, pensé, mi mente estuvo maquinando pensamientos bastante extraños, pero la plática con mi marido me hizo tranquilizarme, por lo menos por un rato.

Pancho salió de su ducha, pero sólo traía puestos unos shorts blancos cortitos, tipo playeros pero que no le quedaban apretados, y se había puesto una loción que olía riquísimo no pude evitar notarlo, se me erizaron un poco mis pezones involuntariamente, cuando llegó con nosotros, nos preguntó si ya estábamos listos, pepe le dijo que sí, sólo trae un vaso para poder empezar, pancho se sacó de onda un poco aunque fue por el vaso, fue hasta ese entonces que pepe le explicó la mecánica, pancho no tuvo más remedio que aceptar lo que pepe le decía.

El bebé comenzó a llorar y le dije a pepe que me lo diera para darle de comer pero me dijo que le iba a dar la fórmula por esta vez para que yo le pudiera dar la leche a pancho, entonces preparó la fórmula y se fue a sentar a un sillón en el que nos daba la espalda y prendió la televisión, entonces me senté en la silla del comedor y pancho se sentó enfrente mío, le dije a pepe que si me sostenía el vaso pero me dijo que pancho me ayudara, pancho sostuvo el vaso y yo comencé a bajarme la blusa lentamente ante la mirada fija de pancho, después retiré lentamente el protector que ya estaba empapado nuevamente, y sólo me bajé el brasier de una sola teta apenas bajando el pezón, de inmediato noté que en medio de las piernas de pancho crecía este monstruo que horas antes había visto debajo del short, sólo que ésta vez se le salía una parte por el lado de la pierna por lo pequeño y holgado de la prenda, dejando entrever una cabeza enorme que hacía palpitaciones que le provocaban subir y caer de inmediato por el peso que este tenía, yo estaba impresionada, pues el único pene que había visto en mi vida era el de pepe, me sentía muy nerviosa, al grado que estuve a punto de levantarme y decirle a pepe que nos fuéramos, pancho lo notó y me dijo en voz baja, perdón pero es que es muy grande, viendo hacia su bulto, no lo puedo esconder tan fácilmente, por favor continúa, te prometo que no te haré nada que tú no quieras.

Me acomodé otra vez, por más que estuve intentando sacar la leche de mis senos no podía, miraba por momentos como seguía creciendo el bulto de pancho, empecé entonces a masajear en forma oscilatoria de manera que subían y bajaban mis senos de una forma muy cachonda, provocando que mis pezones se erizaran y se endurecieran como nunca antes habían estado, hasta ese momento me di cuenta que me sentía algo excitada por ver el pedazo de carne que tenía pancho, seguí masajeando pero no lograba nada, en eso mi marido me dice, que pasó como van, ¿ya llevan un vaso?, mi respuesta fue no, no me sale la leche pepe, y él me dijo, ya los masajeaste, a lo que contesté que sí, pancho no decía nada, el estaba absorto en el movimiento de mis hermosas tetas y mis ricos pezones, entonces mi marido me dijo, intenta de otra forma, ¿estás sentada? le respondí que sí, entonces párate y levanta los brazos para ver si así circula mejor la leche hacia tus senos, le obedecí y me puse de pie.

Pancho se quedó frío cuando vio mis nalgas perfectas y como éstas se comían el leggin que traía puesto que, además, transparentaba mi tanga negra, él se puso de pie también y en voz baja me preguntó ¿te puedo ayudar a estimularte?, yo le respondí no como crees, no quiero que malinterpretes las cosas, además puede voltear mi marido y no quiero darle un disgusto, pero él no me hizo caso, se colocó detrás de mí y puso sus manos lentamente sobre mis enormes tetas, yo no sabía que hacer, mi marido estaba justo enfrente de nosotros y podía voltear en cualquier momento, me quedé estática mientras pancho recorría sus manos por cada rincón de mis tetas, hasta llegar a los pezones, me los acariciaba con una maestría que nunca pensé que alguien pudiera hacer eso, mi piel comenzó a erizarse por cada rincón y poco a poco me fui dejando llevar por aquella sensación de placer tan delicioso, entonces comencé a sentir su enorme pedazo de carne entre mis nalgas que estaban abiertas inconscientemente, pues estaba disfrutando del masaje que me estaba dando pancho, me movía tratando de separarme, pero sólo conseguía acomodar más mis nalgas en su enorme trozo.

Pepe me preguntó de nuevo, ¿Qué pasó, si se pudo? Contesté que todavía no, me dijo que raro siempre estás cargada y ahora no tienes, le estamos quedando mal a mi amigo, pancho respondió no te preocupes pepe, talvez ahorita consigamos un poco, tampoco hay que presionar a tu esposa, eres un cabrón, pensé, pepe dijo tienes razón, todo esto hablaban mientras pancho me seguía masajeando mis senos y yo me excitaba cada vez más, empecé a sentir como salían gotitas de mi vagina mojando mi tanga y mi leggin casi enseguida, seguimos así por unos minutos y pancho me dijo en voz baja, ya te cansaste, le respondí que sí, y me dijo vamos a sentarnos para ver si podemos lograr que salga aunque sea un poco de leche, le dije detente por favor, esto que estás haciendo es lo más parecido a un faje y no pienso continuar, me dijo que eso no era ningún faje, sólo te estoy ayudando como tú me ayudas a mí, no tengo ningún pensamiento pecaminoso hacia ti, me dijo, no sé cómo pero me convenció.

Él se sentó primero, se bajó el short hasta las rodillas, yo no me dí cuenta hasta que estaba sentada en él, pues estaba preocupada porque mi marido fuera a voltear, me tomó de la cintura y me sentó lentamente sobre su regazo, de inmediato sentí ese portento de monstruo entre mis nalgas y prosiguió masajeando mis tetas, estás cómoda, me preguntó, yo le respondí que sí con la voz temblorosa, en eso mi marido nuevamente preguntó ¿nada mi amor?, le contesté otra vez que no y me dice, traes puesto el brasier, le dije sí, porque no te lo quitas, talvez te esté presionando mucho y por eso no salga, no creo que haya problema con pancho, él es un buen amigo, pancho respondió de inmediato, claro pepe no hay problema por mí, entonces le dije a pepe así lo haré.

Me iba a desabrochar el brasier, pero pancho me lo impidió, me lo desabrochó y lo dejó caer lentamente, mis pezones estaban muy duros y erectos, pancho puso nuevamente sus manos en mis tetas y me decía al oído que eran las tetas más grandes y hermosas que había visto y tocado, voltee a mirarlo y podía ver su cara de excitación, pancho me manoseaba muy delicioso pero seguía sin salirme nada, ya me estaba cansando y no lograba salir nada , pancho lo notó y me dijo que si quería parar, le contesté que no, pero que me daba miedo que volteara mi marido y tenía miedo a su reacción, además, de que no quería que se mal interpretaran las cosas, pues, le volví a insistir, eso que hacíamos era un buen faje, él me dijo, pero si no estamos haciendo nada malo, sólo te estoy ayudando a estimularte para que tu lechita salga más fácil, no dije nada, proseguimos y ya me estaba sintiendo muy caliente.

El leggin empezaba a molestarme por el roce y también a él pues en ese ir y venir se quejó en voz baja y le pregunté, ¿estás bien?, me respondió que sí pero que el leggin le estaba rosando su “pierna”, pensé mucho lo que estaba a punto de decirle por lo que fuera a pensar de mí, en voz bajita le dije ¿quieres bajármelo un poco para que ya no te roce?, él contestó que sí, si no había problema, le dije bájamelo un poco para que no te vaya a lastimar, me levanté para que me lo bajara, yo a ese punto ya estaba excitadísima y él rápido bajo mi leggin hasta la altura de mis rodillas, dejándole ver mis enormes nalgas y esa tanga negra que me partía perfectamente en dos mi enorme culo, se quedó contemplando unos segundos mi hermoso culo y me fue bajando lentamente.

Intenté sentarme otra vez pero el leggin me lo impedía ya que no podía abrir bien mis piernas y le dije a pancho, está muy incómodo esto, no voy a poder sentarme y él me dijo te lo puedes quitar por completo si quieres, pero le respondí y si mi marido voltea que le voy a decir y él me dijo no te preocupes creo que ya se durmió, y en efecto pepe no hacía ningún ruido, pero yo para asegurarme le hablé varias veces sin que pepe me respondiera, entonces acepté quitarme el leggin pero sólo de la pierna derecha por si algo sucedía reaccionar rápido y además le advertí a pancho que no intentara nada raro pues ya habíamos llegado muy lejos.

Como pude me quité las alpargatas y después me baje el leggin de la pierna derecha, ahora si tenía un movimiento más libre de mis piernas, como me tuve que poner de pie para que me lo bajara, su enorme pene saltó de entre sus piernas quedando totalmente parado y al momento de ir bajando, mi vagina tuvo un roce espectacular con ese pedazo de animal, tanto que mi vagina se mojó por completo, yo no podía creer lo que estaba sintiendo, nunca me había mojado de esa manera, mi tanga se movió de lugar por lo húmedo y mi puchita quedó totalmente al descubierto, pancho notó esto y no me soltó, se recostó un poco en la silla de modo que yo quedé sentada entre su abdomen y su delicioso pene, yo lo veía maravillada, era el trozo de carne más enorme que había visto en toda mi vida, pepe no le llegaba ni a la mitad, pensaba en mi mente, pero volviendo en mí le dije a pancho ¿qué estás haciendo, porqué sacas tu pene? él me respondió, no es pene preciosa se llama verga y tuve que sacarla porque me estorbaba en los shorts, pero no tiene nada de malo a poco no haz visto otra que no fuera la de tu marido, le contesté que no, mi marido era el único hombre con el que había estado, él me dijo, hay Ale, te falta mucho por conocer, pero de esta manera te podré estimular mejor, prometo no hacer nada que vaya en contra de tus deseos.

Entonces comenzó a moverse de arriba a abajo de manera que mi vagina recorría todo su tronco desde sus testículos hasta la punta de su enorme cabeza, mi puchita comenzó a mojarse de inmediato, ya no tenía control alguno de mi cuerpo, que reaccionaba a los estímulos que pancho me daba, era un placer que nunca había sentido antes, nunca había tenido un orgasmo en mi vida y pancho me estaba regalando el primero, no me podía contener, daba pequeños gemidos y tuve varios espasmos hasta que mojé por completo su enorme verga, mis pezones estaban a punto de explotar y yo quería tener ese enorme trozo dentro de mí, ya no me importaba que mi marido despertara y nos viera, mi excitación era más que mi razonamiento en esos momentos, entonces me di cuenta que me estaba empezando a salir leche de mis enormes tetas, como pude le dije a pancho que lo había logrado, entonces me dijo voltéate.

Rápido me levanté y me giré hacia él, reposó su verga sobre su abdomen y se veía espectacular, me sentó nuevamente en ella y me recostó un poco, quedando mis tetas en su cara y mi vagina en su verga tan deliciosa, comenzó a chuparme las tetas y yo me sentía volar, era como tener sexo pero sin penetración, yo iba y venía sobre ese monstruo que cada vez se sentía más rico y que me hizo tener otro orgasmo, me agaché hasta su oído y le dije, ¡cómo logras eso!, me haz hecho venir dos veces y ni siquiera me has penetrado, pancho sólo se dedicó a escuchar y a chupar aprovechando cada rincón de mi cuerpo que poco a poco le iba perteneciendo.

Tal era el grado de excitación, que no nos dimos cuenta que pepe se estaba despertando, como pude me levanté y me fui corriendo al baño, alcancé a tomar las alpargatas y me apuré, pancho sólo se subió el short y se quedó sentado, pepe le preguntó y Alejandra, y pancho le dijo, fue al baño, al final si pudo sacar un vaso de leche después de varios intentos, quedó cansada la pobre, pepe le dijo, que bueno pancho me da gusto, aunque te faltó otro vaso ¿no?, sí pero no te preocupes, con eso tengo para esta semana ya no quiero presionar a tu esposa.

Yo escuchaba todo, pues el baño estaba muy cerca, me temblaban las piernas, no podía creer lo que acababa de hacer, prácticamente engañé a mi esposo, me dió remordimiento enseguida, pero la verdad me gustó mucho, terminé de arreglarme y salí, pancho estaba sentado y pepe ya estaba arreglando las cosas para irnos, me dijo pancho dice que si te salió un vaso de leche y que esforzaste mucho mi vida ¿te encuentras bien? me preguntó pepe, le contesté que sí, que me sentía muy bien, yo no quería ni voltear a ver a pancho pues me daba pavor exhibir alguna señal indecente y que se diera cuenta mi marido.

Pepe le dijo a pancho, si gustas la próxima semana volvemos para ver si Ale tiene un poco más de leche y así completes la porción que debes tomar, pancho le dijo, yo encantado pero no se si tu mujer quiera, se cansó demasiado hoy, yo le contesté que no tenía inconveniente pero que no podríamos venir a su casa porque el clima era muy frío para estar sacando al bebé a la calle, le dije entonces a pepe, porque no lo invitamos a la casa, de cualquier manera pancho tiene coche y le es más fácil moverse, pepe dijo que era una buena idea y pancho ni se diga, me imagino que se sorprendió que yo aceptara y que, además lo invitara a mi casa, en eso quedamos entonces y pancho nos llevó a casa, nos despedimos de manera normal sabiendo la complicidad que en esos momentos nos unía quedando de vernos el próximo sábado.

Transcurrió la semana con bastante tranquilidad, pepe no me dio indicios de que sospechara algo y yo seguía pensando en la monumental verga de pancho, me traía muy loquita, todo el tiempo tenía la puchita empapada sólo de recordar lo que hicimos, nunca me había masturbado pero ahora lo hacía solamente pensando en el próximo encuentro que íbamos a tener, aunque claro, yo no tenía pensado pasar de ahí pues no quería engañar a mi marido y además pancho era su amigo, en qué clase de mujer me había convertido, fue entonces que me dí cuenta que se estaban despertando cosas nuevas en mí que no sabía que existían.

Llegó el sábado y le pregunté a pepe si lo que habíamos acordado seguía en pie sino para hacer otros planes, y él me dijo que sí, cuando termine el partido vengo con pancho para que ya estés lista, preparas un poco de botana por favor, le contesté que sí y me dijo, te pones algo cómodo para que no tengas problema alguno, como qué, le dije ¿una pijama?, no como crees, que imagen le darás a pancho, te pones una blusa y una falda para que andes más fresca, eso sí, no te pongas brasier para que no te presione tus senos y pueda circular bien la leche, notó mi cara de sorpresa y rápido me replicó, ya te dije que no te preocupes pancho es mi amigo y confío en él y claro también en ti, se que no te verá con morbo alguno.

Pepe se fue y yo me dediqué a buscar que ropa me iba a poner, recordé que acababa de comprar una blusa blanca de tela suave sin tirantes que sólo se detenía con mis tetas, amoldándose perfectamente a ellas dejando ver su firmeza y redondés, luego me puse una tanga blanca de encaje que también me partía mi culo en dos, después me puse una minifalda negra que me llegaba justo debajo de mis preciosas nalgas, si me agachaba un poco se podía ver mi culo redondo y mi tanga, por último de puse unas zapatillas negras que me gustaban mucho, la verdad me veía riquísima, me apuré a preparar todo, comida, cambiar al bebé, poner las cervezas en el refri y me quedé esperando pacientemente a mi “marido”.

Al filo de las 12 del día llegaron pepe y pancho, venían todos sudados a causa del partido, en cuanto entraron mi esposo me saludó sin reparar en la ropa que traía puesta, no se inmutó, pero pancho puso unos ojotes y se empezó a morder los labios y podía leer en ellos que decía, mamasita, me sonrojé y le dije, hola pancho, cómo estás, me dijo no mejor que tú te ves muy bien, obviamente en voz baja, mordí mis labios y le lancé una sonrisa, pepe le dijo ahí está el baño pancho para que te des una ducha, dale una toalla a pancho por favor Ale, me dijo pepe, le dije que sí.

Me dirigí a nuestra habitación que quedaba al lado del baño y pancho iba atrás de mí, movía mis nalgas mientras caminaba y veía de reojo a pancho, se sobaba la verga y noté como le empezaba a crecer, llegué a la habitación y pancho se quedó en la puerta, yo tengo las toallas en un cajón del closet, me agaché para tomar una y me tardé en buscarla a propósito, al voltear estando agachada, vi cómo pancho se estaba sobando su paquete mientras me veía mis enormes nalgas, la falda se me levantó al momento de incorporarme, quedándome arriba de las nalgas, pancho me dijo que mi tanga se me veía muy sexy, sólo sonreí y lo miré pícaramente, me acomodé la falda y le dí la toalla, pepe no se dio cuenta de nada porque estaba jugando con el bebé, pancho se fue al baño y yo me dirigí a la cocina para tener todo listo para cuando saliera.

Después de unos minutos, pancho salió del baño, sólo que ahora tenía puestos unos pants y una playera, pues estaba en casa ajena, nos sentamos, mi marido al frente de la mesa y pancho enfrente de mí, cada que me levantaba por algo pancho me veía sin disimulo, recorría todo mi cuerpo con sus ojos y decía comentarios como, a mí me gusta mucho la fruta, en especial los melones, pepe le decía que su fruta favorita era la fresa, me preguntaron cuál era mi fruta favorita, les dije que el pepino, diciéndoles también que se me había antojado, al decir esto, pancho me hizo la seña como diciendo que su pepino estaba disponible, cosa que me fue poniendo muy cachonda pues pepe ni enterado estaba de nuestras miradas ni de los comentarios en doble sentido, nos reímos los tres y seguimos comiendo.

Terminamos y pasamos a la sala, pepe me dijo si quieres ya puedes empezar deja traigo el vaso, pancho se acomodó en el sillón individual que tenemos y me veía detenidamente, pepe llegó con el vaso y me dijo, voy a bañarme mientras terminan amor, le contesté que sí, había acostado al bebé en su cuna, pues cuando terminó la fórmula se durmió, mientras pepe se marchaba yo comencé a bajar lentamente mi blusa dándole una vista inmejorable a pancho, mis enormes tetas estaban rebosantes y mis pezones se erizaron con el roce de la blusa quedando bien paraditos, pancho comenzó a tocarse otra vez su entrepierna acomodándose aquel trozo de manera que se le notaba sin ningún problema su erección.

Me dijo, quieres estimularte tú sola o quieres que te ayude como lo hicimos la vez pasada, le dije sí, pero ahora no nos quitaremos la ropa porque pepe podría salir en cualquier momento, me dijo no hay problema, con la falda que traes puesta es menos complicado, te la puedes dejar, aunque tu blusa si la tienes que bajar para poder servir la leche, acepté y me dirgí hacia él, comenzó a bajarse el pants, yo pude ver cada centímetro que iba apareciendo de su enorme verga, al pasar la cabeza, ésta saltó y quedó erecta de forma impresionante, yo estaba embelesada con ese animal tan hermoso, pero reaccioné y le dije ¿qué haces? te dije que pepe puede salir en cualquier momento y se nos armará un problema, ya inventaremos algo no te preocupes, me dijo, pero entre más nos apuremos menos problemas tendremos no crees.

No sé cómo pero me convenció, en el fondo yo quería que pasara esto por más que amara a mi esposo, continúe mi camino hasta llegar a él, recostó su verga en su abdomen sólo que ahora llevaba una especie de aceite y me dijo que se lo pusiera a lo largo y ancho de su tronco para que no se fuera a irritar, pues de la fricción de la vez pasada se lastimó un poco, yo accedí pues no quería lastimarlo, pero más que todo quería tocar esa verga con mis manos, le tiré unas gotitas sobre su verga y comencé a frotarlo por todo su tronco, se sentía delicioso, era como si tuviera un bat, no lo abarcaban mis manos pequeñas, me preguntaba si ese verga tan enorme podría caber en mi puchita, mi mente tenía pensamientos muy sucios.

Pancho emitía pequeños gemidos pues estaba disfrutando lo que yo hacía, mi puchita se fue mojando poco a poco provocando que mi tanga se humedeciera, mis tetas se fueron poniendo duras y mis pezones erectos, pancho me las acariciaba suavemente mientras yo le sobaba esa verga tan rica que tenía, cuando terminé de frotar ese palo tan hermoso, pancho me dijo quítate tu tanguita para que no se ensucie con el aceite, pues mancha y ya no te servirá, le dije otra vez que no habíamos quedado en eso, pero me insistió, me levanté, me tomó por la cintura y me volteó, levantó mi falda, mis nalgas quedaron justo en su cara y me fui bajando lentamente la tanga, él veía como se me atoraba entre mis nalgas, pues me quedaba muy ajustada dando un espectáculo muy erótico, me agaché hasta abajo y pancho pudo ver mi puchita en todo su esplendor, me había rasurado a conciencia para que se viera como la de una jovencita.

Me giré nuevamente hacia él y mientras me sentaba en él le pregunté ¿me vas a ayudar a estimularme para que me salga más rápido la leche verdad, por eso estamos haciendo esto?, él me dijo, por supuesto, yo no haría ninguna cosa que tú no quisieras, me tomó de la cintura y me acomodó encima de su verga y comencé a moverme por puro instinto de arriba abajo en toda su verga que se sentía resbalosa por el aceite, durante varios minutos, pancho me masajeaba mis tetas mientras de me decía que eran enormes, dignas de comerse lentamente, yo me excitaba con cada comentario que hacía, así estuvimos durante un tiempo, hasta que me cansé y me dijo, recuéstate un poco sobre mí y te sostienes de mi cuello, obedecí y lo tomé por el cuello y seguía recorriendo su verga con mi puchita que ya estaba empapada, tuve un orgasmo intenso que me provocó que gimiera de placer, ahhhh panchito, porque me haces esto, ahhhh no te da vergüenza ver en este estado a la esposa de tu amigo, ahhhh eres un cabrón, en eso, comenzó a salirme leche por las dos tetas al mismo tiempo.

Pancho se abalanzó sobre ellas y me las chupó deliciosamente, yo seguía con mis espasmos provocados por el orgasmo y en esos movimientos la enorme cabeza de pancho quedó en la entrada de mi puchita, podía sentir ese enorme hongo que palpitaba en la entrada de mi vagina, como pude le dije a pancho, no te vayas a mover por favor, nunca le he sido infiel a mi marido, él me dijo que iba a intentar sacarla, aunque no te aseguro nada pues está muy resbalosa, hizo “intentos” de moverse para sacar su cabeza, pero en lugar de eso, me la enterraba más, no puedo me dijo, intenta sacarla tú, puse mis manos sobre su abdomen e intentaba separarme, pero el aceite y el sudor había provocado que nuestros cuerpos estuvieran muy resbalosos, me deslicé hacia adelante y cuando me estaba haciendo hacia atrás, pancho levantó un poco la cadera, su verga me entró hasta la mitad, abrí los ojos al sentir su trozo, nunca había tenido tanta carne dentro, estaba muy estrecha, pancho podía sentir como mi vagina aprisionaba su verga.

No le quiero ser infiel a mi marido, le decía, por favor no me hagas esto, mientras me iba ensartando lo que le sobraba de verga, deja de penetrarme pancho, hazlo por tu amigo, mientras mi puchita se iba amoldando a ese animal el dolor fue desapareciendo, el placer era el protagonista, yo confié en ti, le decía a pancho, mientras me movía como si montara un caballo, me dijiste que no me ibas a faltar al respeto, y vienes y me coges en mi casa, ahhhhh, mientras mi marido se baña y mi bebé duerme, ahhhh, que tipo de persona eres pancho, ahhhhh, te aprovechas de mi debilidad, ahhhh, él no decía nada, sólo se dedicaba a cogerme, sentía como pegaba en mi estómago aquel inmenso animal, yo me retorcía de placer teniendo múltiples orgasmos al mismo tiempo era una sensación única que no quería que se terminara.

Continuó entrando y saliendo de mi puchita y yo ahora si gritaba de placer no me importaba si mi marido me escuchaba, le decía ahhhh así panchito, así sigue cogiéndome así de rico y delicioso, está riquísima tu vergaaaa, nunca había tenido algo tan enorme dentro de mí, ahhhh, cógeme desgraciado, aprovecha este momento porque será el único que me vas a tener, me moví más rápido porque iba a tener un orgasmo espectacular, me hizo retorcerme de placer y provocó que mis pezones estallaran de pura leche, era una escena muy cachonda, le dije, me estoy viniendo en tu enorme verga panchito, me sientes, sientes como te mojo tu enorme trozo de carne cabrón, él me dijo sí, te sientes deliciosa nunca me había cogido a una mujer tan rica como tú, eso me prendió más y tuve un segundo orgasmo igual de fuerte que el anterior, yo no podía creer el placer que me había perdido durante tantos años.

Cuando termine mi segundo orgasmo, pancho me dijo, ahora te voy a voltear para ver tu enorme culo mientras te penetro, me levanté y me puso sobre el sillón en cuatro patas dijo él, puso su enorme cabeza en la entrada de mi puchita y me penetró ahora mucho más fuerte, podía oír como pegaban sus testículos en mis nalgas, mientras me penetraba me decía que le encantaba mi culote y que le gustaba que me comiera su enorme verga sin poner trabas, así continúo hasta que me dice me voy a venir Ale, quieres que me venga adentro o que me salga y te la tire en tus nalgotas, yo por la excitación le dije vente dentro panchito, me haz hecho sentir muy rico te lo mereces, dicho esto pude sentir como me llenaba de leche aquella verga, yo estaba extasiada, el amigo de mi esposo me había cogido casi enfrente de él y me había gustado.

Se fue retirando poco a poco de mí, todavía podía sentir aquel enorme trozo que iba recorriendo mi cavidad hacia la salida, como pude me incorporé y le di un beso en la boca para agradecerle la faena que me había dado, me puse rápido mi tanga y me acomodé la blusa pues mi marido estaba saliendo del baño, estábamos muy sudados y nos preguntó, ¿qué les pasó?, parece que hubieran hecho mucho ejercicio, nos reímos y le dijimos que hacía mucho calor, después nos preguntó si ya habíamos terminado y los dos dijimos al mismo tiempo que sí.

Pancho dijo que se tenía que ir porque iba a tener una cita y pepe le dijo que no había problema, y le preguntó si iba a querer más leche o ya no, pancho le dijo que siempre que nosotros le ayudaramos el estaría feliz, se despidió de nosotros y yo me quedé en la puerta viendo mientras se marchaba, cuando regresé a la sala, pepe se percató que traía algo en las piernas, ¡me estaba resbalando el semen de pancho!, me preguntó ¿qué es eso?, le contesté es que cuando me estaba sacando la leche salió muchísima y me cayó en las piernas, pepe me dijo ya ves, sólo era cuestión de estar más cómoda y no ponerte nerviosa, le contesté que sí, siempre tienes razón en todo mi amor, le dí un beso y me fui a la recámara a descansar un rato, todavía podía sentir la leche de pancho en mi puchita y eso me hacía vibrar.

Fue la última vez que vi a pancho pues mi marido ya no fue a jugar, se lastimó el pie y perdió contacto con pancho, lo último que supimos de él es que se había ido a Sudamérica, desde entonces no he probado otra verga más rica que esa.

 

Hasta luego.

 


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Author: Ale2811

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